CRIMEN HORRIBLE
en Chillan.

     En la ciudad de Chillan
  Un jóven se degolló
  Se ignora por qué razon
  La vida se la quitó.

  El dia seis del presente
Como a las cuatro del dia
Un jóven pasó su vida
Al trance mas incipiente
Se dió muerte horriblemente
Con la furia de Satan
Como bien comprenderán
Vuestros lectores amados
Que tal crimen ha pasado
En la ciudad de Chillan.

  Una cuchilla mohosa
Le sirvió de malhechor
Al infeliz agresor
Que se dió muerte horrorosa
Aquella escena espantosa
A la ciudad conmovió
El Ferrocarril contó
Con la mayor alegría
En Chillan en pleno dia
Un jóven se degolló.

  Cuando el suicida se hallaba
Dando fin a su existencia
Un jóven con gran decencia
En contra de el se lanzaba
Por ver si así lo salvaba
De esa fatal ocasion
Con la furia de Neron
Intentó darse la muerte
I ahora se encuentra inerte
Se ignora por qué razon.

  La madre en el mismo dia
Que tuvo conocimiento
Del drama vino al momento
A donde se le decia
Miéntras que la policia
El cadáver recojió
El públicó comenzó
Seguir detras del difunto
Ignorando por qué asunto
La vida se la quitó.

  Señores anteriormente
Que Acuña matase al padre
No se veia ni un desaire
En ese pueblo inocente
Ahora continuamente
Se ven crímenes se advierte
A mi dever el inerte
Que intentó contra su honor
Me creo que el propio amor
Fué el que lo indujo a la muerte.

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A lo divino.

     Las tropas de Faraon
  En el Mar Rojo se ahogaron,
  Ahí todos peligraron
  Sin tener de Dios perdon.

  Aquél apóstata cruel
A Moisés apers[e]guía,
Pero su mal fé homicida
Dios la puso sobre él
Ahogándolo como infiel
Con todito su escuadron
Tal castigo por razon
Le mandó el señor, se advierte
I murieron de tal suerte
Las tropas de Faraon.

  Moises milagrosamente
El Mar Rojo lo pasó,
Porque el Señor le ordenó
Que pasase con su jente;
I al saber los impotente
Tambien pasar procuraron
I las aguas se cerraron
Al pasar como aquí os digo
De Moises los enemigos
En el Mar Rojo se ahogaron.

  De aquél modo Dios libró
En aquel dia a Israel
De manos de aquel infiel
Que con su jente se ahogó
Moises su vara estendió
I las aguas se cerraron
De tal manera se ahogaron
Los ejipcios digo en pos
Por la permision de Dios
Ahí todos peligraron.

  El rei Faraon pensó
A Moises darle la muerte,
Pero como cruel se advierte
Su mala fé en el cayó
Nuestro Señor permitió
Que se ahogara aquel varon
Hé aquí mi narracion
Me creo que es evidente
Que murió aquel incipiente
Sin tener de Dios perdon.

  Por fin dice la Escritura
En vuestras leyendas fieles
Que murieron esos crueles
En la mayor desventura
El Mar Rojo sepultura
Fué de aquel gran escuadron
En esta interpretacion
Os diré aquí a la lijera
Murieron de tal manera
Las tropas de Faraon.

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El suicidio
DE
D José Luis Santa Marìa.

  El dia cuatro de Mayo
Se esparcia la noticia
Que se habia dado muerte
El señor Santa María.

  Primeramente la jente
Tal suceso no creia,
Hasta que los diarios dieron
Informaciones crecidas.

  En razon era efectivo
Todo cuanto se decia,
Porque se habia ultimado
El señor Santa María.

  Dicho señor subjerente,
Como digo mui preciso,
Era por cierto del Banco
Llamado Valparaíso.

  A las once, mas o menos,
Tal caballero, es decir,
Tomó la puerta del banco
Que acabo de referir.

  Un coche público, advierto,
Tomó como doi a ver,
Para irse a la oficina
De un caballero Meyer.

  Cuando llegó a la oficina,
Al señor Meyer no halló,
I sin tardanza ninguna
Al banco otra vez volvió.

  Antes de llegar al banco
Aquel desgraciado ser,
En el trayecto encontró
Al caballero Meyer.

  Pues habiéndolo encontrado
Lo hizo subir al carruaje,
I al banco se dirijieron
Aquellos dos personajes.

  En la oficina del banco
Un corto instante estuvieron,
I a la oficina de Meyer
Ambos dos se dirijieron.

  Una vez que ya llegaron
A la oficina aludida,
Subió al coche al poco instante
El señor Santa María.

  Al cochero le indicó
En aquel instante fiel
Que lo llevase en el acto
A la oficina de él.

  Pero antes de que llegase
A la oficina ese dia,
Cambió determinacion
El señor Santa María.

