CONTRA-PUNTO
del huaso Flores con el guaso
Lucero.

  Un dia despues de almuerzo
en un rato de contento
se unieron los payadores
a pulsar el instrumento,
i todos los concurrentes
que se hallaban de mirones
corrieron a ver el fin
de aquellos dos payadores.

  Las manos en las guitarras
i acabando de almorzar,
el roto Lucero a Flores
le comenzó a preguntar:
Dígame Flores amigo
ante tantos caballeros,
¿cómo se puede cortar
carne primero que el cuero?

  Peliaguda està la cosa
la concurrencia decia
i por esoes que esperaba
saber què contestaria.
Mas Flores resueltamente
el instrumento pulsó
dando un rajido a las cuerdas
i de este modo empezó:

       Flores

  Amigo cuanto agradezco
el obsequio recibido,
sintiendo con toda el alma
que a molestar he venido;
así que cuando me vaya
quizas para no volver,
llevaré un recuerdo grato
en donde quiera que esté.

  Pero señores ya vuelvo
a nuestra cuestion pendiente
que debe de ventilarse
del modo mas conveniente
i sin poder evadirla
respuesta tengo que dar
de la pregunta que me hiso
Lucero pa principiar.
Pregunta que al parecer
encierra mucho misterio
i que lo haria pensar
al hombre de mas criterio.
Pero yo sin ser tan sabio
he de hallar la solucion
para que no se interrumpa
esta buena diversion.

  Porque aunque crean dificil
cortar carne ántes que el cuero
no es así como parece;
voi a decirle Lucero.
Pues bien, toda criatura
cuando acaba de nacer
le falta la dentadura
que mas tarde ha de tener.

  I a los cuatro o cinco meses
a esa misma criatura
le empieza de uno por uno
a salir la dentadura.
I esos dientes al nacer
comprenda amigo Lucero
cortan primero la carne
Antes de cortar el cuero.

       Lucero

  Reconozco amigo Flores
su perspicacia i talento
i no quiero discutir
sobre este asunto mas tiempo
Pasaremos a otra cosa
pero en el mismo tenor,
siempre que se halle dispuesto
a seguir la diversion.

  Pues aunque tengo la creencia
que no podré ser vencido,
reconozco en cada cual
los meritos adquiridos,
i confieso amigo Flores
que me tiene impresionado,
reconociendo principios
do un hombre bien ilustrado.

  I esa misma competencia
me da mas animacion
i su misma intelijencia
ayuda mi inspiracion;
i como dice un poeta,
yo tengo la misma creencia:
que en el trascurso del canto
la ciencia llama a la ciencia.

  I su misma ilustracion,
como en el caso presente,
su radiante intelijencia
viene a iluminar su mente.
Por eso, siguiendo el canto,
sin ser yo tan ilustrado,
hasta me creo alcanzar
donde otros no han alcanzado.

  Pero basta de rodeo
que a los oyentes molesta,
quiero hacerle otra pregunta
que usté me dará respuesta;
i me comprometo amigo
dejándolo autorizado
para que usté me pregunte
lo que sea de su agrado.           

Pero esa autorizacion
que le quiero conceder,
es en el caso preciso
que usté me conteste bien.
I esa pregunta colega
me responderà en el canto:
¿por qué razón es que tienen
los negros los dientes blancos?

       Flores.

  Amigo, aunque la respuesta
podria darle al momento,
mas bien prefiero estenderme
en un curioso argumento:
del por que nacieron negros
de blanca joneracion.
siendo de que un Dios los hizo
todos de un mismo color.

  Hablo pues de una leyenda
de los primitivos tiempos,
leyenda que los modernos
han considerado un cuento;
pero si hemos de creer
lo que los hadas decian,
hubo allá en tiempos remotos
una tribu maldecida.

  Dicen que un Jenio maldito
les echó una maldicion:
que habian de nacer negros
i el designio se cumplió;
pero un Dios mas poderoso
con su infinito poder
estinguió la maldicion
a los tres meses despues.

