Tal mujer es el Infierno;
Es la Gloria tal mujer:
Es un ánjel de los Cielos,
¡Es el mismo Lucifer!
La torpe madre que a su hija
Desde chiquita no guió
Por el bien, ni le apretó
Con cariño la clavija,
I la deja que ella elija—
Ya mas grande— cualquier yerno,
I que del hogar paterno
Se dispare licenciosa,
Si es que llega a ser esposa,
Tal mujer es el Infiernó!
Pero, si una madre atina
A educar bien a su hijita
Hasta que está mujercita,
I que siempre a la pretina
La esconde de la vecina
Que le gusta remoler,
Donde siempre suele haber
Peuco que espiándola pasa,
Del hombre con quien se casa
Es la Gloria tal mujer!
Para una esposa como ésta
No hai sandungas ni cuequeos,
Farsas ni maricoteos
No hai embeleco ni fiesta;
En todo es noble i honesta;
Se consagra a los desvelos
De sus tiérnos pequeñuelos
I a su esposo a idolatrar.
Esta reina del hogar
Es un ánjel de los Cielos!
La otra esposa, aunque la mate
El marido, es pati-perra,
I en cada riña le entierra
Las uñas en el gaznate.
Suele ser floja al remate
Si hai niños, ni que comer
Les da, por irle… a tejer
A su esposo algún abrigo.
Esta esposa, ya lo digo,
¡Es el mismo Lucifer!
Ya creo haber demostrado,
En fin, hasta donde es dable
Que una madre es responsable
Del buen o mal resultado
Que da el árbol que ha plantado
Ella por su propia mano:
Si lo cria limpio, i sano
I derechito, no peca;
Si lo olvida i él se enchueca,
Después es trabajo en vano!