—Buen día, Señor Seballo.
—Buenos días Sebastián
Para el día del Titán
Me vas á traer los caballos
—¿Y cuál es ese Tristán?
—Es el veintiuno de Mayo
Yo quiero montar el bayo
¡Tan incípido este truhán!
—¡Ah! entonces á la memoria
De Prat, marino sublime
El que se mantuvo firme,
Según cuenta la historia.
—Sí pues hombre este gran día
Todo chileno venera
Esa gloria verdadera
Que él dió perdiendo la vida.
—Cree Ud, señor que el chileno
Pueda rendirse algún día,
Hasta la última agonía
El peleará como bueno.
Y así quieren los cuyanos
Venir á meter camorra
Queda la Argentina zorra
Pelada en las cuatro manos.
—Lo que dices es muy cierto
Porque el León duerme y á la hora
Que se le acerque la zorra
Seguro es que está despierto.
—Digame Ud, don Bartolo
Qué asuntos y qué bolinas
Son esos de la Argentina
Con esos porotoscolos
—Esto es hombre, un protocolo
Que esta no es la vez primera
Que se queda en la manguera
De esos insignes pillolos.
—Mire Ud, estoy entendiendo
De fisonomista ahora
A la Argentina traidora
Muy mal color le estoy viendo.
—¿Por qué será lo adivinas?
—Es una buena pregunta
Tiene color de difunta
Y muere de mal de orina.
—En qué le habéis conocido,
Qué eres hijo de galeno
Muere en manos de chilenos
Sin poder hacer ni pío.
—Ellos traerán boliadoras
Seguro para el combate
Bombilla, tetera y mate
Y también la cantimplora.
—¿Y no traerán carabinas?
—Muchas á roso y belloso
La carabina de Ambrosio
—¿Con esa sabe tirar la Argentina?
—Pues á las mil maravillas
Con esas armas terribles
Vencerán al invencible
Arrancando como ardillas.
Por fin mi señor Seballo
Los diablos porotoscolos
Dejémonos don Bartolo
Me voy á traer los caballos.
José Dolores Rebolledo