       [Continuará]

       ROLAK

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LA LEVA

  Tuve en mi pago en un tiempo
hijos hacienda y mujer
pero empesé a padecer
me hecharon a la frontera
y que iba hallar al volver!
tan solo hallé la tapera

  Sosegao vivia en mi rancho
como el pajaro en su nido,
alli mis hijos queridos
iban creciendo á mi lao
solo queda al desgraciao
lamentar el bien perdido.

  Mi gala en las pulperias
era en habiendo mas gente.
ponerme medio caliente
pues si pnntiao me encuentro
me salen coplas de adentro
como agua de la virtiente.

  Cantando estaba una vez
en una gran divercion
i aprovechó la acacion
como quiso el Juez de Paz;
se presentó i ahí no mas
hizo una arriada en monton.

  Huyeron los mas mauleros
i lograron escapar;
yo no quise disparar
soi manso i no habia porqué,
mui tranquilo me quedé
i asi me dejé agarrar.

  Ni los mirones salvaron
de esa arriada de mi flor,
fué acollarao el cantor
con el gringo de la mona,
a uno solo por favor
logró salvar la patrona.

  Al mandarnos nos hicieron
mas promesa que aun altar
el jues nos fué a proclamár
i nos dijo muchas veces:
“muchachos a los seis meses
los van a ir a relevar”.

  I cargué sin dar mas vueltas
con las prendas que tenia,
jergas, poncho, cuanto habia
en casa tóito lo alcé;
a mí china la dejé
media desnuda ese dia.

       ROLAK

Nota: versos de “El gaucho Martín Fierro” cap. III de José Hernández.

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AVENTURAS DE UN
HUASO
contadas por él mismo.
Continuacion.

  Nací como nace el peje
en el fondo de la mar;
naide me puede quitar
aquello que Dios me dió;
lo que al mundo traje yo
del mundo lo hei de llevar.

  Mi gloria es vivir tan libre
cemo el pájaro del cielo;
no hago nido en este suelo
onde hai tanto que sufrir
i naide me ha de seguir
cuando yo remonte el vuelo.

  Yo no tengo en el amor
quien me venga con querellas
como esas aves tan bellas
que saltan de rama en rama;
yo hago en el trébol mi cama
i me cubren las estrellas.

  I sepan cuantos eseuchan
de mis penas el relato,
que no peleo ni mato
sino por necesidá
i que a tanta adaversidà
solo me arrojó el mal trato.

  I atiendan la relacion
que hace un guaso perseguido
que fué buen padre i marido
empeñoso i dilijente,
i sin embargo la jente
lo tiene por un bandido.

       Número 2.

  Ninguno me hable de penas
porque yo penando vivo,
i naide se muestre altivo;
aunque en el estribo esté,
que suele quedarse en pié
el guaso mas atrevido.

  Junta esperiencia en la vida
hasta pa dar i prestar
quien lo tiene que pasar
entre sufrimiento i llanto,
porque naide enseña tanto
como el sufrir i el llorar.

Calle del Cequion, núm. 11

Nota: versos adaptados de “El gaucho Martín Fierro” de José Hernández, cap. I y II.

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CONSEJOS DE FALCATO
[conclucion]

Las armás son necesarias
pero naides sabe cuando;
ancina si andàs pasiando,
i de noche sobre todo,
debes llevarlo de modo
que al salir, salga cortando.

  Los que no saben guardar
son pobres aunque trabajen
nunca por mas que se encajen
se libraran del cimbron,
al que nace barrigon
es al ñudo que lo fajen.

  Donde los vientos me llevan
allí estoi como en mi centro
cuando una tristeza encuentro
tomo un trago pa alegrarme,
a mi me gusta mojarme
por afuera i por adentro.

  Vos sois pollo, i te convienen
toditas estas razones,
mis consejos i lecciones
no eches nunca en olvido
en las riñas he aprendido
a no pelear sin puyones.

