Señores, con un contento
Que ya el alma me enajena,
A alzar esta copa llena
Me levanto de mi asiento;
Pues quiero, en este momento,
A impulsos del gran placer
Qué esperimento, tener
La dicha, el júbilo inmenso
De pronunciar aqui en verso
Un brindis que voi a hacer.
Con aplausos mui sinceros
Voi esta copa a brindar
Por la dicha y bienestar
De los valientes mineros.
Que son los héroes primeros
De nuestra gloria industrial.
Si ellos con pujanza tal
Arrancan en ruda guerra.
Del corazón de la tierra
La riqueza nacional.
Esos invictos campeones
De las fortunas chilenas,
Que tantas suertes ajenas
Labran con tantos millones
Que estraen de las rejiones
Ocultas de este planeta,
Que persiguen una veta
Hasta su último terreno,
Con la cuña y el barreno,
Con el combo y la barreta.
Y aunque se hallen a una hondura
De dos leguas bajo el suelo,
Jamás desmaya el anhelo,
La pujanza y la bravura
Con que a la veta mas dura
El fornido barretero
Rompe con brazo de acero
Que, a lo que es coton quitado,
Y hasta el pecho bien fagado
Le cruza parejo y fiero.
Y el apir en su apireo,
Siempre alegre, chusco y lacho,
Saca en su enorme capacho
Del mas hondo laboreo,
Lo mismo que por bureo,
Sus treinta vueltas o viajes;
Baja como los celajes
Por los piques y chiflones,
Haciendo con sus talones
Temblar los escalerajes!
Brindo pues, porque el minero
De Chile primer baluarte,
No siga ejerciendo su arte
Con la fé del carbonero.
Que él, desde hoi sea el primero
Como dueño del metal,
Quien goce del capital
Que da su brazo pujante
Para que así, en adelante,
Goce de dicha cabal.
Que los que al pirquin trabajen
O de por si –desde hoi dia
Los logreros a porfía
Ya mas no los aventajen.
Cuando sus acopios bajen,
Si el que ensaya, con simpleza
Quisiere de la remesa
Descolorizar la lei,
Con una vara de buei
Demuélanle la cabeza!
HE DICHO.