Lo que traigo del monte
por Luis Polanco, poeta popular de Santiago
Traigo la altivez del roble
la fragancia del peumal
los gorjeos del zorzal
vibrando en los arreboles;
y traigo la sed de soles
de la raíz del helecho
y del temporal deshecho
la voz del trueno rugiente
y traigo de la vertiente
el sabor de los barbechos.
Traigo la alta majestad
de centenaria palmera
y del puma de la sierra
rugidos de soledad;
traigo la larga ansiedad
de saber del montañés
traigo de su desnudez
una trágica visión
traigo un inmenso dolor
su amor y su sencillez.
Del cóndor traigo una pluma
para escribir mi cantar
traigo el bello despertar
del bosque bajo la luna;
traigo cendales de bruma
el rumor de los cipreses
traigo el sabor de las mieses
y del copihue una flor
traigo la canción de amor
que en cada aurora florece.
Traigo el grito del pastor
que baja arreando su piño
y traigo el grito del niño
que es lacerante clamor;
traigo el divino temblor
del pasto de las laderas,
el eco de las risqueras
en donde se quiebra el llanto
la desolación y espanto
de vidas sin primavera.