EL MUERTO RESUCITADO
EN EL CEMENTERIO

    En nuestro gran cementerio
ahora poco ha pasado
nada menos que el misterio:
el muerto resucitado.

    Es un dulcero ambulante
que de repente enfermó
i al hospital se arrimó,
progresando a agonizante;
un medicuelo farsante
le toma el pulso mui sério
al infeliz Desiderio
i escribe en una receta:
ontierren esta maceta
en nuestro gran cementerio.

    Murió el pobre i lo heoharon
de espaldita en un cajón
i luego en un carreton
a la fosa lo llevaron.
En un nicho lo dejaron
que él se habia comprado,
ahí quedó el desgraciado
reposando dulcemente.
Este caso indiferente
ahora poco ha pasado.

    Cuando un tiempo trascurrido
hubo, el pobre ¡qué se yo!
de frio se dispertó
i recobra su sentido,
queda todo sorprendido
sintiendo olor a zahumerio,
se desboca en improperio
porque comprende a su vez
en toda su desnudez
nada menos que el misterio.

    Comenzó a mover los brazos
al sacudir su letargo,
i aunque fuerte, sin embargo
el cajon hizo pedazos.
En mui lacónicos plazos
el recinto ha abandonado
i despues se ha presentado
al hospital nuevamente
i ha impresionado a la jente
el muerto resucitado.

    Ahí luego ha declarado
haberse muerto otras veces,
pero que tales reveses
ya los habia olvidado,
pero nunca habia llegado
hasta el estremo postrero
de que algún sepulturero
lo encerrara en un cajón.
¡Sepan que en otra ocasion
no estoi muerto, si me muero!

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