El puente de calicanto.

     ¡Oh puente de calicanto!
  Recreativo paseo
  Tristeza da ahora verte
  Devorado del recreo.

  ¡Oh invierno terrible ambiente!
Con tu fuerza destructora
Destruiste sin demora
A tan magnifico puente
Jamas podrá el ser viviente
Fabricar igual portanto
El público como encanto
Lo siente en su poderio
I dice al verlo caido
¡Oh puente de calicanto!

  Quien podria imajinar
Ni el sabio mas arbitrario
Que este invierto temerario
Nuestro puente iba a voltear
Jamas podrán trabajar
Otro puente igual lo creo
Ni maestros curopeo
Que traigan lo harán igual
Porque era el puente cabal
Recreativo paseo.

  Si el puente no ha resistido
El invierno en tales casos
Es porque los polvorazos
Algo le habian sentido
No crean que se ha caido
Por el invierno tan fuerte
La pólvora le dió muerte
I al verlo en tal desarreglo
Dice por el puente el pueblo
Tristeza da ahora verte.

  Miéntras Chile sea, nó,
I pongan jente de sobra
No harán talvez una obra
Como la que se cayó
El puente que se perdió
Era el único paseo
De Santiago mui bien veo
No faltando a la verdá
Ahora aquella obra está
Devorada del recreo.

  Señores, Chile en verdá
Sin haber ningún quebranto
En vez de haber adelanto
Menoscabándose va
Hoi cómo está la ciudá
Sin el puente mencionado
Qué motivos son los dado
Para que Chile se empeore
Por tan horrendos errores
Pobre Chile desgraciado.

Nota: La noche del 10 de agosto de 1888 el río Mapocho destruyó el Puente de Cal y Canto.

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Inundación en Valparaiso
Mas de cien personas ahogadas en las calles de la ciudad.

     La ruina en Valparaiso
  Causó espanto i ha asombrado
  En este ultimo aguacero
  Mas de cien han sido ahogados.

  El torrente principió
Del cerro de la Florida
I por la quebrada de Elia
Su gran curso destendió
Decir cómo esto pasó
Me parece mui preciso
Un estanque de improviso
Se desbordó i al salir
Ocasionó como vil
La ruina en Valparaiso.

  Por la quebrada de Yungai
El torrente hizo destrozo
Por cuadro tan espantoso
Hoi dia lamentos hai
Santo Dios por qué hoi estai
Con nuestro Chile enfadado
Por lo que hemos blasfemado
Tu lei nos das por castigo
I la ruina como digo
Causó espanto i ha asombrado

  Por Bellavista el torrente
Las casas las arrasaba
I todo cuanto pillaba
Lo destruia fatalmente
Dejando tan tristemente
A todo aquel barrio entero
Un cuadro tan lastimero
Conmueve a todo el jentio
Al saber lo que ha ocurrido
En este último aguacero.

  La plaza de la Victoria
Con la de Pinto tambien
De escombros llenas se ven
En verdad satisfactoria
Jamas podrá la memoria
Olvidar lo que ha pasado
Calle de Esmeralda ha estado
También en gran confusion
En tan triste inundacion
Mas de cien han sido ahogados.

  Por fin, el puerto señores,
Entero en verdá espresada
Por la ruina mencionada
Se halla en conflictos mayores
Pobres pobres moradores
Digan cómo se verán
Sin tener siquiera un pan
I mas de cien atestiguo
Alabergados como digo
En el hospital están.

       PEDRO VILLEGAS.
Impreso por P. Ramirez. — Echáurren, 6.

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Estragos del temporal.

     Hubo en el puerto brillante
  Un terrible temporal.
  Nueve buques se vararon,
  I esto da que lamentar.

  Primero una barca inglesa
Recien llegada de Europa
Fué varada como estopa
Por el mar i su braveza.
Qué confusion i tristeza
Tendrian los tripulantes!
El mar con fuerza irritante
Se encontraba por completo,
I lo que ahora interpreto
Hubo en el puerto hrillante.

  Cargamento de carbon
Dicha barquilla traia
I otra mas mercaderia
De mejor importacion,
Para espenderla en razon
En nuestra patria oriental.
Todo esto fué por el mar
Destruido bien sé yo.
Porque fué el que aconteció
Un terrible temporal.