  Con estos consejos i otros
que yo en mi memoria encierro
i aqui no te desentierro
puedes pasar buena vida
porque con esa medida
no te mearan los perros.

Nota: versos de José Hernández, “Vuelta de Martín Fierro” 773 y ss.
Viene de aquí.
Falcato (Francisco Rojas Falcato) fue un ladrón famoso por su astucia: “Astucias de Pancho Falcato” de F. Ulloa C. publicado en 1927, ver.

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El Huaso en el campo

  Cuando el hermoso lucero
brillaba en el cielo santo
i los gallos con su canto
la madrugada anunciaban
a la cocina marchaban
el huaso, que era un encanto.

  Sentado junto al fogon
i viendo venir el dia
al cimarron le prendía
hasta ponerse rechoncho,
mientras su china dormía
tapadita con su poncho.

  I apenas el horizonte
empesaba a colorear,
los pàjaros a cantar
i las gallinas á apearse,
era cosa de largarse
cada cual a trabajar.

  Este se ata las espuelas,
se sale el otro cantando,
uno busca un pellón blando,
este un lazo, otro un rebenque
i los pingos relinchando
los llaman desde el palenque.

  El que era pion domador
enderesaba al corral
donde estaba el animal
bufidos que se los pela
i mas malo que su abuela
se ponia a corcobear.

  I allí el huaso intelijente
en cuanto al potro enriendó
los cueros le acomodó
i se le sentó en seguida,
qe el honbre muestra en la vida
la astucia que Dios le dió.

  I era verlos por la noche
en la cocina reunidos,
con el fuego bien prendido
i mil cosas que contar,
platicar mui divertido
hasta despues de cenar.

  I con el buche bien lleno
era cosa superior
irse en brazo del amor
a dormir como la jente
pa volver al dia siguiente
la misma vida anterior.

       ROLAK.

Nota: versión modificada de los versos de “El gaucho Martín Fierro, II, de José Hernández.

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A UN MAL JUEZ

Oprobio de esta patria brillantisima,
jigantezca i brutal malevolencia.
eres ruin, señoria exelentisima;
Dìonicio so apellida la indijencia;
al pobre, palo, al rico, complasencia.
Portentoso ejcmplar del servilismo,
ogro infame, feroz i carnicero,
la alevocia cruel es tu heroismo
i la ambicion, tu ideal primero;
duro es tu corazon i en tu cinismo
olfateas la sangre del cordero
riéndote de tu victima en tu imperio,
¡oh tigre sanguinario, oh vil Tiberio!
Justicia oye, ¡levántate indignada!
un raquitico incecto os pisotea;
Eróstrato de alma atravezada,
apo asqueroso que el pantano afea.
Estupido Cain de tus hermanos,
zabandija inmoral, hijo del cieno,
padeces el furor de los tiranos,
una i mil veces atacado al freno;
limpia si puedes tu sangrienta mano,
zàtrapa maldecido, de tu seno,
a holocanto del linaje humano,
desprenderà como mortal veneno
olas de sangre, el pueblo soberano.
De MEDUZA, la horrida cabeza
ena menos odiada en su fiereza.
Solamente mereces que una pluma
àrida i cruel, diseñe tu figura,
uunca axenta del peso que te abruma.
Cabe compadecer una alma impura,
¿al vil lacayo i torpe mayoral,
rayo del pobre, cómplice del rico,
lo podrá la justicia disculpar?
¡Oh, lave el tigre su sangriento ocico,
sacuda sus instintos de chacal!

Nota: un texto manuscrito marca versos y anota que forman un acróstico “Polidoro juez ezpulzado de San Carlos”.

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LANCES DE UN HUASO

  Empresteme su a tencion
voi a relatar las penas
de que traigo la alma llena
porque en toda circunstaucia
paga el guaso su inonracia
con la sangre de sus venas.

  Pues son tantas las miserias
en que me he sabido ver
que con tanto padecer
y sufrir tanta aflicion,
malicio que he de tener
un callo en el corazon.

