Para la niña de mis sueños
Por Manuel Urbano, poeta popular de Puente Alto.
¿Adivinas lo que miro
cuando te miran mis ojos?
El beso sensual y rojo
que de tus labios suspiro.
De tu ser, que todo admiro,
me cegaron tus encantos.
No pienso en un desencanto
si en lucidez te mirara.
Eres bella y yo jurara
que eres más por mi quebranto.
No tengo derecho a tanto
como decir lo que digo,
más, no poco, pues dedico
a tu belleza mi canto.
Puedo yo amarte, entretanto.
Sin transgredir la moral
Yo no quiero hacerte mal
con inculcarte el pecado
–virtual desliz adorado
que sólo sueño al cantar.
Puedes, pues, adivinar
lo bien que te admiro y quiero
y te deseo. Soy sincero
y no te haría pecar,
y eso, por no desflorar
de tu belleza, tu honra.
Si te canto, no deshonra
mi pluma tu honestidad,
porque me inspiro, en verdad,
en tu hermosura que asombra.
Eres fugaz, cual mi sombra
que miro al mirar tus ojos,
o el beso en tus labios rojos.
Mas ¡¡Ay…! que el verso no nombra
el azul que me atolondra
de tu pupila encendida
y el blanco que me fascina
de tu cuerpo en esplendor.
Mi verso. ¡Oh! niña de amor
profano y casto iluminas.
Muy difícil golosina,
no por cara o por altiva.
Es mi pecho el que cultiva
el sentimiento que anima,
una pobreza perlina
para mi canto pagano.
No pretendo que mi mano
desgarre tu vestidura.
Sensible es gozarte pura
y es ingrato lo malsano.