  Entonces dijo al cochero
Con presteza estraordinaria,
No cortes a mi oficina,
Sino a la Penitenciaria.

  A la parte referida
Una vez que ya llegó,
Por el superintendente
En el acto preguntó.

  Pero no habiéndolo hallado
En esos casos fatales,
Se fué al cuarto de bandera
I habló con dos oficiales.
  Si acaso habia un empleado
Preguntaba con voz grande,
Para que fuese a llamarle
A don Salustio Fernandez.

  Al Banco Valparaiso
Espresaba que era el punto,
Pues porque con él tenia
Que arreglar varios asuntos.

  El oficial estrañaba,
En tal caso doi a ver,
De que viniendo del banco,
No hubiese hablado con él.

  Pero no habiendo un empleado
Para su mando, salió
A la puerta de la calle,
I al mismo cochero halló.

  Encargó al cochero mismo
En aquel dia fatal,
A don Salustio Fernandez
De que le fuese a buscar.

  Una vez que ya se fué
El cochero en aquel dia,
Volvió al cuarto de bandera
El señor Santa María.

  Un poco antes de la una,
Se tocó, como aqui advierto,
A tropa sin dilacion,
Para el relevo, por cierto.

  Por razon obligatoria
El oficial ese dia
Lo tuvo que dejar solo
Al señor Santa María.

  I cuando ya se retira
El oficial referido,
Se dispara dos balazos
El caballera aludido.

  Cuando la detonacion
Dió el estrépito grandioso,
Acudieron en el acto,
I ven el cuadro horroroso.

  En una silla sentado
El señor Santa María,
El revólver en la mano,
I sin aliento de vida.

  Oh! qué escena sorprendente
Fué la que ahí presenciaron!
En aquel mismo momento
A un practicante llamaron.

  Los auxilios le prestó
El practicante por cierto;
Pero inútiles le fueron,
En virtud que ya era muerto.

  Sin demoracion alguna
I sin mayor abstinencia,
De tan terrible suceso
Dieron parte a la Intendencia.

  Pocos instantes despues
De haberse telegrafiado,
Llegaron dos caballeros
A aquel sitio desgraciado,

  Entre los cuales venia,
Según lo que el diario advierte,
El caballero Fernandez,
A quien buscaba el inerte.

  Otro momento mas tarde
El juez del crimen llegó,
I sin tardanza ninguna
El sumario levantó.

  Por fin, amados lectores,
Les suplico por derecho,
Dispénsenme este romance,
Que a la lijera lo he hecho.

       PEDRO VILLEGAS

Impr. de P. Ramirez.—Echáurren, 6.

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Fusilamiento
DE BERMAL Y SALAS

  Ya con la vida pagaron
Los del doble asesinato
Que tanto han dado que hablar
En este pueblo sensato.

  Los corazones se oprimen
Hoi dia de gran tristeza
Al recordar con sorpresa
Aquel espantoso crimen
I que con justicia jimen
Desde que lo ejecutaron
En conjunto se asombraron
Pues porque habia derecho
I los reos de tal hecho
Ya con la vida pagaron.

  Oh! santo Dios poderoso
Qué castigo tan malvado
Pero el crímen perpetrado
Fué terrible i horroroso
Contémplese con reposo
El pasado desacato
A ver si ha sido insensato
El castigo que les dieron
Pero en verdad ya murieron
Los del doble asesinato.

  El sábado les leyeron
La sentencia, oh! contratiempo
I sin pérdida de tiempo
En capilla los pusieron
Oh! qué tristes no se vieron
Al poder interpretar
Aquella pena sin par
I por la cual muertos fueron
Los que el crimen cometieron
Que tanto han dado que hablar.

  Cuando marchaban hoi dia
Al banquillo, Dios amante
Un tristísimo semblante
En los reos se veía
Oh! cuán triste no sería
Para los dos el relato
Viendo que dentro de un rato
Iban a ser fusilado
Los cuales han contristado
En este pueblo sensato.

  Por fin, aquella sentencia
Digo que al ser puesta en obra
Una tremenda zozobra
Produjo en la concurrencia
Pues todos con gran clemencia
Al ver que muertos están
Los reos tristes se van
Con las fuertes impresiones
De las dos ejecuciones
Que jamás se olvidarán.

       Pedro Villegas.

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LOS LAMENTOS DEL REO
EN SU FUSILAMIENTO.

  Ai! Dios misericordioso
Ai! Dios bendito i amado
Ayer libre me encontraba
I hoi voi a ser fusilado.

  Oh! Dios Divino en quien creo
Que me perdones te pido
Ya que tan fatal he sido
Hasta llegarme a ver reo
Hé aquí como me veo
En este banco afrentoso
El gran Consejo forzoso
Me dió su terrible fallo
I cuán triste no me hallo
Ai! Dios misericordioso.