  Andaba asi como guacho
cuando pasa el temporal,
cuando supe por mi mal
de una milonga que había.
y ya pa la pulpería
corte como un animal.

  Era la casa del baile
un rancho de mala muerte,
y se llenó de tal suerte
que andabamos a empellones;
nunca faltan encontrones
cuando un pobre se divierte.

  Tenia unas medias botas
con tamaños verdugones
me pusieron los talones
con cresta como los gallos
¡si viera mis afliciones
pensando yo que era callos!

  Con gato i con fandanguillo
empesó luego el changango
y para ver el fandango
me colé haciendome bola
mas, metió el diablo la cola.
i se descubrió mi rango.

  Habia sido el guitarrero
uu guaso duro de boca
yo tengo paciencia poca
pa aguantar cuando no debo
a ninguno me le atrevo
pero me halla el que me toca.

  A bailar un pericon
con una moza salí
i en cuanto me vido allí
sin duda me conoció
i estas coplitas cantó
como pa réise de mí.

“Las mujeres son todas
como las mulas,
yo no digo que todas
pero hai algnnas
que a las aves que vuelan
les sacan plumas.

  Hai guasos que presumen
     de tener damas,
  no digo que presumen
     pero se alaban
  i a lo mejor los dejan
     tocando tablas»

  Se secretiaron las hembras
i yo ya me encocoré,
corte el baile i le grité
“deja de cantar chicharra”
i de un tajo a la guitarra
toitas las cuerdas corté.

  Al punto salió de adentro
un gringo con un fusil,
como uunca he sido vil
poco el peligro me espanta
así me saqué la manta
i la eché sobre el candil.

  Gané en seguida la puerta
gritando: “naide me ataje”
i alborotado el embraje
cuando todo quedó oscuro
empezó a verse en apuro
mezclada con el guasaje.

  El primero que salió
fué el cantor i se me vino,
pero yo no pierdo el tino
aunque haiga tomao un trago
i no falta aquí en Santiago
quien me tenga por ladino.

  I antes que viniese otro
le salió cara lo broma,
a su amigo cuando toma
se le despeja el sentido
i el pobrecito habia sido
como carne de paloma.

  Para prestar un socorro
las mujeres no son lerdas
antes que la sangre pierda
lo arrimaron a unas pipas
i éi lo dejé con las tripas
como pa que hicíera cuerdas.

  Monté i me fuí a los campos
mas libre que el pensamiento
como las nubes al viento
a vivir sin paradero
pues no tiene el matancero
nido ni rancho ni asiento.

  Para el guaso desgraciao
no hai conducta que le abone
la menor falta lo espone
a andar con los avetruces;
pecan otros con mas luces
i siempre hai quien los perdone.

Nota: versos de “El gaucho Martín Fierro”, cap. XI de José Hernández.

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EL AMOR DE UN ROTO

  Recuerde bien cada cual
lo que cada cual sufrió:
que lo que es amigo yo,
hago asi la cuenta mia:
ya lo pasado pasó,
mañana será otro dia.

  En la huella del querer
no hai enimal que se pierda,
las mujeres no son lerdas
i todo guaso es dotor
si pa cantarle el amor
tiene que templar lascuerdas.

  Quien es de alma tan dura
que no quiera a una mujer!
lo alivia en su padecer
si no sale calavera,
es la mejor compañera
que el hombre puede tener.

  Si es güena, no lo abandona
cuando lo vé desgraciao,
lo asiste con su cuidao
i con afan cariñoso
i uno talvez ni un rebozo
ni una pollera le ha dado.

  Grandemente lo pasaba
yo con una prenda mia,
viviendo con alegría,
como la mosca en la miel,
¡Amigo que tiempo aquel,
la pucha que la queria!

  Era la águila que a un árbol
desde las nubes bajó,
era mas linda que el alba
cuando está rayando el sol,
era la flor deliciosa
que entre el trevolar creció.

