Olas que al llegar
Plañideras muriendo a mis piés
Nuevas del hogar
Para cada viajero trais.
Si no me decis
Que hai un ánjel que guarda el bajel
Mi cuerpo infeliz
Para siempre en la arena envolved.
Fiero el destino me hirió
Y buscando alivio al pesar
Mi alma angustiada cruzó
Los abismos profundos del mar.
Y al comprender que ni así
A esa ingrata yo pude olvidar
Que he de hacer ¡ai de mí!
Olas tristes llorad, llorad.
Soplo embriagador
Que finjiendo palabras de miel,
Me hablas de un amor
Que ha de serme funesto despues.
Si me has de decir
Lo que el alma no puede escuchar
Dejadme morir
En las olas del rudo huracan.
Como esa espuma que el viento formó
Juró mi alma su blanca ilusion,
Y el mismo viento con furia despues
Tronchó las galas del nuevo bajel.
La triste agonía mató mi pesar,
La muerte sombría, las nubes horror
El alma se aflije al ver que en su afan
No goza en la tierra ni olvida en el mar
Pobre suspiro que envio al pesar
Parte en las olas del rudo huracan,
Id donde vive quien causó mi mal
Decidle que aun las olas llorando
[están.
Gregorio Sarzosa.
Imp. Comercial de E. Sagalerva.— Concepcion.