UNA ENTREVISTA DEL REO ACUÑA
CON SU ATRIBULADA MADRE I DOS HERMANAS SUYAS, EN SU
TRISTE CALABOZO

Doña Clorinda Sepúlveda, v., de Acuña i madre del infeliz reo José A. 2º Acuña, cuanto supo que el Consejo de Estado le habia denegado el indulto a su desgraciado hijo, se resolvió a hacerle, con dos de sus acongojadas hijas, la mortificante última visita de despedida.
I aquí, perdónenme mis lectores, que les narre en verso (porque la manía de hacerlo todo en poesía ha invadido todo mi ser), la conversación en prosa que tuvo lugar entre ellos el 21 del pasado mes, en una triste celda de la penitenciaria de Chillan

    La madre con sus dos hijas
Llegan ante el triste mozo
Que en su estrecho calabozo
Tiene sus pupilas fijas

    En un bello libro santo
Que está levendo contrito…
I al verse ¡las tres un grito
Lanzan! i rompen en llanto!

    Despues de mucho llorar
Dijole a la madre el hijo:
—”Querida madre: de fijo
Me tienen que fusilar!”—

    Ella, con voz lastimera
Le contestó: “¡Ya lo sé!
I yo tambien moriré
Cuando mi hijo amado muera!

    Sé que no he de resistir
De mi suplicio el rigor,
Pues que el dardo del dolor
Mi corazón va a partir!!”

                  El hijo

“¡Madre: No mueras por mí;
Vive a esfuerzos sobrehumanos
Para mis tiernos hermanos
Que necesitan de tí!

    Para ellos madre mia,
Vive para que los guies
Por el bien, i no los cries
En estrema regalía.

    ¡Que ya ves lo que resulta
De criar un hijo mimado!”
I al decir esto, abismado
Se queda i su rostro oculta

    Entre sus manos crispadas;
I presa del mas agudo
Dolor, hablar mas no pudo…
Sus hermanas, desmayadas

    Están cuasi de dolor;
Mas, la madre ya no llora:
¡El dolor que le devora
Llegó a su grado mayor!

    Por convulsiones estrañas
La mártir es agredida
Que de pié, mira aterrida
Al hijo de sus entrañas.

………………………………

    Esta escena por demas
Desgarradora, finó
De este modo: ¡Nadie habló
Ahí una palabra mas!!

    La angustia mas matadora,
El fiero dolor zañudo
Embargarles la voz pudo
Allí por un cuarto de hora!

    Del reo se despidieron
Las dolientes; i, a la vez
Un mudo abrazo las tres
Por último adios le dieron.

    Pero la madre angustiada,
Mártir de su santo amor,
Al dejar a su hijo ¡horror!
Cayó al suelo desmayada!

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