  Tambien la tripulacion
De la barca mencionada
Toda fué por cierto ahogada
En esa triste ocasion.
Grande fué la conmocion
Que ahí todos soportaron;
Sin remedio naufragaron
En aquel puerto refiero;
En este último aguacero
Nueve buques se vararon.

  Dos barcas mas en seguida
Por el mar bravo me cren
Fueron varadas tambien
En la tarde al otro dia.
Las lanchas en la bahía
Llegaban a zapatear;
Con furia infernal el mar
Se encontraba en ese estado;
Nueve buques se han varado,
I esto da que lamentar.

  Por último, en la bahía
Las lancha estaban bailando.
I el mar se hallaba guapeando
En aquel tremendo dia.
Frente a la Cabriteria
Se varó otra barca mas:
El mar furioso i sagaz
Ha hecho miles destrozos
l el pueblo triste i penoso
Se asombra al verlo tenaz.

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LA BRUJA
de la calle de Tarapacà

     En la capital, señores,
  Ya se acabó la pobreza:
  Llegó una bruja de Francia.
  A descubrir la riqueza.

C alle de Tarapacá
Es donde está la adivina
Que predice cuanta ruina
Con el tiempo llegará.
La jente creida está
De sus engaños i errores;
Ella a los espectadores
Los engaña con su traza
I adivina cuanto pasa
En la capital, señores.

  Esta vieja diariamente
Al público está estafando,
Con su baraja salteando
Al que a ella se presente.
Yo no sé por que la jente
Hoi es de tanta simpleza,
Que de una vieja traviesa
Se engañen sujos i sujas.
Lo cierto es que por la bruja
Ya se acabó la pobreza.

  El que por casualidad
Pierda talvez su dinero,
Ocurra pronto i lijero
A calle Tarapacá.
Una mujer hallará
Allí que con arrogancia
I con cierta petulancia
Le dirá a algún indiscreto:
A descubrir los secretos
Llegó una bruja de Francia.

  Esta bruja millonaria
Con el tiempo se va a hacer
Engañando hombre i mujer
Con su ciencia estraordinaria.
Hasta en la penitenciaria
Descubrió un robo en las piesas
Esta es una gran sorpreza
Que a todos les ha causado.
Diciendo que ella ha llegado
A descubrir la riqueza.

  Por fin la bruja es decirle
Con el tiempo va a echar guata,
Porque va a juntar mas plata
Que los banqueros de Chile.
Lo que junte algunos miles
Talvez se ponga enterada;
Pero a la vieja malvada
No le vaya algo a pesar,
I me la vayan a echar
Con la cola bien caldeada.

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El crìmen de lo Miranda.
Horroroso crimen contra la vida i el pudor de una mujer.

     En lo Miranda, señores,
  Hubo la muerte mas cruel:
  Los dos pechos le cortaron
  A una pobre mujer.

  Las dos de la madrugada
Serian cuando llegaron
Los que el crímen perpetraron
En esa hora avanzada.
Ella, viéndose asaltada,
Les dijo a los malhechores:
De mi no tengan temores,
Porque no los venderé.
I este crímen fué, diré,
En lo Miranda, señores.

  La mujer, al cerciorarse
Del crímen que triste tuvo,
Por salvarse pronto anduvo;
Pero no pudo salvarse.
Imposible era librarse
De mano asesina infiel,
Que ese crimen vino a ser
En aquel momento advierto,
En una mujer, por cierto,
Hubo la muerte mas cruel.

  Los dos hombres al momento
Que a la mujer ultimaron
A rejistrar empezaron
Aquel fatal aposento.
En el rejistro un asiento
Que fuera bueno no hallaron;
A descansar se sentaron
Contemplando a la finá,
I para mayor crueldá
Los dos pechos le cortaron.

  Despues de haber contemplado
A su víctima, se fueron,
Porque encontrar no pudieron
Lo que allí habian pensado.
A la mujer ¡Dios amado!
La dejaron como a Abel,
Asesinada, han de creer,
Tendida en su propio lecho,
Cortándole hasta los pechos
A una pobre mujer.