  Primeramente el fiscal
Mi horrible causa pasó
Por la cual me sentenció
A la pena capital
I era justo i natural
Que por mi crímen malvado
Debia de ser baleado
Sin tener de mí clemencia
I esa ha sido mi sentencia
Ai! Dios bendito i amado.

  Oh! drama horrible i sangriento
Que tan feroz cometí
El cual lo pagaré aquí
Hoi con mi fusilamiento
Maldito fué aquel momento
Que tal hecho ejecutaba
I nada reflexionaba
En la maldad siempre fijo
I lleno de regocijo
Ayer libre me encontraba.

  Ai! qué tristeza me dá;
Hoi de mí mismo me espanto
Al verme Dios Sacrosanto
Próximo a la eternidá
Hoi la justicia me vá
A balear aquí sentado
Para cumplir lo ordenado
I digo en hora postrera
Ayer no más libre era
I hoi voi a ser fusilado.

  Por fin, ya me convendria,
Esta sería mi suerte
Morir de tan triste muerte
En este tremendo dia.
Empero con enerjía
Advierto aquí con verdá
Que ni por ancianidá
En este mundo altanero
Del castigo que refiero
Ningún mortal libre está.

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LA VIDA INFAME
Y LA PLAGA DE LA INMIGRACION.

  ¡Oh, pueblo! tened presente
I ponte a considerar
Cuán triste no es contemplar
La vida del delincuente
Matan alevosamente
I hieren a sangre fría
Válganos Dios i María
De aquella bárbara jente
Que hacen tan frecuentemente
Horrible carnicería.

  Por el maldito interes
Se vé i lo digo asombrado
Se trasforma el hombre honrado
De bueno en malo i soez
¡Ai! Dios, qué triste no es
Ver a un honrado mortal
Darle aquel golpe fatal
Que llena de sentimiento
I ver que dura un momento
La vida del criminal.

  Qué será, pueblo esplendente
Te pregunto con deseo
Tantas muertes i salteo
Que se ven continuamente
La infamia hipócritamente
Con la mayor osadía
Se está propagando hoi dia
Pero, por la plata es cierto,
I ejercita el gran concierto
De todas sus tropelía

  Digo escribiendo i pensando
Queriendo acabar mi obra
A quién no causa zozobra
Al ver lo que está pasando
En pleno dia matando
Como ya está comprobado
Ai! Dios bendito i amado
Impide tú tales hecho
Para que mui satisfecho
Estemos tranquilizado.

  Por fin, preclaro auditorio
No me direis por tu suerte
¿Por qué se ven tantes muertes
Hoi en nuestro territorio?
Es probado mui i notorio
Que desde la inmigracion
Ha habido propagacion
De horrores que a nadie halaga
Pues esta ha sido una plaga
Que ha arruinadosa la Nacion.

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LA INJUSTICIA DE CHILE.

  Para el hijo propio hai bala
En esta patria querida:
Solo para el estranjero
Es la bala prohibida.

  ¿Por qué causa o qué rival
La lei legal disminuyen
I al estranjero lo escluyen
De la pena capital?
¿Es por acaso un mortal
Vedado en aquella escala?
I si le viene la mala
A un chileno, ai! Dios bendito!
Entónces dicen a gritos:
Para el hijo propio hai bala.

  Un estranjero asesina,
Es decir, mata a cualquiera
La justicia por dó quiera
A capturarlo no atina;
Si lo pilla, lo encamina
I no va a la policía;
Queda libre el homicida
Sin inferirle una ofensa,
I esto pasa, qué vergüenza
En esta patria querida?

  Apénas se desgrasea
Un chileno, aunque casual,
Desde el primer tribunal
A muerte se sentensea.
No hai reclamo, aunque se vea
Amparado por el clero:
Muere no mas, caballeros,
Porque en mi patria malvada
Es la bala reservada
Solo para el estranjero

  No se cumple por derecho
La legalidá un instante
Al ver que los inmigrantes
Horribles muertes han hecho,
¿Cuál de aquellos, satisfecho,
Ha pagado con la vida?
Déme contesta debida,
Digo al sabio más potente:
Para el neutral solamente
Es la bala prohibida.

  Por último, al terminar,
Para el neutral les diré
Que estoi persuadido qué
No hai bala en este lugar.
Esto me dá que pensar
En la maldita justicia;
Pero digo sin malicia:
Que en Chile, aunque sea grave,
No hai justicia, ya se sabe,
Porque reina la injusticia.

261—Estrella de Chile, Sto. Domingo, 47.

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A lo humano.

     Yo soi del paquete ingles
  Como lo verán, señores,
  De la cabeza a los piés
  Por gozar de mis amores.

