Por los mineros del carbón
Por Jorge Obrero del Carbón y Juan II Placencia, poetas populares de Coronel.
Como pueta ‘e la región
escribo con todo esmero
por los heroicos mineros
de la zona del carbón;
por lo valientes que son
cuando se meten al hueco,
con manche, charra y huameco
fuera de equipo sencillo
hablando sin baratillo
no habrá quien los pare en seco.
Con el gorro en la cabeza
y su lámpara encendida
no temen perder la vida
por trabajarle a la empresa;
así hablando con franqueza
es el roto más sufrido
es el minero aguerrido
como ninguno quizás
es el hombre más audaz
debe ser reconocido.
Desde apir a barretero
son hombres de mucha acción
para extraer el carbón
jamás han tenido un pero;
son los hombres más sinceros
hablando con amplitud,
no temen al gas grisú
u otro peligro indicado
aunque al año son premiados
sólo con la gratitud.
El trabaja sin cesar
en varios kilometrajes,
en los cortes y en rebajes
muy adentro, bajo el mar;
él sabe su patria amar
con todo su corazón,
él defiende su nación
en toda su gran jornada,
con manche y a veces nada,
porque así es su condición.
Con ocho horas cotidianas
como mísero gusano
se arrastra este ser humano
por las partes más mal sanas;
desde el turno ‘e la mañana
hasta el turno nochero
de la mina me refiero
nunca deja ‘e continuar
este hombre por trabajar
para ganarse el puchero.
Yo conozco sus labores
porque yo estoy en lo mismo
en los profundos abismos
donde se sufren los dolores;
yo conozco los rigores
del más pobre proletario
por ese sustento diario
que no da pa’ mantenerse;
como así no puede verse
pide aumento de salario.
El va siguiendo la veta
desde que ha sido cortada
a él no le importa nada
que así sea su planeta;
por algo es de sangre neta
de verdaderos patriotas
y aunque le corra la gota
diariamente de sudor
sabe a buen juicio y amor
que es hombre de la gran nota.
Desde que baja al chiflón
ya su designio es fatal,
si no llega al hospital
pasa derecho al panteón;
tal es la vida del peón
del que nace pa sufrir
hay razón para pedir
por sacrificio y afán,
un mendrugo más de pan
porque peligra el vivir.
El hombre que huacha el carro
y el pobre enmaderador,
todos tienen su valor
por servicial y bizarro;
si el hombre fué hecho de barro
no es justo ser despreciado
porque del sudor, mojado
lo verán todos los años
siempre con su desengaño
que pueda ser mejorado.
Al fin, dignos compañeros
ya tendré que terminar
este verso popular
del sufrimiento ‘el minero;
de silicosos postreros
en este montón yo integro,
pero en cambio yo me alegro
porque hay fe de patriotismo
y ser uno de los mismos
que acarrean oro negro.