Un chileno condenado
a muerte
EN BUENOS AIRES POR HABER
DADO MUERTE A LA ESPOSA
A GOLPES CON UN MARTILLO

  El Mercurio de Mendoza
Dió el suceso sin petardo,
Dijo de que Ricardo
Victimó a su bella esposa.

  Pranto el Mercurio de acá
Escribió el crímen sangriento,
I yo al lector se lo cuento
En versos sin ir allá.

  Ricardo esposo de Berta
La cual bastante lo amaba.
Por mas que ella lo cuidaba
El deseaba verla muerta.

  A golpes con un martillo
Ultimó a su esposa bella,
Por haberle dicho ella
Que era un vago flojo i pillo.

  La máquica de coser
El de ravia le vendió.
Un revolver se compró.
Para hacerla fenecer.

  Temió matarla a balazos
Por no alarmar a la jente,
I le pegó el imprudente.
Unos cuatro martillazos.

  El lo pasaba vagando
De despacho en despacho,
I de la calle borracho
Llegaba a la casa odiando.

  Viéndo él la alevocia
I el cuerpo inerte tendido,
Lloroso i arrepentido
Se entregó a la policia.

  El juez le siguió el sumario
I a muerte lo condenó,
Lo que todo confesó
Se publicó por el diario.

  Pasó la causa al fiscal
Prontamente i con urjencia,
El cual le firmó sentencia
De la pena capital.
  La corte en tercer grado
Con toditos sus ministros,
Pidió según los rejistros
De que sea fusilado.

  Lector para escarmiento
Un patíbulo alzarán,
I en Buenos Aires verán
Un triste fusilamiento.

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ULTIMOS DETALLES
DEL
TEMPORAL EN VALPAPAISO

  Con pena y casi muerto,
Voi a dar esplicacion
Del gran terrible aluvion
Que quiso acabar al puerto.

  El gran terrible aguacero
Fué furioso y torrencial,
Se convirtió en temporal
En Valparaiso entero.

  Del norte el viento sopló
Tan fuerte y tan resistente,
Y la mar de un de repente
Furiosa se levantó.

  Entre el agua el manso viento
Se entrodució poco a poco,
En el cual se volvió loco
El gran furioso elemento.

  Una barca con halago
Que contra el muelle se hallaba
Cortó el ancla y chocaba
Contra el dique Santiago.

  El “Arequipa” se hundió
En su mismo fondeadero,
El hecho es mui lastimero
Tal como lo cuento yo.

  El gran vapor “Arequipa”
Flotaba como una estopa,
Despues se abrió de la popa
Imitando a una pipa.

  En su fondeadero mismo
Sufrió los embates fieros,
Con todos los pasajeros
Se fué al fondo del abismo.

  Las olas esa ocasion
Daban espanto y terror,
Y a la jente del vapor
La ahogaron sin compasion.

  La noche del hundimiento
Dió pena y melancolía,
Y en el muelle al otro dia
Solo se oia el lamento.

  Muchas mujeres lloraban
Por la mañana temprano,
Y de el Dios soberano
Misericordia imploraban.

  Lástima era presenciar
A esas pobres desgraciadas,
Tan tristes y acongojadas
Querian tirarse al mar.

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La Tranquilidad de Dubois
En sus últimos momentos
Protesta los auxilios de la
relijion católica

  Con mucha serenidad
Dubois oyó la sentencia
i protestó con paciencia.
del fraile la falsedad.

  El padre por la mañana
le ofreció mui gustoso
el auxilio relijiosos
de la relijion cristiana.

  Dubois contestó veloz,
con mui noble sentimiento,
en mi último momento
yo me confieso con Dios.

  Desde esta oscura prision
mui pronto voi a partir,
por eso ántes de morir,
protesto la relijion.

  Todita esperanza es vana
que yo me llegue a salvar,
me quieren engatusar
los de la curia romana.

  Antes de hacer mi partida,
ya se me enciende la pira;
los hijos de la mentira
me quieren velar en vida.

  A todos hago presente
con la mayor sangre fria,
i si yo doi mi agonía
la daré pero inocente.

  Yo quiero ser el primero
en no admitir sacerdote,
i solo espero mi dote,
del gran autor verdadero.

