Un caballero hacendado
Por su mano se ultimó:
Como un impío tirano
De un balazo se mató.
Lectores, aquí decreto
A don Santiago Rodriguez,
I la pluma hablando sigue
Dando el detalle completo:
Penetraba este sujeto
En su dormitorio, armado,
I una noche dislocado
Con ira contraria i fuerte,
Solo se atrajo la muerte
Un caballero hacendado.
Colinda con Talagante
La hacienda de este fatal;
Del hecho tan crimenal,
Que al leerlo es aterrante.
Este rico estravagante
En su pieza se encerró
I a nadie le conversó
Lo que intentaba su mente;
Así fué que de repente
Por su mano se ultimó.
No he podido saber yo
Por completo el fundamento
Del caballero violento
Por lo que se suicidó.
Una noche le pidió
A la sirvienta, el humano,
El desayuno temprano;
Al dia siguiente, advierto,
Donde lo encontraron muerto
Como un impío tirano.
Pánico quedó el sentido
De los que esto presenciaron,
Cuando muerto lo encontraron
En ese lecho tendido.
Sin sentirse el estampido
Del arma que descargó,
En el sentido se dió,
Cayendo el revólve al suelo;
Sin temerle a Dios del cielo
De un balazo se mató.
Al fin, de este desgraciado
Doi la comprobanza luego:
Me dicen que por el juego
Fué por lo que se ha ultimado.
Como le habían ganado
Su fortuna tan dichosa;
Mi memoria no reposa
De hablar lo que sucedió;
I dos cartas le dejó
A su mui querida esposa.