¡Amadisimos lectores
De esta mi querida Patria,
Que siempre han tenido a bien,
Cuando os brindo mis versainas,
De leerlas i esclamar
Con benévola confianza:
Este escritor es el único
Que en Chile no escribe farsas;
Si en decir la verdad pura
No hai quien te pegue palmada!»
¡Ciertito, nobles lectores!
Permitiria me ahorcaran
O quemarme en las hogueras
De Loyola i Torquemada,
Antes que mentir un punto
En mis verdades tan altas.
Dicho esto, sigo adelante,
Para en mui breves palabras
Narrarles aquí un suceso
De aquellos que no se narran
Tan así no más…… ¿qué digo?
Un suceso que se palpa
Primera vez en el mundo,
Pues nunca otro de su laya
Se habia visto hasta ahora
Ni en crónicas anticuadas.
Voi al hecho. En este puerto,
Ciudad de renombre i fama
En todo i por todo, i que,
En novedades i alarmas
De gran bulto, es la que siempre
Más las impulsa i propaga;
En este puerto, repito,
En la semana pasada
Comenzó a correr la bola
De que una noche, a la playa,
Vieron salir (hácia el Sur
De la caleta de Abarca)
¡Una preciosa mujer
De entre las bravias aguas
Del mar; i que en una peña
Estuvo un rato sentada……!
Yo, al oir por vez primera
Esta nueva tan estraña,
Esclamé: «iSi esto no es cierto.
……La mentira es mui grandaza!»
Pero la bola cundia
Con desproporciones bárbaras
Que, hasta los diarios, tambien
La propagan entusiastas,
Por lo que este grave asunto
Ya no me pareció chanza;
I, picado, en grado estremo
De curiosidad, me asalta
El deseo irresistible
De ir yo tambien en demanda
De la tal mujer marina.
I antenoche, sola mi alma,
Llegué al misterioso sitio
Me oculté tras de una peña,
I con la vista imantada
Hácia el mar, quedé en acecho
I…… aguardé dos horas largas…
Cuando ya el helado cierzo
Me iba conjelando el alma,
Por lo que iba a retirarme,
Creo ver salir del agua
¡Oh, conmoción inaudita!
Algo como forma humana.
Quiero huir, pero no puedo,
Ante esa forma que avanza
Hácia mí, i en un segundo
Sobre la peña se instala……
Después del aturdimiento
Que esa aparición me causa,
Púseme a mirarla atento,
Pero no he visto una cara
De mujer, mas linda i bella:
Mas, tal belleza contrasta
Con la mitad de su cuerpo
Que de pescado es formada!
Saciado ya de observar
Aquella mujer tan rara,
Con valor me decidí
A interrogar a tal dama;
I le dije:—«Señorita,
¿Puedo, sin incomodarla,
I sin ser un importuno
Dirijirle la palabra?»—
————
Con tal interrogación
Yo esperaba una sorpresa,
Pero no fué así; la dama
O la preciosa Sirena,
Con voz pausada i tranquila,
Al instante me contesta:
—«¡Nó; por nada, buen chileno,
Que me incomodes te creas,
I hablarme de lo que gustes
Puedes con toda franqueza!»
—«¡Gracias! En primer lugar
Deseara que me dijera
De qué mares viene usted
A estas playas chilenas»
—«Vengo del oceáno Indico
A dar del mundo una vuelta.
Arribé a Valparaiso
Porque tenia entereza
De ver el gran monumento
I la estátua jigantesca
Del coloso de los mares,
De Prat, el jénio de la guerra»
—«iSeñora! usted tiene afecto
Por la marina chilena!»
—«Sí, por cierto, si ella es
La mas valiente que reina.
I no solo a la Marina
La estimo i amo de veras,
Que tambien aprecio mucho
A toda tu amada tierra,
Porque es tierra de valientes,
De hombres de nobles ideas,
De hombres hijos del trabajo
Mas rudo que darse pueda.»
—«Señorita, todo eso
Lo sabe usté a ciencia cierta!
