EL INFELIZ BELARMINO
AL PATÍBULO MARCHÓ.
A LAS NUEVE EN PUNTO EL REO
EN EL BANCO SE SENTÓ.
Para el triste desgraciado
Ya sonó la hora fatal.
De la iglesia, el criminal
Por dos padres auxiliado
Salió para ser llevado
Adonde su cruel destino
Lo conduce en su camino
Y con grillos que le oprimen
Marcha, pues, a espiar su crimen
EL INFELIZ BELARMINO!
Con mirada altiva y dura,
Con firme y seguro tranco
Váse aproximando al banco
Con la mayor compostura!
Ni un indicio de amargura
En su semblante se vió!
Y bastante me asombró
Tan ruda serenidad,
Y en esta conformidad
AL PATIBULO MARCHÓ.
Cuando entró al patio en el cual
Se hallaba armado el piquete,
Medio lo vió de ganchete
Y siguió como que tal!
Allí no dió ni señal
De sufrir algún mareo,
Aun parece que recreo
Tuvo al ver sus tiradores……
Y llegó al banco, lectores,
A LAS NUEVE EN PUNTO EL REO.
Y ante aquel feroz madero
Que sólo el verlo horripila,
Ponce, con pausa tranquila
Y jesto un tanto severo:—
«Dijo voi a morir, pero
A todos les ruego yo
Que me perdonen, y no
Me odien como a un ruin malvado;
Diciendo esto, el acusado
EN EL BANCO SE SENTÓ.
Ya lo que estuvo sentado,
Con una venda en la vista
Por un hábil retratista
El preso fué retratado,
Después, el piquete armado
Con pulso, firme y buen tino
Al pecho del asesino
Sus fusiles apuntó….
Y a una descarga espiró
El famoso Belarmino!