Cabeza fué sentenciado
Por el código penal
A la pena capital.
Que muriese fusilado.
De la capilla salió
Triste i mui enternecido
Contricto i arrepentido
Del mundo se despidió
Todo el vulgo presenció
Al sacerdote a su lado
Que ya lo habia auxiliado
En su lúgubre aposento
A morir, para escarmiento
Cabeza fué sentenciado
Un precioso crucifijo
Contra, su pecho oprimia
Quizá el reo le pedia
El perdon de su alma fijo
Se oyó que en silencio dijo
Padre mio Celestial
Yo soi aquel criminal
Que por mi horrenda malicia
Me condenó la justicia
A la pena capital.
Gruesos i pesados grillos
Llevaba aquel delincuente
Hacian sudar su frente
La barra i los dos anillos
Hombres, mujeres, chiquillos
En trance tan sin igual
Miraban la faz mortal
Del que por un justo juicio
Fué condenado a suplicio
Por el código penal.
Llegó al banco i lo miró
Con moribunda mirada
I con aptitud angustiada
Dobló el cuerpo i se sentó;
El verdugo lo amarró
Como siempre acostumbrado
Cumpliendo lo decretado
I el pueblo se enternecia,
Diciendo: le convendría
Que muriese fusilado.
Al fin, el padre dejó
Al reo, i miró al piquete
I el oficial su florete
Por señal lo levantó;
I al estampido se vió
Al reo, muerto en verdad
I toda la sociedad
El golpe de gracia vió
Cuando del reo, subió
El alma a la eternidad.