¿Cómo lo sabe? ¡Me ofusco!…»
—«Tienes razón; pero observa:
No te es dado a tí, chileno,
Poder penetrar mi ciencia;
Bástete saber que soi,
Nó por mis formas esternas,
Un ajente poderoso
De la gran Naturaleza.»—
Diciendo esto, hizo una pausa
La misteriosa Sirena,
En la cual la pregunté
Con timidez i reserva:
—«Siendo así, ¿tendria usted,
Señora, la complacencia
De decirme si vendrán
Para esta mi amada tierra
Dias de prosperidad
Como en anteriores épocas?
Porque usted vé que al presente
Su situación no es mui buena»
—«Sí, chileno, mui felices
Dias vendran para esta
Tu patría, que hoi está urjida
Por mil plagas i gabelas.
Peró esos prósperos dias
No vendrán miéntras no tenga
Esta nación tan viril
Una reforma completa
En las leyes pilatunas
Que la hostilizan i vejan,
I que la gran mayoría
De los chilenos comprendan,
Para su gloria i su dicha,
De que «la unión es la fuerza»,
Puesto que, sin ella, no hai
República verdadera.»
—«I para que esa reforma
I esa unión tan lisonjeras
S Sean una realidad
¿Falta mucho?»
—«Ya están cerca»
—«Señorita, ¿qué decis?»
—«Me admiro que te sorprendas
Por lo que oyes ¿qué no has visto
Ya en la capital i en ésta
I en muchas otras ciudades,
A sociedades obreras
Reunirse entusiasmadas
En grandiosas asambleas
I formar el gran partido
De la Democracia neta?
Ese partido jigante
Va a ponerle la paleta
En su lugar a la espúría
Aristocracia chilena
De diezinueve familias
Que impera i reina en tu tierra;
I esa cruel aristocracia,
Que tánto al pueblo desprecia,
I que es de ese mismo pueblo
La mas tirana usurera,
Tendrá que cederle el puesto,
«Por ta razón o a la fuerza,
A la Democracia viva
Que ya sus huestes apresta.»—
Estas últimas palabras
La demócrata Sirena
Las pronunció con tal brio,
Que parecia que ella,
Más que nadie, interesada
Estaba en esta matería.
Después de un corto silencio
Prosiguió: —«En las venideras
Elecciones vas a ver
Cuántos miembros representan
Al Partido Democrático1
En las Cámaras chilenas.»—
Aquí la curiosidad
Me rebosó; i con voz tierna
La interrogué:—« I ¿serán quiénes
Los elejidos en esas
Votaciones?» I repuso,
Con voz dulce i placentera:
—«Poupin i Serei serán
Senadores… ¿te contentas?
Diputados: Malaquías,
Contardo, Pio Cabrera,
Silva, Gutierrez, Saldaña
Por Santiago, i otros treinta
Democráticos vendrán
Desde Iquique i Punta Arenas;
I de la Valparaiso
La lista triunfante es esta:
Don Juan Agustin Cornejo,
Mimado en la clase obrera,
Don Francisco Galleguillos,
Tribuno de la alta escuela
Republicana a lo yankee,
Cuyos principios e ideas
Sostiene a brazo partido
En la tribuna i la prensa;
Briones hijo, i Cantillano
Tambien obtendrán inmensa
Mayoría de sufrajios
En las receptoras mesas.—»
———
Diciendo esto, hizo una pausa
Aquella mujer marina;
Yo tambien guardé silencio
Un momento; i en seguida
La interrogué nuevamente
Diciéndole con voz timida:
—«I el futuro Presidente
¿Quién irá a ser, señorita?»
I al punto me contestó;
—«¡Vaya, chilenol ¿No atinas
A sospechar quién será
El que se siente en la silla
Que va a dejar Balmaceda?
Tienes mui poca malicia!»
—«¿Augusto Matte? ¿Don Cucho
¿Altami……?»«
—«¡Ya no adivinas!
Oye: el primer majistrado
Que esta gran nación elija
En el próximo quinquenio,
Ya a ser el Padre Padilla2……
¿Qué te ha dado algún ataque?