  Pero, amigo, mi patron
que tuvo de ella noticia,
como quien no desperdicia,
se fué refalando a casa;
yo le conocí en la traza
que el hombre treida malicia.

  El me daba voz de amigo,
pero no le tenia fé,
era el jefe, i ya se vé
no podia competir yo,
en mi rancho se pegó
como en nariz el rapé.

  A poco andar conocí
que me habia desbancao,
i el siempre mui entonao,
aunque sin darme ni un cobre,
me tenia de lao a lao
como encomienda de pobre.

  A cada rato en mandao
me hacia ir a gran distancia:
«vaya donde ña Venancia,
vaya al pueblo, a la pradera»
i él… pegado en mi estancia
como gargajo a la estera.

  Es triste á no poder mas
el hombre en su padecer,
si no tiene una mujer
que lo ampare i lo consuele;
mas pa que otro se la pele
lo mejor es no tener

  No me gusta que otro gallo
le haga rueda a mi gallina,
yo andaba ya con la espina,
hasta que en una ocasion
lo pillé junto al jogon
abrazandome a la china.

  Tenía el viejito una cara
de ternero mal lamido,
i al verlo tan atrevido
le dije: «que le aproveche;»
que habia sido pa el amor
como guaso pa la leche.

  Peló la espada i se vino
como a quererme ensaltar,
pero yo sin titubiar
le volví al punto a decir:
cuidao no te vas a per…
pone cuarta pa salir.

  Un puntazo me largó
pero el cuerpo le saqué,
i en cuanto se lo quité
para no matar un viejo,
con cuidao, medio de lejos
un planazo le asentè.

  I como nunca al que manda
le falta algún adulon,
uno que en esa ocasion
se encontraba allí presente,
vino apretando los dientes
como perrito mamon.

  Me hizo un tiro de revolver
que el hombre creyó seguro,
era confiado i le juro
que cerquita se arrimaba,
pero siempre en un apuro
se desentumen mis tabas.

  El me siguió menudeando
mas sin poderme acertar
i yo, dele culebrear,
hasta que me le dentré
i hei no mas lo despaché
sin dejarlo resollar.

  Dentré a campiar enseguida
al viejito enamorao;
el pobre se habia ganao
a un fondo con lejia;
quien sabe como estaria
del susto que habia llevao!

  ¡Es zonso el cristiano macho
cuando el amor lo domina!;
el la miraba a la indina
i una cosa tan hedionda
sentí yo, que ni en la fonda
he visto tal jedentina.

  I le dije: «Pa su agüela
han de ser esas perdices»
me tapé bien las narices
i me salí estornudando
i el viejo quedó olfateando
como chico con lombrices.

  Cuando la mula recula
señal que quire patear,
asi se suele portar
aunque ella lo disimula,
recula como la mula
la mujer, para olvidar.

  Alcé mi poncho i mis prendas
i me largué a padecer
por culpa de una mujer
que quiso engañar a dos;
al rancho le dije adios
para nunca mas volver.

  Las mujeresdesde entónces
conocí a todas en una,
ya no he de probar fortuna
con carta tan conocida:
mujer i perra parida,
no se me atraca ninguna!

       ROLAK.

       Cequion.—Nùm. 11

Nota: versión libre de “El gaucho Martín Fierro” cap. X de José Hernández.

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HIMNO
A LOS LIBERTADORES

  Redoblen los tambores
a vuelo las campanas
tejed niñas galanas
coronas un millar
que ya llegó la hora
para adornar las frentes
de todos los valientes
de Colmo i Miramar!

  Que la ciudad entera
acuda a los cuarteles
con mirtos i laureles
i en gozo universal,
a victorear a gritos
despues de la victoria
i en medio de su gloria
a Canto, el jeneral!

  Que acudan los malditos
secuases del Tirano
al ver a un pueblo ufano
de gratitud llorar
al ver a los patrisios
talvez encanecidos
por tanto que han sufrido
por darnos libertad!