  Yo pronto con elocuencia,
escribo los pormenores,
i les digo a mis lectores:
Dubois es mi creencia.

  Gusto me ha dado el frances
que no admitió la falsía,
solo clamó en su agonía,
al gran soberano juez.

  Desde que entró a capilla,
sufrió como un penitente,
Dubois i dijo a la jente,
mi conciencia pura brilla.

  Al fin, fué sacado al banco,
el infeliz, es decir,
sabiendo que iba a morir,
marchaba con firme tranco.

______________________

  Luego que al banco llegó
se vió al reo mui penoso,
en el cadalso afrentoso,
ya con la vida pagó.

  Tristeza es ver al mortal
de la suerte maldecido,
contrito i arrepentido.
en el momento fatal;
dónde habrá tormento igual
aquí les pregunto yo,
nadie me dirá que nó,
en aquel trance angustieso;
se encomendó al Poderoso
luego que al banco llegó.

  Con humildad i con razon
iba a cumplir su destino,
clamándole al Unitrino
que le diera su perdon.
Como Dios de la mansion
celestial i bondadoso
a tu presencia con gozo
le dijo yo voi dispuesto,
i pensando en todo ésto
se vió al reo mui penoso.

  Triste i descorazonado
llegó al lugar del tormento;
a dar su último aliento
corrido i avergonzado;
De verse que acriminado
ha sido como forzoso,
le es para él honroso
que su estrella lo abandona
pagará con su persona
en el cadalso afrentoso.

  Se sienta sin ni un temor
en el patíbulo ufano,
como lo hace un buen cristiano
le clamó a nuestro Señor.
Pidiéndole con fervor
hácia él se encomendó
despues que un suspiro dió
se oyó que dijo la jente,
este hombre injustamente
ya con la vida pagó.

  Por fin con mucha emocion
él al piquete veia,
que hacía la punteria
frente de su corazon.
Se oyó la detonacion
de la descarga que se hizo
porque era justo i preciso
cumplirlo con eficacia,
al darle el golpe de gracia
voló su alma al Paraiso.

Daniel Meneses
Ibañez 210.—Santiago.
Imp. Europea, Rosas 1084.

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COMPLETOS DETALLES
DE LOS GRANDES TEMBLORES EN LA
PROVINCIA DE LA RIOJA, EN LA
REPUBLICA ARJENTINA.— CONS-
TERNACION DE SUS HABITANTES.

  Grandes i recios temblores
Se han sentido en la Arjentina,
Por ellos en triste ruina
Se han visto los moradores

  Los ché viditas llorando
Reniegan de su fortuna;
Por quedarse con la Puna
Dios los está castigando.

  Hoi el cuyano atrevido
Se encuentra todo quejoso
Que por ser tan ambicioso
El castigo ha recibido.

  Pena da ver lo que pasa
En esos pueblos hermanos,
I los señores cuyanos
Por la ambicion no hacen basa.

  La provincia de la Rioja
Se encuentra en lamentacion
I por tanto remezon
De sus hijos se despoja.

  La jente aterrorizadas
Se encuentra toda penosa
I aquella provincia hermosa
Quiere convertirse en nada.

  A ese pueblo invasor
Antes que me den las doce
I para ver si conoce,
Castígalo, gran señor.

  Al gran presidente Roca
O mas bien dicho gobierno
Por permision del eterno
Cáigale un rayo en la boca.

  La culpa tiene don Julio
De esto que allí sucedió
Nuestra Puna nos quitó
Por aumentar su peculio.

  Yo aquí por humoradas
Sus tristes ruinas les canto
De verlos que sufren tanto
Les dedico estas tonadas.

  En muchas partes la tierra
Se abrió, i brotó el agua hirviendo
I por lo que están sufriendo
Mas bien desean la guerra.

  Desde aquí con mi plumita
Voi a irlos consolando
Por ver si gano cantando
La mas bella cuyanita.

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Captura del gran
bandido italiano Mussolino con
todos los detalles de sus crimenes
violaciones y los incendios en los
hogares.

  Ya cayó el lobo altanero
A la jaula de improviso,
Aquel que en su tiempo hizo
Correr la sangre a reguero.