Tu cara se pone livida!»—
Díjome aquella mujer
Fijando en mí sus pupilas.
I en verdad que en ese instante,
Por la gran nueva que oia,
Del mismo gusto, la sangre
Casi se me paraliza!
I, loco perdido, grito:
«¡Que viva Allende! ¡Que viva!
¡Viva don Juan Rafael,
El valiente periodista
I futuro presidente
De la dulce patria mia!»–
La encantadora Sirena
Mirábame complacida,
Que al fin me dijo: —«¿Te agrada
El Presidente Padilla?»
–«¡Hasta la pared de enfrente!
Le contesté ébrio de dicha;
¿Cómo no me ha de agradar
Ese titan polemista,
Que con su chispeante critica
Al magnate mas finchado
Lo vuelve patas arriba;
Ese adalid de la prensa
Liberal, que no se humilla
Ante el mismísimo Diablo,
Si a que le zurre le incita;
Que es el azote mas firme
De topos de sacristía,
De pechoños i de beatas,
I de toda esa polilla
Fanática e ignorante
Que abunda en la tierra mia?……
……La Sirena, al oir esto,
No pudo sufrir la risa,
I me dijo entusiasmada:
–«Chileno, me maravilla
De ver que con tánto ardor
I entusiasmo simpatizas
Con ese gran ciudadano
Que idolatras con justicia.»
–«Es verdad, señora; pero
Entre toda mi alegría
Porque va a ser Presidente,
Algo hai que me mortifica.
Ya siendo Padilla el jefe
Del Estado, el periodista
Dejará la pluma; ¿quién
Va a sacarles la ca…nina
A huascazos a los pillos
I bribones que con cinica
Desvergüenza, por doquiera
Ostentan sus picardías?»—
A este temor tan fundado
La mujer del mar replica:
—«Hijo mio, eres mui cándido,
O mas bien, corto de vista:
¿No alcanzas a vislumbrar
Que ese valiente que hoi pincha,
Sin amilanarse un punto,
A toda fiera dañina,
Siendo el primer mandatario,
Es mui lójico que siga
Desde ese elevado puesto
Dándoles huasca tupida
I con mucho mejor éxito
A esa caterva maldita
De infames facinerosos
Que solo ante él tiritan?
Voi a darte aquí en resúmen
Las reformas infinitas
Que va a decretar ese hombre
Desde la elevada cima
Del poder: —Que vuelva el oro
I vuelva la plata fina
A circular sin demora,
Sin trabas ni ruines miras;
I que en una grande hoguera
Se eche toda la inmundicia
De esos mugrientos billetes
Que la usura mas dañina
Llama moneda corriente,
I se reduzca a cenizas;
Que los derechos de aduana
Sobre aquellas mercancías
Que el pobre consume, i que
Contribución tan inicua
Tan sólo pesa sobre él,
En el acto se supriman;
Que en la Guardia Nacional
Cese la infame rutina
Del coloniaje, i que en ella,
Sin distinción de familias,
Formen todos los chilenos,
I a engrosar pasen las filas;
Que en las calificaciones,
Que son puras tripulinas
Donde se vé al carneraje
Calificarse por lista,
Concluya ya esa chacota
Digna solo de la China;
I que el dia de elecciones
Ya no sean las pandillas
Chocloneras de garrote,
De puñal i bala fria,
De sable, de huasca i lazo,
Las que cubran de ignomina
La sagrada democracia
En ese grandioso dia.
Esto i muchisimo más
Hará en bien de tu querida
Patria ese gran presidente
Que tánto afecto te inspira.
Ahora, en cuanto a este puerto
Que en particular estima,
I en mui alto grado, escucha
Lo que hará por él Padilla;
En primer lugar, los focos
De corrupción e inmundicias
De la calle de Maipú,
Que ya su hedor atosiga,
I los de la Calle Nueva,
I los focos que en tantísimas
Otras calles, funcionando
Están a la luz del dia,
Serán tapiados con cal,
Con ripio i greda maciza;
Que así el pestilente olor
De aquellas cloacas podridas
No afectará la salud
De la jente sana i limpía…
…Esto es bien hecho… I a tí,
Cuando por ahí transitas,
¿No te da vergúenza el ver
A tus paisanas queridas
Hacer las veces de perras
En leva?
