Le dijo el burro a la burra:
¡Ai, que desgraciados somos!
A cada momento, palos
Por la tuza i por el lomo!
En la caja del Mapocho
Con una her[mo]sa borrica
A medio dia [ ]ca
Un borrico or[ ]-mocho,
—Hace tiempo que trasnocho
Sin que hasta ahora discurra
Por qué nuestro amo una zurra
Nos dá en vez de darnos pasto…
¡Oh! qué injusticia! ¡canasto!—
Le dijo el burro a la burra.
—Amigo, tienes razon;
La burrita le contesta.
Digna de lástima es esta
Tristísima situacion.
De humano nuestro patron
No tiene siquiera asomos,
Pues nos maltrata los lomos
Por la faltita mas leve
Que uno a cometer se atreve.
¡Ai! qué desgraciados somos!
—Trabajando todo el dia
Siempre estamos con afan;
Sin embargo, no nos dan
Ni cáscaras de sandía.
Mas bien caballo sería.
Aunque fuera de los malos,
Que hasta reciben regalos
Si son ingleses i potros,
Miéntras tanto que a nosotros
Acada momento, palos!
—Llega a tal punto el rigor
Con que nos tratan los amos,
Que los burros no gozamos
Ni del placer del amor.
Si alguno con el calor
Se pone como un palomo
Que ha tomado cardamomo
I a una burra le dá abrazos,
Le dá el amo de pencazos
Por la tuza i por el lomo.
—En tan deshecha borrasca
No es posible ningún goce.
Hasta por cantar las doce
Nos atracan con la huasca.
Uno, callado, se rasca
I se hace ovillos i roscas
Cuando con sus manos toscas
Nos dá el amo trilladuras,
Para que en las mataduras
Tengan qué comer las moscas.
El Pequen.