  El gran bandido italiano
Con nadie tuvo piedad;
Por eso es que en libertad
No saldrá ese mal cristiano.

  En una sanguina fiera
Se trasformó siendo hombre
E hizo temblar con su nombre
A toda la Italia entera.

  La autoridad lo buscaba
De verlo tan bien temido.
I fama i nombre el bandido
Cada dia mas tomaba.

  Cuando en libertad se hallaba
Era el dios de los terrores,
De sus aperseguidores
Se reia i se burlaba.

  Cientos de miles de pesos
Gastó el rei por capturarlo,
Pero al irlo atraparlo
Huia de los procesos.

  En su vida criminal
Hai crímenes a manojos,
I mas de mil charcos rojos
Hizo vertir su puñal.

  Dijo uno lo divisé
Al salteador de camino,
I por milagro divino
De sus manos me escapé.

  A veintidos años fué
Condenado el bandolero
Por sus crimenes, mas primero,
Que cometió les diré.

  El célebre Musolino
Cuando joven fué apreciado
Despues de ser tan honrado
Se convirtió en asesino.

  Muchos incendios hacía
Por los pueblos donde andaba,
I al verse preso que estaba
Escribió su biografía.

  Hoi que está preso el rapas
Los jueces con embeleso
Le han escrito en el proceso
Catorce crímenes mas.

Daniel Meneses Calle de Marquez, 57
Poeta Nacional.

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El marido
QUE ASESINÓ A LA MUJER EN LA CALLE
DE CASTRO

  Ahora paso a contar
Un crímen mui horroroso
Que cometió un ruin esposo,
Por que sirva de ejemplar
Si en algo llego a faltar,
Disculpa, lector formal.
El marido criminal,
Con una furia espantosa
Victimó a su bella esposa
Con un agudo puñal.

  En calle de Castro fué
El hecho que les comento;
Talvez dirán que aumento
I que soi de mala fé;
No, lector; te contaré
Todo con facilidad.
Esta enorme novedad
La pruebo al son de mi lira;
Si me dicen que es mentira,
Es la purita verdad.

  Al fin, en estos renglones,
Digo al darlos impresos:
Están los hechores presos,
Son pares i no son nones.

DANIEL MENESES
POETA NORTINO, Morandé, 8-A

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Un adios eterno
AL JENERAL BAQUEDANO

  Adios, al grande soldado,
Que a Chile dió gloria tanta
No hallo voz en mi garganta
Para elojiar al finado.

  A nombre de la Marina
I del Ejército actual,
Le brindo este adios eterno
Al ilustre jeneral.

  La patria, cual Magdalena,
Perdió a un hijo i por él llora;
Sin consolarse hasta ahora
Pasará siempre con pena.

  El estandarte sagrado,
Con tal que nadie se asombre,
Por la muerte del gran hombre
Gran tiempo estará enlutado.

  La bandera tricolor
De nuestra patria querida,
Pasará toda la vida
Haciendo un duelo mayor.

  Los rejimientos de lineas
Con un valor de espartano
Tendrán que sentir la pérdida
Del heróico Baquedano.

  Toditas las sociedades
En este trance tan fuerte,
Del valeroso guerrero
Tambien sintieron la muerte.

  El hombre mas valeroso,
Digo escribiendo i pensando,
Que hoi se encuentra descansando
En la tumba del reposo.

  Recuerdo de aquel gran dia
Cuando entró a las Delicias,
Fué colmado de caricias
Por su heróica valentía.

  Todita la concurrencia,
Digo, hoi sin ser mequetrefe,
Decia a una voz entónces:
¡Viva, viva nuestro jefe!

  Contento, alegre i ufano
Ayer se hallaba en la vida,
I hoi la eterna partida
Hizo el señor Baquedano.

  En el dia de su entierro
Lindos discursos se oyeron;
Los diarios los publicaron
Por lo bonitos que fueron.

  De pena i de sentimiento
Hasta las piedras lloraron,
I los diarios de tristeza
Sus columnas enlutaron.

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Completos detalles
DE ESTE ULTIMO TEMPORAL
HUNDIMIENTO DEL PUENTE
MAPOCHO ENTRE TALAGANTE
I SAN FRANCISCO DEL MONTE
I EL TREN DE PASAJEROS QUE
SE CAYÓ AL RIO CON MAS DE
50 PASAJEROS, AHOGANDOSE
LA MAYOR PARTE DE ELLOS.