—«Yo, señorita,
Nunca paso por ahí…—
—«No me vengas con mentiras!»
A una de esas casitas
Con un amigo, a tomarnos
Un solo vaso de chicha.»
—«I tuviste que salir
Poco ménos que de prisa
Al ver el cuadro asqueroso
Que se presentó a tu vista!
«Otro inmenso bien. Los líquidos
Que se espenden noche i dia
En esta hermosa ciudad,
Contienen tánta malicia
Hecha en su composición,
I Que algunos hasta estricnina
Les encajan, porque así
El licor mas luego pilla;
I como esto es pernicioso
Por demás para la vida
Del que bebe, sin chillar
Con repelentes bebidas,
El activo Presidente,
Que es crisol de la justicia,
Está en estremo irritado
Por estas mezclas dañinas
Que los avarientos hacen,
Llevados por la codicia,
Con los liquidos tan nobles
Que dan las chilenas viñas;
I para cortar de un golpe
Daños que tánto le irritan
Comisionará diez quimicos
De esos que no por propinas
Dejen de aplicar la lei
A toda ruin sabandija
Que por ganar diez por uno
Empanzan a las bebidas.»
———
Yo escuchaba a la Sirena
Con oido tan atento,
Que ni siquiera una sílaba
Perdia de los severos
Pronósticos que me hacía,
Los cuales para este puerto
En época no lejana
Vendrian a ser un hecho.
—«Tambien, ese Presidente,
Continuó, en bien del pueblo
Decretará de que el pan,
Que hoi venden los panaderos
A centavo, i que es tan grande
Como el tamaño de un huevo
De diuca, lo agranden más
I lo den de a diez por medio;
A los que espenden la carne
En las recevas i puestes,
I que a un ojo de la cara
La libra la están vendiendo,
A que no sean tan bárbaros
Los obligará un decreto;
I a los que, por su desgracia
Vendan fruta verde al pueblo,
En castigo de tal culpa,
Tendrán destierro perpétuo;
Los lecheros que a la leche
La mezclen con agua, esos
A la cárcel redonditos
Irán por un año i medio;
Los que jiran en ajencias
De prendas, i que ¡usurerosl
De interés cobren al mes
Más de tres cobres en peso,
Tendrán prisión especial:
De la cabeza en un cepo
Serán puestos por dos dias
I sin probar alimentos;
Que en toditos los trabajos
Que existan en este puerto,
Sea cual sea el trabajo,
I sea quien sea el dueño,
A todos los operarios
Les den aumento de sueldo;
Que el Comercio, sin tapujos,
Sin muecas ni lloriqueos,
Mejore un tanto la suerte
De los curtidos lancheros,
Que trabajan como machos,
Sea en verano o invierno,
Poniéndole el hombro al bulto,
Con el agua a medio cuerpo.
Pero, ¿para qué seguir
Enumerando, chileno,
Díjome aquella mujer,
Los infinitos decretos
Que va a decretar Padilla
En bien de este noble puerto?
I como ya son las doce,
Dentro de un momento tengo
Que emprender mi viaje al sur
Para doblar el Estrecho
I hallarme mañana en Francia,
En el puerto de Burdeos.»
A cuyas palabras, yo
Quedé estático un momento;
Mas, la mujer misteriosa,
Con un tono dulce i tierno,
Me dijo: —«No te anonades,
Amigo, i ten el consuelo
Que será feliz tu patria
Dentro de mui poco tiempo»,
I apretándome una mano
Me dijo: «¡Adiós, buen chileno!»
1 El Partido Democrático fue fundado en 1887 y uno de sus fundadores fue Juan Rafael Allende
2 Padre Padilla, publicación de sátira política, su editor y redactor fue Juan R. Allende