  Que aprendan las naciones
de un pueblo tan pequeño
a no aceptar mas dueño
ni yugo que la lei !
que imiten las que acepten
quizas humildemente
en forma un Presidente
i en realidad un Rei!

  Salud invicto ejército!
¡soberbios luchadores
salud libertadores
de Chile i de su honor!
la Patria agradecida
al verse ya salvada
os debe alborosada
su gratitud i amor!

  ¡Salud dignos patriotas
que sacudiendo el yugo
c avasteis al verdugo
motifero puñal,
salud i gloria eterna
marinos esforzados
que habeis divinisado
la Armada Nacional!

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EL PRESIDARIO
DE LA PENITENCIARIA

  Yo no sé como llegué
a la justicia ordinaria,
eso sí con la sumaria
fuí a la càrcel ahí mismo,
que por un nuevo bautismo
la llaman Penitenciaria.
El porqué tiene ese nombre
nadie me lo dijo a mí,
mas yo me lo esplico así:
le diran Penitenciaria,
por la penitencia diaria
que se sufre estando allí.

  Pobre, que cae en desgracia
tiene que sufrir no poco;
nadie lo ampara tampoco
si no cuenta con recursos;
el gringo es de mas discurso
cuando mata, se hace el loco.
No sè el tiempo que corrió
en aquella sepultura;
si de afuera no se apura
el asunto va con pausa;
tienen la presa segura
i dejan dormir la causa.

  Ignora el preso a que lado
se inclinará la balanza,
pero es tanta la tardanza
que yo les digo por mí:
«el hombre que dentre allí
deje afuera la esperanza.
Sin perfeccionar las leyes
perfeccionan el rigor;
sospecho que el inventor
habrá sido algún maldito;
por grande que sea un delito
aquella pena es mayor.

  El mas altivo varon
i de colmillo gastado,
allí se verà agobiado
i su corazon marchito,
al encontrarse encerrado
a solas con su delito.
En esa càrcel no hai toros,
allí todos son corderos;
no puede el mas altanero
al verse entre aquellas rejas
sinó abajar las orejas
i sufrir su duro encierro.

  I digo a cuantos ignoran
el rigor de aquellas penas,
yo que sufrí las cadenas
del destino i su inclemencia;
que aprovechen la esperiencia
del mal en cabeza ajena.
Eso es para quebrantar
el corazon mas altivo;
los llaveros son pasivos
pero mas secos i duros
talvez, que los mismos muros
en que uno jime cautivo.

  No es en grillos ni en cadena
en lo que usted pensarà,
sino en una soledá
i un silencio tan profundo,
que porece que en el mundo
es el único que está.
Ai! madres, las que dirijen
al hijo de sus entrañas,
no piensen que les engaña
ni que les habla un falsario;
lo que es el ser presidario
¡solo se sabe en campaña!

  Hijas, esposas, hermanas,
cuantas quieran a un varon,
diganle que esa prision
es un infierno temido,
donde no se oye mas ruido
que el latir del corazon.
No tiene allá el dia, sol
ni la noche tiene estrellas,
sin que le valgan querellas
por fuerza lo purifican
i sus lágrimas salpican
en laa paredes aquellas.

  En soledad tan terrible
de su pecho oye el latido;
lo sé porque lo he sufrido
i créame el auditorio:
talvez en el Purgatorio
las almas hagan mas ruido.
Cuenta esas horas eternas
para mas atormentarse;
su lágrima al derramarse
calcula en sus aflicciones,
contando sus pulsaciones,
lo que dilata en secarse.

  Allí se amansa el mas bravo
allí se dobla el mas fuerte,
el silencio es de tal suerte
que cuando llegue a venir,
hasta se le han de sentir
las pisadas á la muerte.
Adentro mismo del hombre
se hace una revolucion;
metido en esa prision
de tanto no mirar nada,
le nace i queda grabada
la idea de la perfeccion,

  En mi madre, en mis amigos,
i en todo pensaba yo;
al hombre que allí dentró
de memoria mas ingrata,
fielmente se le retrata
todo cuanto afuera vió.
Aquel que ha vivido libre
de volar por donde quiera,
se afiije i se desespera
de encontrarse allí cautivo;
es un tormento mui vivo
que abate al alma mas fiera.