  Por fin, estos criminales
Que hicieron tan triste muerte
Merecen sufrir la suerte
De las fieras infernales.
La policía estos males
Los debe de remediar,
Si es que no quiere dejar
Ni un bandido delincuente
De los que continuamente
Matan en la capital.

       PEDRO VILLEGAS.

Impreso por P. Ramirez.—Echáurren, 6.

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EL CRÍMEN
de la calle de Rancagua.

     El soldado Valenzuela
  Dió muerte de una estocada
  Al individuo Jimenez
  Por agarrarlo a pedradas.

  En un chnichel infernal
Hubo el mas grande desórden
I para ponerlo en órden
Llamaron un policial.
El soldado al presenciar
Del crímen no se recela;
Pero en esa callejuela
Por la jente endemoniada
Fué recibido a pedradas
El soldado Valenzuela.

  Cuando el soldado al chinchel
Llegó, calle de Rancagua,
Las piedras lo mismo que agua
Le empezaron a llover.
Mas, cumpliendo su deber.
Decia: no importa nada
Que esta jente endemoniada
Se esté alzando contra mi.
I al que le agarró el quepí
Dió muerte de una estocada.

  Uno de los individuos,
Roto mui desordenado,
Le agarró el quepí al soldado
I arrancó como un judio.
Pero el soldado entendido
Dijo: atajarlo conviene;
En la fuga lo detiene
Diciéndole: hombre, deténte;
Dándole muerte cruelmente
Al individuo Jimenez.

  Cuando el soldado llegó
Para calmar la batalla,
Todita aquella canalla
Grande alboroto formó.
Aquella plebe se alzó
Como fiera alborotada;
El soldado con su espada
Se batía contra ellos,
Matando a uno de aquellos
Por agarrarlo a pedradas.

  Por ultimo, este soldado
Premiado debe de ser
Porque estaba en su deber
Cuando se hizo desgraciado.
Contenplen de que el finado
Estuvo al darle la muerte
I él de resistencia fuerte
Se batió de mano armada
I de una fuerte estocada
A Jimenez dejó inerte.

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Las aves parleras.

     Al amanecer el dia
  Trinan las aves parleras,
  I el cazador estupendo
  Les da muerte lastimera.

  El conjunto de avecillas
En la pulcra primavera,
De entusiasmo se aglomera
En busca de la semilla,
Saltando en la florecilla
Lo pasa en grata armonía,
Una espléndida alegría
Les hace estar de contino
Alabando al Sér divino
Al amanecer el dia.

  Cuando el Febo va a ocultarse
Por allá por la oracion,
Las aves con precision
Pasan en pos a hospedarse;
Se llegan a aglomerarse
Buscando sus posaderas.
Se ausentan de la pradera
I con voz encantadora
Amaneciendo la aurora
Trinan las aves parleras.

  Siempre se ven traficar
Por el lucido horizonte,
I en la eminencia del monte
Les complace descansar,
Cuán alegre es presenciar
Sus cánticos, bien comprendo
I aunque de estudio no pendo
Os digo sin dilacion
Las apersigue el halcon
I el cazador estupendo.

  Siente el sér en lontananza
Un cántico atronador,
I es el ave que al Señor
Le ofrece sus alabanzas:
I sin menor prolonganza
Emprenden marcha lijera
Para irse a las praderas.
I en su trayecto ¡qué horror!
A veces el cazador
Les da muerte lastimera.

  Señores, por fin las aves
Mayorescas i menores
Siempre por los cazadores
Reciben perjuicio grave,
Qué tristeza no le cabe
Al verse en tal situacion
Rodeada por el halcon
I llegando el cazador
Se ausenta dicho agresor
Sin maniobrar su intencion

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Ejecucion del reo José Biliano Mayorga.

     Triste fué el fusilamiento
  Que Osorno testigo ba sido
  Al ver al reo, Dios mio,
  Leno de arrepentimiento.

  A las cinco la campana
De la iglesia seña daba
Que ya la hora llegaba
De la ejecucion tirana.
Oh qué tristeza inhumana
Reinaria en tal momento
En el establecimiento
O lugar del trance cruel,
I al ser fusilado el fiel
Triste fué el fusilamiento.