  Si una niña va bonita
A un despacho el vendedor
Ai! le dice por su amor
Estoi que me muero, hijita,
Ella tambien la diablita
Le dice con fachatez
Lo quiero si a mi honradez
Me sabe corresponder
I él le dice por querer
Yo soi del paquete ingles.

  Cuando va una niña bella
A comprar a un almacen
El dependiente pequen
Comienza a jugar con ella
Diciéndole linda estrella
Por usted son mis dolores
I como niña entre flores
Se hace la desentendida
I esto es lo que pasa hoi dia
Como lo verán, señores.

  A las madres mui constantes
Engañan las niñas suizas
En virtud que van a misa
I van a ver al marchante
La misa va por delante
Para hacer eso talvez
Yo con mayor fachatez
Por querer a un cielo hermoso
Estaba de dicha i gozo
De la cabeza a los piés.

  Las que son de quince a veinte
Es decir muchacha lacha
Tienen por ser vivaracha
Amoroso pretendiente
Hasta que quedan sin diente
Dejan de tener primores
Yo con esfuerzos mayores
He sido lacho i no guaso
I ahora estoi de payaso
Por gozar de mis amores

  Señores i caballeros.
En virtud que soi chambon
Os pido disculpacion
A todos con gran esmero
Sin salirme del sendero
Hablo como un tinterillo
Meto la mano al bol[s]illo
Queriéndome despedir
Para mas tarde venir
A cantar otro versillo.

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Las cuatro muertes en Lota.

     Mas detalles voi a dar
  Del suceso acontecido
  El dia tres del presente
  Como ya se ha referido.

  Todos en masa se hallaban
I con el poder mas récio
Asaltaban al comercio
I todo cuanto encontraban
Los alaridos dejaban
Por todas partes de hablar
Pánico llegó a reinar
Por toda la poblacion
I de tal sublevacion
Mas detalles voi a dar.

  A las nueve algo calmado
De la noche estaba el pueblo
Del terrible desarreglo
Que se habia perpetrado
Treinta jóvenes montados
En caballos mui lucidos
Andaban bien prevenidos
Pues resguardando las calles
I aquí les doi mas detalles
Del suceso acontecido.

  Aquellas horribles fieras
Que iban al pueblo saqueando
Caminaban destrozando
Puertas, ventanas, vidrieras
De tan penosa manera
Hicieron la escena ardiente
La plebe airada se siente
Con el pueblo porque quiere
I esto fué como se infiere
El dia tres del presente.

  El consul de Portugal
Dice el diario que he leido
Doce mil pesos ha perdido
En el motin infernal
Todo el pueblo en jeneral
Hoi se encuentra en alarido
Penoso es lo que ha ocurrido
Según me dice una nota
En la poblacion de Lota
Como ya se ha referido.

  Por fin la plebe tirana
Que estaba cual brava fiera
Era una parte minera
I la demas carrilana
La pena mas inhumana
Hoi reina en Lota por cierto
En la mas desgracia advierto
Se encuentra esa poblacion
Diez i siete heridos son
En la escena i cuatro muerto.

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La sublevacion de Lota.

     Carrilanos i mineros
  En Lota se sublevaron
  Miles perjuicios causaron
  Por todito el pueblo entero

  Primero a la policia
Dichos tigres se tomaron
I el armamento incendieron
I todo cuanto ahí habia
Hicieron mil fechorias
La masa de bandoleros
Otras pandillas refiero
A las casas asaltaban
Tales perjuicios causaban
Carrilanos i mineros.

  La razon que ellos tenian
Para hacer tan gran suceso
Fué por librar cuatro presos
Que al cuartel se remitian
I como no los querian
Soltarlos todos se alzaron
Al cuartel se aproximaron
Para hacer su intento dable
I estos tigres indomables
En Lota se sublevaron.

  Imitando a los corsarios
Andaban enfurecidos
Dejando muertos i heridos
I esto es algo temerario
Con esfuerzo estraordinario
A las casas asaltaron
Todo en conjunto saquearon
Como digo aquellas fieras
I en la poblacion entera
Miles perjuicios causaron.

  En ese momento advierto
De aquel grandioso desórden
Para resguardar el órden
Llegó un capitan por cierto
En el instante fué muerto
Por aquellos montoneros
Este cuadro lastimero
Hoi en Lota ha sucedido
Dejando los alaridos
Por todito el pueblo entero

  Señores, de Coronel
Cuarenta hombres se mandaron
Armados i resguardaron
Aquel laberinto cruel
Penoso fué del dia aquel
De tan gran revolucion
En mi triste narracion
Os diré en lo que interprete
Heridos son diez i siete
I los muertos cuatro son.

       PEDRO VILLEGAS.

Impr. de P. Ramirez.—Echáurren, 6

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