Alce el reloj su gatillo
i acábeme de matar.
¡Para qué quiero la vida
en un continuo penar!
Empieza triste reloj
a dar aumento a mis penas,
pues paso la una en cadenas,
i entre prisiones las dos.
La cuerda hiere veloz
en el muelle del martillo.
I que al susurro del grillo
de las tres en la campana,
i que a mi suerte tirana
alce el reloj su gatillo.
¡Funesto repetidor!
No me admira tu tardanza
pues en las cuatro se cansa
tu principiado furor.
A las cinco con rigor
me atormenta mi pesar:
i a las seis en suspirar
me llega mi fatal suerte,
diciendo: vengn la muerte,
i acábeme de matar
A las siete ya fallece
mi vida en en calabozo,
i a las ocho tenebroso
mi mal mas horrible crece:
porque a las nueve parece
que ha de llegar mi partida,
llorando la despedida
como el cisne a cada hora
pues si no gozo la aurora
¿para qué quiero la vida?
Al fin reloj desgraciado,
que das las diez sin cautela,
ya a las once estando en vela
tus pesas habàs doblado,
i en mi cárcel encerrado
tus cuartos me han de pesar
a las diez has de tocar
a exequias por quien murió,
Anjel Gabriel que vivió
en un continuo penar.
Nota: verso publicado en La décima en el Perú de Nicomedes Santa Cruz, p. 150.