Tandeando con la floricultura
Por Luis Polanco, de Conchalí
Estoy haciendo un injerto
de durazno en un nogal,
tendrá el fruto que va a dar
cuesco afuera y pulpa adentro
tendrá ventajas por cierto
sobre el durazno corriente
ya que no tendrá la gente
al comerlo que lavarlo,
tampoco habrá que pelarlo
y el gusto será excelente.
Otras ventajas que usté
deberá tomar en cuenta:
la fruta no se revienta
por muy madura que esté:
con mi durazno al revés
no se precisan cuidados,
podrá llevarse al mercado
golpeándolo si se quiere
y el comprador lo prefiere,
pues no se ve machucado.
Y si se presenta el caso
que fruta en vino se quiera,
el cuesco hará de ponchera
y también hará de vaso;
se dará un simple puntazo
al durazno en el pezón
y una adecuada porción
de vino se pondrá adentro
será su contentamiento
el fruto de mi invención.
Me interesa que el durazno
llegue a todos los hogares
y que todos como iguales
lo compren barato y sano;
yo aseguro que el gusano
la pulpa no va a picar,
pues no podrá traspasar
el cuesco que la defiende,
tampoco podrá, se entiende,
picotearlos el zorzal.
Plantaré en altas laderas
mis extensos duraznales
que limpios de peñascales
miren a las carreteras;
convergerán las hileras
por una común cuneta
hacia donde las carretas
habrán de estar esperando
y un hombre estará cortando
los frutos para la venta.
Y cuando haya cosechado
duraznos de mis injertos
haré otros descubrimientos
y han de quedar asombrados;
ya tengo algunos pensados
para agrandar mi arbolera,
haré injertos de ciruelas
blancas y de otros colores,
verán después de las flores
los puros cuescos por fuera.