¡La mas cruelmente abatida
De tas madres eres vos!
Que el cielo enjugue tu llanto,
Tu desdicha tan atroz!
Señorita: aunque hasta ahora
La honra yo no he tenido
De conocerla, he querido,
No ohstante eso, señora,
Escribirte ésta en la hora
Mas adversa de tu vida.
La idea fué concebida
Para ver si en algo calma
Las amarguras de tu alma
La mas cruelmente abatida!
I ojalá permita el cielo
Que ella pueda mitigar
Tu mortifero pesar
De tu riguroso duelo,
De tu mortal desconsuelo
Que te persiguen en pos.
¡Llévalo en amor de Dios
Si entre todas las chilenas
La que hoi padece mas penas
De las madres, eres vos!
¡Que el dolor desapiadado,
Desde hoi tanto no taladre
El corazón de la madre
De un hijo desventurado!
Que harto ya lo han lacerado
El cruel sufrir i el quebranto;
I si ya has llorado tanto
Por el crimen de Chillan,
Desde hoi mis votos serán
Que el cielo enjugue tu llanto.
Si tu hijo i tu noble esposo
Ya de este mundo han salido;
Tu lamento dolorido
Que cese un tanto es forzoso.
I al Dios Todopoderoso
Clámale con tierna voz
Que indulte al hijo feroz
Que a su padre le dió muerte;
I cesará, de esta suerte,
Tu desdicha tan atroz.
I desde ahora a tus hijos
Conságrate, noble viuda;
Que el Señor vendrá en tu ayuda
Si con cuidados prolijos
Les das reglamentos fijos….
Que esos tiernos corazones
No crezcan mui regalones;
Repréndelos a lo lejos.
I al darte aquí estos consejos
Yo te pido mil perdones.