  Llegando al banco incipiente
Dijo el reo a los de ahí:
Tomen ejemplo de mí
Los que se encuentren presente,
Yo fuí aquel desobediente
Que respeto no he tenido
A mi padre ni a mis tios
I por esta horrible suerte
Jamás olviden la muerte
Que Osorno testigo ha sido.

  También les voi a encargar
A todos en punto fijo
Que a los que tuvieren hijos
Procúrenlos educar,

I no les dejen tomar
La senda que hace al bandido,
Yo tal camino he seguido
I causo tristeza advierto
Dando consejos tan ciertos
Al ver al reo, Dios mio.

  Una vez que ya espresó
Su consejo sin igual
Vino el verdugo infernal
Al cruel cadalso i lo ató.
El oficial pronto dió
La seña del cruel tormento,
Le descargaron violento
Los soldados doi a ver,
I murió aquel triste ser
Lleno de arrepentimiento.

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El hijo pródigo.

     Yo soi el pródigo hambriento
  Que padezco porque quiero,
  Causa de mi mal talento
  Me encuentro de pordiosero.

  Su herencia al padre pidió
Para salir a emigrar,
I poniéndose a jugar
Toda su herencia perdió;
He ahí como se vió
El emigrante opulento
Invadido de lamento
I escaseando de comida,
Por justa razón decia
Yo soi el pródigo hambriento.

  Cuando tan pobre se vido
Se lo pasaba diciendo
Ahora si que comprendo
El error que he cometido,
Pero la soberbia ha sido
La que me indujo al sendero
Del gran infortunio, pero
No me da asombro ni abismo
Porque comprendo yo mismo
Que padezco porque quiero.

  Viéndose invadido i lerdo
Por el penurio sé yo
De pastor se colocó
En un gran piño de cerdos,
Pero mi casa no pierdo
Decia cada momento
Lleno de arrepentimiento,
Espresaba de contino
Me hallo como peregrino
Causa de mil talento.

  Su amado padre lloraba
Por su hijo desobediente.
I el tiempo que anduvo ausente
Pensando en él lo pasaba,
De modo que no se hallaba
Tranquilo un momento infiero,
i él por acá lastimero
Interpretaba penoso
Siendo rico poderoso
Me encuentro de pordiosero.

  Al fin, determinó
Volverse a su propia casa.
Pero su soberbia crasa
En humildad la cambió,
Al padre perdon pidió
Mui triste i arre[p]entido,
Demente i enternecido
El padre le dijo así:
¿Por qué te ausentas de mi
Cuando tanto te he querido?

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ESQUINAZO

     Despierta negra querida
     Si estás en profundo sueño
     Mira que te viene a ver
     El que de tu amor es dueño.

  Ninfa bella encantadora
Si estás durmiendo despierta
Mira que viene a tu puerta
El amante que os adora
Antes que salga la aurora
Esto ha de ser prenda mia
Mira que ya viene el dia
Alumbrando a todo el mundo
De ese sueño tan profundo
Despierta negra querida.

  Preciosa estrella brillante
Al golpe de este esquinazo
Recuerda i vente a los brazos
De tu mui querido amante
Ya los aires traficantes
Recorren con gran empeño
Sus sendas i mui risueño
Por tus placeres en pos
Despierta al oir mi voz
Si estás en profundo sueño.

  Ya voi viendo el firmamento
Despejado de los astros
Que brillan como alabastros
Antes de tu gran portento
Por eso vente al momento
Abrir la puerta Raquel
El dia i su proceder
Ya se aproxima negrita
I aquel que te solicita
Mira que te viene a ver.

  Abre la puerta bien mio
Si despiertas prestamente
Ya ves que me hallo presente
A la intemperie del frio
Tu rostro tengo esculpido
En un dibujado leño
Por eso con gran empeño
Con mi voz ronca te digo
Desea gozar contigo
El que de tu amor es dueño.

  Por fin estoi viendo el suelo
Estenso completamente
De las nieblas que a torrente
Recorren el alto cielo
Por esta razon me hielo
Al frio prenda querida
Mi voz ronca, enternecida
Te llama aquí por razon
Para darte el corazon
Con la mayor alegría.

         PEDRO VILLEGAS.

Impreso por P. Ramirez. — Echaurren, 6.

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