  En esa estrecha prision
sin poderme conformar,
no cesaba de esclamar:
¡Qué diera yo por tener
un caballo en que montar
i una pampa en que correr!
En un lamento costante
se halla siempre encerrado;
el castigo han inventado
de cubrirlo con la noche
i allí està como amarrado
se vé el animal al coche.

  No hai pensamiento triste
que al preso no lo atormente,
bajo un dolor permanente
agacha al fin la cabeza
porque siempre es la tristeza
hermana de un mal presente.
Vierten làgrimas sus ojos
i en su pena se fastidia;
en esa constante lidia
sin un momento de calma,
contempla con los del alma
felicidades que envidia.

  Ningún consuelo penetra
detras de aquellas murallas;
el varon de mas agallas,
aunque mas duro que un perno,
metido en aquel infierno
sufre, jime, llora i calla.
De furor el corazon
se le quiere reventar,
pero no hai sino aguantar
aunque sociego no alcance.
¡Dichoso, en tan duro trance,
aquel que sabe rezar!

  Dirije aDios su plegaria
el que sabe una oracion!
en esa tribulacion
jime olvidado del mundo
i el dolor es mas profundo
cuando no halla compacion..
En tan crules pesadumbres,
en tan duro padecer,
empezaba a encanecer
despues de mui pocos meses;
allí lamenté mil veces
no haber aprendido a lér.

  Viene primero el furor,
despues la melancolía;
en mi angustia no tenia
otro alivio ni consuelo,
sino regar aquel suelo
con lagrimas noche i dia.
A visitar a otros presos
olgunos iban ahí;
nadie me visitó a mí
mientras estuve encerrado.
¡Quién iba a embromarse allí
por ver a un desesperado!

  Bendito sea el carcelero
que tiene buen corazon;
yo sé que esta bendicion
pocos pueden alcanzarla
pues si tienen compacion
su deber es ocultarla.
Jamas mi lengua podrá
espresar cuanto he sufrido;
en ese encierro metido
llaves, paredes, serrojos,
se grava tanto en los ojos
que uno los vé hasta dormido.

  El mate no lo permiten,
ni le permiten hablar,
ni le permiten cantar
para aliviar su dolor
i es tan horrible el rigor
que no lo dejan fumar.
Conversamos con las rejas
por solo el gusto de hablar,
pero nos mandan callar
i es preciso conformarnos;
pues no se debe irritar
a quien puede castigarnos.

  La soledad causa espanto,
el silencio causa horror;
ese continuo terror
es el tormento mas duro
i en un presidio seguro
está demas tal rigor.
Grábenlo como en la piedra
cuanto he dicho en este canto;
por haber sufrido tanto
debo confesarlo aquí
«el hombre que manda allí
es poco menos que un santo»

  I son buenos los demas
i a su ejemplo se manejan,
pero por eso no dejan
las cosas de ser tremendas;
piensen todos i comprendan
el sentido de mis quejas.
I guarden en su memoria
con toda puntualidad,
lo que con tal claridad
les acabo de decir:
«a mucho tendran que sufrir
si dudan de mi verdad.

  I si atienden mis palabras
no habrá calabozos llenos,
manèjense como buenos;
no olviden esto jamas:
aquí no hai razón de mas;
mas bien las puse de menos.
I con esto me despido
todos han de perdonar,
ninguno debe olvidar
la historia de un desgraciado;
quien ha vivido encerrado
poco tiene que contar.

Nota: versión modificada de versos José Hernández “La vuelta de Martín Fierro” §671 y ss. Rólak mantuvo la sextilla original pero juntó las estrofas de a dos.

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