  Con el recio temporal
Se ha inundado Chile entero;
Ya parece este aguacero
Al diluvio universal.

  Recientemente en Santiago,
Para aumentar nuestros males,
El agua de los canales
Ha hecho un terrible estrago.

  En nuestra hermosa ciudad
Causa de tanto llover,
Ya se está echando de ver
La grande calamidad.

  Partió el tren de pasajeros
Que a Melipilla hace el viaje
Corriendo como un celaje
Por sus dos rieles de aceros.

  Entre el Monte i Talagante
Un firme puente se hundió
I el tren al rio cayó
En ese crítico instante.

  Mucha jente que viajaba
En primera i en tercera,
Esa noche ¡quién creyera!
Entre las aguas nadaba.

  Como cincuenta se ahogaron
De los que al rio cayeron;
No es cierto tantos murieron
Porque muchos se salvaron.

  Entre las aguas furiosas,
O mas bien de la corriente,
Querian sacar la jente
Muchas personas piadosas.

  No pensaban en vivir,
Cuentan los que se salvaron
Que en el medio de las aguas
Toda esa noche pasaron.

  A las tres de la mañana
Concurrieron muchos huasos
Trayendo mui buenos lazos
I fiando en la soberana.

  Rioseco como ven,
Con Körner el jeneral,
Llegó en un tren especial
Al rio e hizo un deten.

  Fué mucha la concurrencia
Que al hundimiento llegó
I de aquí se le avisó
El suceso a su excelencia.

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Cancion La Peruana

  Salí de Chile
Para el Perú
En un barquillo
De puro amor.

  I una peruana,
El primer dia,
Daba suspiros
Con gran dolor.

  Era tan bella
La peruanita
Que parecia,
Una estrellita.

  Yo la miraba
Con embeleso,
I ella corria
A darme un beso.

  Cuando con ella
Yo navegaba,
Con el balance
Se atormentaba.

  Siempre en la altura
Se me mareaba,
I entre mi pecho
Yo la estrechaba.

  Miró las olas
En mar sereno,
I su semblante
Me daba pena.

  Cuando en la altura
Miraba al bote,
Yo la invitaba
Al camarote.

  Ya estaba el dia
Para aclarar,
I se aumentaba
Mas el penar.

  Llegó la noche
Se entregó al sueño,
Con un semblante
Mas halagueño.

  Como a la una
Ya despertaba,
I lo que sueña
Me lo contaba.

  Dijo que el barco
En alta mar,
Contra una roca
Se iba a estrellar.

  Al fin llegamos.
Sin novedad,
Al gran Callao
I a su ciudad.

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El zapatero que se ahorcó
en el cerro de la Cruz de abu-
rrido de ver que se encontraba
enfermo y no podia sanar

  Un zapatero tirano
De alma negra y corrompida
Solo se quito la vida
Con su sacrilega mano.

  El hombre dicen que estaba
Postrado tiempo bastante
Y por eso el ignorante
Se ahorcó porque no sanaba.

  No hai duda que alcoholizado
Se encontraba el zapatero
Y por eso el tiracuero
Propuso morir ahorcado.

  Opinan que de aburrido
El pobre se dió la muerte
Asi seria su suerte
Con la que habia nacido.

  Mas creo que fué el uachucho
Que lo llevó al precipicio
Porque a los de ese oficio
El beber les gusta mucho.

  Yo cuando el diario lei
Propuse dar el detalle
Todo el que enfermo se halle
Tome la esperiencia en mi

  El zapatero mandó
A su mujer a comprar
Y para poderse ahorcar
El cordel lo preparó.

  La esposa amante y fiel
Cuando a la casa volvió
A su esposo lo encontró
Colgado de un cordel.

  La pobre mujer llorando
De pena, y de sentimiento
Salió a la calle al momento
A todas voces gritando.

  De la enorme picardia
Mucho a hablado la jente
Y la esposa prontamente
Dió parte a la policia.

  Descolgaron al finado
Como tan cierto he sabido
Y en la mansión del olvido
Ya se encuentra sepultado

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