EI HORROROSO CRIMEN
DE PARRICIDIO EN CHILLAN.

    Lectores: vuelvo otra vez,
Con el alma confundida,
Por la pena y el dolor
Que me causa la noticia
Descomunal que hoi los diarios
De todo Chile publican,
Llenando de horror y espanto
Hasta a los mas pesimistas;
Vuelvo, queridos lectores,
A estampar mi humilde firma
Al pié del cruel notición
Que voi a dar en seguida:

    —El dia tres de este mes
(Octubre) ifecha maldita!
De San Cárlos a Chillan
En el tren de medio dia
Llegó un jóven chillanejo;
Y se dirije en seguida
A casa de don Ernesto
Paulsen. Y ahí unas copitas
Bebió de cerveza o ponche,
De Oporto, Jerez o chicha.

    Ya estando un tanto ALUMBRADO
Nuevamente se encamina
A una casa de ajencia…
¡Compra allí la arma maldita!
(Un revólver de seis tiros);
Lo carga y se va de prisa
Para su casa; y allí
A una de sus hermanitas
Le manda llame a su padre…
…Y le anuncie su visita.
Y don José Antonio Acuña..
…¡Oh desventurada victima!
—Cómo ibais a imajinaros,
Por un instante, la inícua
Perversidad de vuestro hijo
Que a su casa lo traia!—
Cuanto el desgraciado padre
Supo, por su amada hijita,
Que su hijo amado llegaba
Al seno de su familia,
Henchido el pecho de gozo,
A verlo se precipita

    Al ver el hijo a su padre
Le amonesta que lo siga
Para la calle, porque
Hablarle a solas queria
Para pedirle perdon
Por la conducta atrevida
Que tuvo de presentarse
En su contra, a la justicia
Porque dejarlo casarse
Con una EXCELENTE NIÑA
Mui HONRADA V MUI HONESTA,
Su buen padre no queria.

    Y en la calle ¡oh, Dios bendito!
Aquel mónstruo parricida:
¡Tres tiros con el revólver
Al que es su padre le tira!
Los dos primeros balazos
Le abren dos grandes heridas:
El primero, al corazón;
Y el segundo, en la barriga;
Por cuyas heridas cae

Muerto al instante en la misma
Vereda, frente a su casa.
Ante la espantosa grita
De los vecinos que acuden
En auxilio de la victima,
Y lo llora sin consuelo
Su numerosa familia…………………
…………………………………………

    El hijo-hechor, cuando vió
Muerto al autor de sus dias
Por sus propias manos, corre,
Corre veloz calle arriba
Gritando con voz vibrante
“¡Al hechor! iAl homicida:
Que ha muerto a mi padre!” Pero
Cuando seis cuadras había
Ya corrido, es detenido
Por el capitan de línea
Señor don Joaquin Contreras;
Y al Cuartel de Policía
Lleva al hijo desalmado
Que a su buen padre asesina!……

                  ———
    De aquí al reo lo conducen
A donde cometió el hecho,
Y ahí llega el Juez del Crímen
Con otros varios sujetos
De importancia; y el Ministro
Del Interior está entre ellos.
Este con mucha emoción
Le pregunta al jóven reo
—”¿Conoces este cadáver?
¿No te arrepientes de haberlo
Muerto por tus propias manos?
¿No te causa sentimiento
Ver al que te ha dado el ser,
Por tus propias manos muerto?
¿No se te acongoja el alma,
Chacal de instintos perversos,
Ver a tu padre sin vida
Y en charcos de sangre envuelto?
¿Qué ceguedad, qué desvios,
Qué rencor tan estupendo
Te han impulsado, infeliz
Mozo, corazón de fierro,
A cometer este crímen
El mas odioso y horrendo
Que ha presenciado Chillan
Desde sus primeros tiempos?”

    El asesino, llorando,
De primeras negó el hecho
Al ver llegar a la madre
Que la vienen conduciendo
Casi desmayada al sitio
Del alevoso suceso…
…No será mi pluma la
Que pueda dar un bosquejo
Siquiera aproximativo
De la angustia y sentimiento
Que se dibuja en el rostro
De aquella esposa del muerto
Y madre del victimario:
¿Habrá sentir mas intenso,
Pena mas mortificante,
Dolor mas mortal y fiero
Y angustia mas matadora
Que, cual afilado acero,
Traspasan el corazón
En un instante supremo,
De la esposa y madre que
A un tiempo llora dos duelos?

    Por esto he dicho que yo
No daré aquí ni un refiejo
Del terrible y cruel dolor
Que hiere el corazón tierno
De la noble esposa que halla
A su amado esposo muerto
Por el hijo que ella misma
Nueve meses crïo en su seno!
…………………………………………
¡Esposa desventurada!
¡Madre infeliz! Compadezco
Yo, como el que mas tu pena,
Tu dolor y sufrimiento;
Que Dios con su gran poder
Mitigue tu desconsuelo.
Y a tu caro y noble esposo
Lo tenga en su santo reino,
Son los votos del humilde
Autor de estos tristes versos
Que dá a la publicidad
Para ejemplo y escarmiento.

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