SEGUNDA PARTE.

A dar pienso a mi caballo,
¡Ai de mí que soi perdido!
en una casa de campo
veinte pasos del camino.

A este punto donde estoi,
precipitado llegué;
por el amo pregunté,
quedaron todos turbados.
¿Qué se ofrece caballero?
respondió luego un anciano.
–Esta jente, qué hace aquí?
–Tres hombres que están cenando
–Aquí teneis a Portela:
dadle un pienso a mi caballo.

Uno de ellos dió un suspiro
de los tales que cenaban;
sus lágrimas derramaban,
cuando a Portela le dijo:
qué suerte tan desgraciada!
¿dónde vas desconocido?
tu padre me dió una carta;
adelante, soi tu amigo,
en las manos de Portelas;
¡ai de mí que soi perdido!

I leyendo con cuidado
estas palabras decia:
«te van a quitar la vida;
hijo mio, lo he pensado
que te marches de la España,
no cometas mas estragos,
que en Córdoba tu cabeza
ayer mismo pregonaron”
¡Oh! qué noticia recibo
en una casa de campo!

Un año justo i seguido
de ladron mas afamado;
mi vida ya he despreciado.
que para nada la estimo;
vengan pollos i gallinas,
i a cenar junto conmigo
i despues venga fandango
i buenos tragos de vino,
que este gasto yo lo pago
veinte pasos del camino.

A mí nada me acobarda,
me llaman el temerario,
facineroso en mi planta.
cuando el trabuco disparo.

Cuando llegó la mañana
le dije a mi compañero:
como amigo te la entrego;
cuando llegues a mi casa,
a mi padre, con secreto,
le entregarás esta carta
los dineros i el bolsillo,
porque a mí no me hace falta;
i vivid todos tranquilos.
que a mí nada me acobarda.

Bien montado en mi caballo
de la casa me despido;
me tiraron cinco tiros
al subir por un barranco.
Aquí te quiero, Portela,
i amparándome de un árbol,
dos heridos van por tierra
de un tremendo trabucazo:
i quedó el leon guerrero;
 me llaman el temerario 

Una partida de capa,
diez hombres mui bien armados
del gobierno son pagados
i agarrarme se adelantan;
todos somos audaces,
fanfarrones no me bastan,
i al salir por unos pinos,
me tiran una descarga,
me mataron el caballo.
facineroso en mi planta

Cuando me ví desmontado
de sentimiento lloraba;
a unas peñas retiraba
cuando todos me cercaron;
date, date, Juan Portelas!
ocho tiros me arrojaron,
los que hirieron al valiente
en la cabeza i un brazo;
de sangre bañado estaba
cuando el trabuco disparo.

Ya perdí las esperanzas,
de mis padres el honor
las fuerzas me faltan ya;
del cielo baje el pardon.

La sangre que derramaba
me cubria el corazón;
ni siento mi muerte, nó
voi a pagar mis hazañas;
me agarraron entre dos
i con cordeles me amarran;
cuando llegó el comandante
todos ocho me acompañan,
me llevan como traidor;
ya perdí mis esperanza.

Con tal anhelo i cuidado
a paso doble marchaban,
con bayoneta calada;.
ántes de ponerse el sol
les pedí un poquito de agua,
i les dije en alta voz:
por dios, quitadme la vidas
que en Córdoba, no entre yo
que está mi familia honrada
de mis padres el honor.

No te puedo remediar,
el comandante me dijo,
ya no tienes mas recurso,
es preciso caminar;
a Cordoba te llevamos,
por órden del jeneral;
padre, madre i hermanitos,
mis culpas voi a pagar,
un año que no me han visto;
llas fuerzas me faltan ya.

Multiplicó mi dolor
al entrar por la ciudad;
padres, madres i familias,
causó gran admiración
todos me vienen detras
ya cojeron al traidor;
otros lloran sin cesar;
me llevan a la prision;
me cargan de cadenas;
del cielo baje el perdon.

Quedarse todos con Di[os]
perdon le pido a la jente
que una mujEr fué la ca[usa]
de pelear contra la mue[rte]

Me toman declaracio[on]
trece muertos dos heri[dos]
de ladrón un año he si[do]
mi causa finalizó;
tiene pena de la vida;
todo el tríbunal firmó
Ya me ponen en capil[la]
con un Cristo Rede[ntor]
¡ai! mis padres i her[manos]
quedárse todos con Di[os]

Aquí se amansa el v[  ]
aquí se pierde el valor,
la honradez i pundonor
i se afrentan los pariente
aquí tengo el confesor;
ya Portela se arrepiente,
ya el patíbulo me espera, 
mañana será mi muerte;
de los males que he causad[o]
perdonen todas las jente,

Calles, ventanas i casas,
Cordoba i sus habitantes,
perdonadme en adelante,
socorred mis dos hermanas.
Abuelos, padres i niños,
las peñas i las montañas
las fuentes ¡oh mis amigos!
llorad vuestra dulce calma,
i que no olvideis confio,
que una mujer fué la causa.

Ya salgo con un piquete
i una caja destemplada;
la caridad me acompaña;
me miran todas las jentes.
Adios, adios, compañeros,
adios, adios, para siempre,
veinticinco años de mundo,
mirad todos a mi suerte,
un Santo Cristo en mis manos
le pido que no me deje.

Ya subo por la escalera.
ya el verdugo me acomete;
creo en Dios Padre i Dios Hijo,
aquí fué el dolor mas fuerte;
ya me sientan en el palo,
mirando estoi a la jente,
me retiran la cabeza,,
un torno al cuello me meten,
i al decir su único Hijo,
a pelear contra la muerte.

Ver lira completa

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *