El asalto a “El Siglo”

El asalto a “El Siglo”
Por José Emilio Mora

Cobardes, asesinos y matones
el pueblo asuelan en la vieja Hungría
Pero no contentos con la cruel sangría
hacen actuar en Chile a sus hampones
EL SIGLO asaltan. Sus máquinas destruyen.
Sádicos a periodistas allí hieren.
Las verdades son duras y les duelen.
Luego, después, felices, huyen, huyen.

Es el fascismo contumaz y puro
que quiere para el mundo las cadenas.
Es el mismo de antaño que la escena
de la historia volver quiere a lo obscuro
Son los hijos de Hitler. Son sus Tropas
de Asalto y guardias blancos
que heredaron sus botas y sus trancos,
junto con caducas actuaciones y sus ropas.

Pero no pasarán. No pueden ¡No!
Encontrarán el puño bien cerrado
del pueblo entero, firme, atrincherado
lo mismo que antes cuando los barrió,
EL SIGLO dirá siempre la verdad.
Enhiesto, alto y duro en el combate
No nos amedrenta el nuevo embate
del laque, la pistola y la arbitrariedad.

Aquí estaremos siempre defendiendo
la causa de los pueblos sojuzgados,
al obrero que lucha, al empleado,
y al campesino que vive muriendo
Y puede el cruel fascismo estar seguro
que no silenciaremos nuestra voz
Por cada golpe devolveremos dos,
porque el pueblo de Chile es hueso duro.

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Gajes del sistema capitalista

Gajes del sistema capitalista
Por J. A.  Jorquera, Poeta Popular de Puerto Natales

Dentro de un laberinto de canales
se encuentra enclavado Puerto Natales;
el mas apartado lugar.
Lo circundan altos cerros nevados
y en el invierno un frío endiablado,
a sus habitantes los hace tiritar.
Ahora ya están por terminar
las cortas faenas de esquilar
al productivo ovino.
Da envidia ver los montones
de espumosos vellones
esperando su destino.
Luego esta materia en bruto,
con carácter irresoluto,
la llevan al extranjero.
Allá en las fábricas de tejidos
los vellones son convertidos
en lindos y vistosos géneros.
Retornados en encomiendas
llegan a nuestras tiendas
los casimires y paños.
Los obreros quedan confundidos, porque
se ven impedidos
con los precios tamaños…
Todo esto resulta irónico,
no obstante ponernos afónicos
en aclarar esta disparidad;
pero, como ellos son los dueños,
truncan nuestros sueños
de vestir con comodidad.
Y cuando todo esto se xxxxxxxxxx¹
y el calor justo no resulta,
habiendo tantísimos testigos…
es para perder la paciencia
antes la pétrea inconsciencia
de privarnos del abrigo.
Los que sufren son los niños
que no les basta sólo el cariño,
sino de andar abrigados.
por eso que vale la pena
que triunfe la izquierda chilena,
para no ser más postergados…

1  Ilegible en nuestro ejemplar.

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A Manuel Rojas Llantén

A Manuel Rojas Llantén
Por Julio González

Manuel Rojas te llamas
y eres panadero.
Ayer, el pueblo fué a colocarte
como una semilla
en la tierra caliente
bajo el sol de febrero.

Tu acción de obrero combativo
nadie podrá olvidarla.
Tus seis hijos tomarán tu ejemplo
y seguirán tu camino camarada Rojas.
No lo dudes. Triunfaremos.
te escribe estas palabras
un maestro.

Fuiste un dirigente
de los panaderos.
En tu población fuiste
de los primeros.
Llevaste la esperanza
y la lucha al pueblo,
el pan y la libertad
y tu palabra de fuego.

Eras socialista y panadero
hombre del trigo, hombre entero.
Luchador incansable de la vida.
Fuiste obrero.

Esto eras tú y sin embargo
moriste por los golpes
de los carabineros.

Tú no querías que el Hambre
se ensañara con el pueblo.
Querías que la vida floreciera de nuevo.

Pero nos uniremos los chilenos,
camarada Rojas,
nos uniremos y te vengaremos.
Seguiremos en la calle
cantando tu ejemplo.
Nos uniremos, camarada,
y lucharemos.

Ganaremos un Parlamento
para el pueblo
El Gobierno después tomaremos.
Tus camaradas dictarán leyes,
para engrandecer tu Patria amada.

Se levantará la vida
con moldes nuevos.
Entregaremos la tierra al campesino,
semillas, arados y aperos.
En el cobre sólo habrá chilenos.
El salitre será de Chile entero.
En la industria del pan
reinará el panadero.
Crecerán las fábricas de tu Patria.
Saldrá un humo nuevo.
Esto te ofrecemos camarada Rojas,
para tu hijo Guillermo y los chilenos.
Te ofrecemos, camarada,
y cumpliremos.

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La puerta

Nuestra selección poética de hoy:
La puerta
por Rubén Azócar

Puerta ruinosa, puerta obscura,
eres como mi madre,
que me abría los brazos cada vez que volvía.

Yo recuerdo que, cuando se la llevaron muerta,
abriste las dos alas,
como un pájaro triste que se va de la jaula.

El camino en silencio
se tendió como un perro
frente a la antigua reja.

A veces se me ocurre
que alguien viene a buscarme.
Entonces, como nunca, te hallo igual a mi madre.

me siento en tus umbrales,
como sobre una falda,
y me pongo a llorar para que me consueles.

Puerta ruinosa y triste
tienes las alas negras, y los ojos obscuros,
y el alma hecha pedazos.

Apriétate a mi cuerpo como en un abrazo,
como hacía mi madre
para que no me fuera.

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Canción

Nuestra Selección Poética de Hoy:
Canción
Por Juan Guzmán Cruchaga

Alma, no me digas nada,
que para tu voz dormida
ya está mi puerta cerrada.

Una lámpara encendida
esperó toda la vida
tu llegada.

Hoy la hallarás extinguida.

Los fríos de la otoñada
penetraron por la herida
de la ventana entornada.

Mi lámpara estremecida
dió una inmensa llamarada.

Hoy la hallarás extinguida.

Alma, no me dices nada,
que para tu voz dormida
ya está mi puerta cerrada.

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El piuchén

Nuestra selección poética de hoy

El piuchén
Por Luis Ortuzar Gonzalez

Cuando yo era niño chico,
mi agüelo, qu´en gloria esté
me contaba, en esas noches
en que se siente llover,
juntoa las cepas qui ardían
l´historia del piuchén.

En las vegas di una hacienda
pu´allá junto a poagüel,
moria flaco el ganao
sin que supieran por qué.
De cotidiano encontraban
al clariar, uno, dos, tres
animales moribundos,
ejando cerdas y plumas
di un espinal al través.
En tiempos del aelanto
e las moas y el saber,
no son hoy día animales
a los quien merma se ven,
más flacos y atribulaos
y tristes cada vez;
son hombres que tienen hijos
que vestir y mantener;
son los pobres mal pagaos,
con plata bruja tal vez,
y que se tragan el llanto
o la rabia, a comprender.
qui alguien les chupa sangre
¡Lo mesmo qu´ el piuchén!

NOTA: Este poema forma parte del libro “Tiempo ido”. Nos fué enviado por el lector Sergio González Maraboli.

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¿Nunca ya?

Nuestra selección poética de hoy

¿Nunca ya?
Por Víctor Domingo Silva

¿Nunca ya tu mano breve,
mitad ámbar, mitad nieve,
me enviará
otra dulce carta escrita
con su letra menudita?.
¿nunca ya?

¿En la tarde visionaria
la casita solitaria
siempre está?
¿Siempre está la blanca puerta?
¿Siempre el aire por la huerta
viene y va?

¿A lo largo del camino
suelta un pájaro un divino
trino en la?
¿En un chorro de armonía
el torreón despide al día
que se va?

El jardín con sus violetas…
¡Ah las puras, las discretas
flores! ¡Ah
los ramitos que tú hacías!
Y esas fucsias que eran mías
¡todo está!

El rosal que tú despojas
ya no da sus gracias rojas,
ya no da.

¡Y la oscura madreselva
ya no espera que yo vuelva
por allá!

El nogal junto a la reja…
el sendero que se aleja…
–¿Vamos ya?–
Luego arriba, entre gorjeos,
inauditos cuchicheos:
–¿Bésala!–

Esa risa, ese alborozo,
esa charla junto al pozo:
¿-Quieres? -¡Bah!-
Esa charla tan sin charla
no podremos reanudarla
nunca ya!

–¡Cuenta un cuento!– Dime un verso.
–¡Qué capricho más perverso!
–¡Allá va!–
–Aún recuerdo la leyenda
bella, mágica, estupenda
de la FLOR DE LILOLA!

Y tu flor, la favorita,
la fragante, la exquisita
resedá,
sola acaso, acaso mustia
y abatida por la angustia,
¿qué dirá?

Yo era bueno. Tú eras niña.
¿Quién al alto de la viña
subirá
cómo entonces nos subimos
a jugar con los racimos?
¿Quién lo hará?

Las palomas siempre en fiesta…
Y aquel gallo de alta cresta
¿dónde está?
¿No conversa ya contigo,
no pregunta por su amigo
Monsieur K…?

Ojalá me hables de todo:
de aquel sol, de aquel recodo
que iba allá;
de tus aves de tus flores…
¡y ojalá escribiendo llores,
ojala!

Y tu carta, cuando llegue
y a mis ojos se despliegue
me dirá
que la novia de otros días
eres tú, que me decías:
–¡Ven acá!–

“Ven acá, mi amor te espera.
En mi amor la primavera
siempre está…”
¿Dónde está que no me invita
¿Qué será de mi aldeanita,
que será?

Nunca ya mi amor se olvida
del perfume que despide
tu recuerdo: resedá…
¡Y en los éxitos supremos
nunca ya nos separaremos,
nunca ya!

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Víctor Domingo Silva (1882-1960)

Poeta, novelista, cuentista, dramaturgo y periodista, Víctor Domingo Silva nació el 12 de mayo de 1882 en Tongoy. En 1901 arribó a Valparaíso, ciudad en la que permaneció por espacio de 15 años…

Poeta, novelista, cuentista, dramaturgo y periodista, Víctor Domingo Silva nació el 12 de mayo de 1882 en Tongoy. En 1901 arribó a Valparaíso, ciudad en la que permaneció por espacio de 15 años. El Puerto, por esa época, bullía de actividades culturales atrayendo a muchos artistas e intelectuales de otras provincias. Víctor Domingo Silva participó activamente en las tertulias de la época junto a Carlos Pezoa Véliz, Augusto D’Halmar, Daniel de la Vega, Ernesto Montenegro, Zoilo Escobar y Gustavo Silva Endeiza, entre otros. Junto a otros escritores fundó el Ateneo de la Juventud de Valparaíso, la Universidad Popular y se desempeñó como periodista de El Mercurio de Valparaíso, en donde escribía con el seudónimo de Cristóbal de Zárate. Además trabajó como periodista en varios diarios de la época como La Provincia de Curicó, del que además fue fundador, El Tarapacá y La Nación, entre otros.

En 1905 Samuel Lillo lo invitó a leer su poesía en el Ateneo de Santiago. Su intervención tuvo gran éxito, en palabras de Lillo: “Se sintió repercutir bajo la bóveda de la Universidad un huracán de versos y estrofas en que chocaban con visos de pedrería las metáforas de Hugo y de Andrade, los arranques de Pedro Antonio González y los ritmos vibratorios de Rubén Darío, y por encima de este oleaje tumultuoso, la figura personalísima del poeta, que iba a ser por muchos años uno de los líricos más altos de América”.

Reconocido por sus inquietudes como luchador político y por su enorme popularidad entre los trabajadores de la pampa salitrera, en el año 1915 fue elegido diputado por la primera región. Al término de su representación parlamentaria viajó a Uruguay y Argentina, donde estrenó algunas de sus piezas teatrales. Como funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores, en 1924 recibió su primera destinación diplomática como cónsul en Argentina, posteriormente en España, República Dominicana y Haití.

En 1905, publicó Hacia allá, su primer libro de poesía. Este primer volumen inauguró una extensa producción literaria que abarcó todos los géneros. En poesía publicó El derrotero (1908), Romancero naval (1910), y Poemas de ultramar (1936), entre otros. Su labor como novelista quedó reflejada en Golondrina de invierno (1912), con la que obtuvo el primer premio en el certamen convocado por el Consejo Nacional de Bellas Artes y que es una de sus obras más conocidas; también, La pampa trágica (1921), Palomilla brava (1923), por mencionar otras novelas. Su vocación teatral quedó registrada en un buen número de obras de teatro, entre las que se encuentran El pago de una deuda (1908), Nuestras víctimas (1912), Las aguas muertas (1921), y Fuego en la montaña (1938). Una de sus composiciones más afamadas es, sin duda, el poema titulado “La nueva Marsellesa”, que escribió en el año 1903, con motivo de una violenta represión a la Huelga realizada por los trabajadores en Valparaíso.

Recibió el Premio Nacional de Literatura en el año 1954 y el Premio Nacional de Teatro en 1959. En Chile fue asesor literario de la empresa Zig-Zag, fundador de la Sociedad de Autores, miembro del Ateneo de Santiago y de la Academia Chilena de la Lengua. Después de una destacada trayectoria en las letras nacionales, murió en Santiago, el 20 de agosto de 1960.

Fuente

Se presenta el poeta nortino

Se presenta el poeta nortino:

LO QUE YO LE DIGO:

Yo te voy a publicar
porque tenís mucho ingenio,
pero sabís quel convenio
rige pa lo popular;
no debemos aceptar
más que décima o cuarteta
y vos agarrai la treta
de hablarme de otra manera:
déjate, pues, de leseras
y la condición respeta.

LO QUE ME DICE JOTATERCE:

Me pide datos, Marcela,
y que le iga quién soy
y yo, por satisfacela,
igual quiago con mi aguela
altirito se los doy.

Pero priunto con dulzura
y sin pizca de maldá,
¿por qué tanta intrusidá?
¿O es que usté se agüelto cura?
¡Explique la payasá…!

Porque sie soltana está
bien católico soy yo,
pues fe tengo y creo en Dios,
pero digo la verdá;
en curas no creo, no.

Empecemos, pus, Maestra,
el finteo de las pallas
pa lo que usté es harto galla,
que a pie firma en la palestra
a todos los tiene a raya.

Y al suscrito, Jotaterce,
un humilde aficionao,
su decir autorizao
de que lo del puede leerse
lo tiene re-entusiasmao.

Leuciones no hey recibío
de métrica ni un palote,
yo te escribo al puro lote
y si algo hubiera aprendío
talvez taría en su lote.

Pero usté, toda bondá,
me ha dicho que tengo pasta
y como puallá hay casta,
a lo mejor es verdá,
pues yo soy de Antofagasta.

Ancha tierra que se expande
más inmensa que ninguna,
de oro blanco fué laguna
Capital del Norte Grande,
onde el Sur hizo fortuna.

Veinte años hace que falto
desa tierra muy quería,
fue la lucha por la vía
lo que mizo dar el salto
y andar en larga agonía.

En mucha parte hey andao
sudoroso el entrecejo.
bien re-golpiao el pellejo,
pero tengo, aunque cansao,
la esperanza de Verdejo.

Cuando ví su desafío
estaba recién llegao
a este pueblo estirao
onde too es doutorio
y nai es aficionao.

Y como na conocía
y tenía, lo primero,
que procurarme el puchero,
es que apenas yo leía
nuestro diario el más sincero.

Y aprovechando el boleto
que daba ña Marcelita
pa escriabir unas tallitas
jué que recogí su reto
con qué gusto, por la chita!

Pero tenía harto mieo,
mieo este que me lo trajo
al ver con qué desparpajo
a ña Marcelina Ovieo
me la miraban pa abajo.

Y la garganta hecha un núo
me priuntaba asustao
¿Ir yo a tenre lao
entre tanto macanúo
toititos endoutoraos?

Al fin, vencieron las ganas
que las tenía por miles
y agora que estaba en Chile
me sentí con doble pana
y hasta con menos abriles.

Algunos datos ley dao.
Misiá Marcelina Oviéo,
seguiré si es que yo pueo
y esto sale publicao
espichando su careo.

Porque en este Chile hay tema
y gente de mucha altura,
magnates de cara dura
que tiene por solo lema
la mayor sinvergüenzura.

Entonces hasta el domingo,
que espero con el alborozo,
mientras tanto yo remozo
y pongo a pastar mi pingo
que usté vé que es bien latoso.

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