Un degraciado escultor
el mártes no mui temprano
se ahorcó por propia mano
solo a causa del licor.
Este pobre se llamaba
Don Alejandro Aravena
i se volvia una hiena
cada vez que se curaba
con la mujer la agarraba
descargando su furor;
ésta viendo tal rigor
escapaba de su lado
quedando así abandonado
un desgraciado escultor.
Llegó curado a la casa,
la mujer cuanto lo vió
con sus dos hijas huyó
por temor a la amenaza;
ella tomando su traza
fué a pasar donde un hermano
mientras el esposo inhumano
la guapa rasca dormía;
esto, lector, sucedia
el mártes no mui temprano.
Mas el infeliz marido
al ver la casa desierta
ató al marco de la puerta
un cordel que halló tendido;
le echó un nudo corrido
i puso un piso en el plano
despues con aplomo insano
se puso la soga al cuello
i faltándole el resuello
se ahorcó por propia mano.
La mujer llega a la tarde
I al ver la pieza cerrada
malicia la desgraciada
el desenlace cobarde;
al momento f[o]rma alarde
i se llama al inspector;
un cuadro desgarrador
se vió en el cuarto abieto
el pobre se habia muerto
solo a causa del licor.