hijo desnaturalizado que ase-
sina horrorosamente a la ma-
dre que te dió el sér.—Tristes
lamentos del reo en vispera de
escalar el patíbulo.
Felipe Valdés Gonzalez
a muerte está condenodo
y morirá fusilado
como han muerto otros chacales.
Las crónicas criminales
dicen que el reo Valdés
demente por la embriaguez
a su madre le dió muerte
y a sucumbir de igualmente
hoy lo ha condenado el juez.
A su esgosa maltratando
Valdés un día se hallaba
cuando su madre llegaba
a ver lo que estaba obrando.
Valdés de un modo nefando
tomó un puñal sin saber
que le alargó su mujer
y con el puñal tremendo
d[i]ó muerte de un modo horrendo
aquella que le dió el sér.
Pasada la borrachera
y a raiz del sufrimiento
llega el arrepentimiento
de ese hijo alma de fiera,
En forma muy lastimera
dice en una carta triste
la muerte me embiste
y la autora de mis días
llega en esas noches frías
donde el matador que existe.
¡Hijo mio! Hijo mio!
dice una voz en mi alma
tú me brindaste la calma
mandándome al lecho frío.
Tú fuiste el hijo impío
que tronchaste mi existencia
más, yo te tengo clemencia
para que el Padre Divino
proteja tu mal destino
y mitigue tu sentencia.
Yo en la fria sepultura
tranquila ya estoy durmiendo
y tú seguirás gimiendo
en esta prisión oscura.
El cáliz de la amargura
beberás, hijo infernal,
hasta que el banco fatal
te haga subir sus escalas
y te manden cuatro balas
al Supremo Tribunal.
¡Oh pueblo, pueblo piadoso!
ten piedad del desgracido
que a morir va fusilada
en el banquillo afrentoso,
A tí, pueblo generoso,
acudo en esta ocasión
para que pidas perdón
a tu señor Emiliano
en pro del hijo inhumano
que hoy llora en esta ocasión.
Imp. “La Nueva República”.
Matta 930.