Tragedia de bella esperanza
por Azucena Roja, poetisa popular de Santiago.
CUARTETA
Nuevamente una tragedia
se agrega a mi situación
la total imprevisión
con que nada se remedia.
GLOSA
Aún no estaba repuesta
del susto del temporal
cuando mi sino fatal
de nuevo llamó a mi puerta:
¡Ay!, Señor: ¿Qué vida es ésta
que tan sólo el mal me asedia?
Si parece una comedia
de las que dan por serial
termina y empieza igual
nuevamente una tragedia…
Me encontraba resignada
en medio de la pobreza,
que me esperaba en la pieza
hecha de tabla embarrada:
Me dormía esperanzada,
repitiendo el corazón
el nombre ‘e la población
que piadosa me albergaba,
más lo que yo no esperaba
se agrega a mi situación.
Y fue la fatalidad
una cocina que inflama,
y abrasadora la llama
cundió hacia la vecindad:
Se propagó sin piedad
a toda la población
reduciéndola a un montón
de escombros y de cenizas
culpándose muy precisa
la total imprevisión.
De imprevisión, sí, señores
se culpa no al que la habita
sino a todo el que permita
que se produzcan horrores
para ver los sinsabores
la verdadera tragedia
que al pobre siempre le asedia
como tal ha sucedido
y sólo promesa ha sabido
con que nada se remedia.
DESPEDIDA
Al final, nuestra pobreza
es ahora más amarga
y esperamos quién nos valga
sin que sea una promesa;
el sacrificio más pesa
cargado con desconfianza.
Se nos quemó una esperanza
y otra vuelve a florecer,
y esperamos como ayer
lo que pal pobre no alcanza.