Matices del canto
Por Luis Polanco, poeta popular de Santiago
Sea el canto, sin cercado,
dueño del espacio abierto,
ancho como el firmamento,
para todos entregado.
Sea el futuro enlazado,
afianzado en la hermandad
que exalte la libertad,
en el corazón del mundo:
tierno, fraternal, profundo,
buscando la eternidad.
Amo la voz que resuena
como al aurora clara;
la espada que proclamara
su divorcio a las cadenas
Amo la meta en las penas
la largueza, en el contento
la fe, en el advenimiento
de un mundo, para el amor
Amo al que apunta mejor
al corazón del tormento.
Amo el corazón henchido
para el cariño cordial,
ardiente en el palpitar,
mensajero, en el latido,
sin penas para el olvido,
alegre para el querer,
siempre presto a florecer,
en emoción concordante
y ante la ilusión distante,
fiel como el amanecer.
Amo la pluma acerada,
templada en sinceridad,
que al fustigar la maldad,
penetre como una espada;
libre y desapasionada,
balsámica y justiciera,
para el ideal sincera,
y para el tirano, esquiva
contra la vileza, altiva,
de la libertad bandera.
Amo los sanos motivos
del hombre para cantar;
los que hagan despertar
a todos los oprimidos;
en los campos redimidos;
amo el surco y la semilla;
en la aldeana sencilla;
a la paz para su camino;
y el mañana campesino
hecho esperanza en arcilla.