Mi saludo al arribar al puerto
de Iquique
A LOS LECTORES DE MIS VERSOS DE LA
PROVINCIA DE TARAPACA

  De la capital de Chile
A este Iquique he llegado,
Brindándoles la alegría
Me presento con agrado.

  Me embarqué en Valparaiso
En un hermoso vapor
Buscando un nuevo amor
Llego acá de un improviso.
Francamente les aviso
Por que nadie se horripile
Mucho antes que me asile
Les digo sin ataranto,
Vengo á alegrar con mi canto.
De la capital de Chile.

  Ya llegó el santiaguino
Muchos lectores dirian;
Yo soy el que conocian
Con el nombre del nortino.
Traigo consonante fino
Sin haber sido estudiado
Si hay alguno autorizado
Le verso de remolinos
Y á celebrar los pampinos
A este Iquique he llegado

  El año ochenta y cuatro
De aquí arranqué de la muerte
Y hoy vengo buscando suerte
Por si encuentro algún poetastro
Si yo ando no dejo rastro,
No digan que es fantacía
En mi bella poesía
Les cuento todo lo cierto,
Y he arribado á este puerto
Brindándoles la elegría.

  De acá yo fuí barretero
No se los puedo negar
Y ahora soy popular
Nombrado en el mundo entero
Por un balazo refiero
Quedé bastante postrado,
Y en quince años no he sanado
Con mis cantares les pruebo;
Y á mis amigos de nuevo
Me presento con agrado

  Al fin un balazo ha sido
La cansa de mi sufrir
El cual me hizo morir
Pero quedé en mi sentido
Con el cuerpo adormecido
Yo pasé bastante meses,
Lo que hablo no son sandeces
En mi leal moralidad
Si dudan de mi verdad
Me llamó Daniel Meneses.

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El marido
QUE ASESINÓ A LA MUJER EN LA CALLE
DE CASTRO

  Ahora paso a contar
Un crímen mui horroroso
Que cometió un ruin esposo,
Por que sirva de ejemplar
Si en algo llego a faltar,
Disculpa, lector formal.
El marido criminal,
Con una furia espantosa
Victimó a su bella esposa
Con un agudo puñal.

  En calle de Castro fué
El hecho que les comento;
Talvez dirán que aumento
I que soi de mala fé;
No, lector; te contaré
Todo con facilidad.
Esta enorme novedad
La pruebo al son de mi lira;
Si me dicen que es mentira,
Es la purita verdad.

  Al fin, en estos renglones,
Digo al darlos impresos:
Están los hechores presos,
Son pares i no son nones.

DANIEL MENESES
POETA NORTINO, Morandé, 8-A

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Muerte de un guardian
EN LA CALLE DEL PUENTE

  A un guardian de servicio
Que estaba en la calle del Puente,
Un bandido impertinente
Llegó i lo llamó a juicio.
Iré buscando el resquicio
De la vida de ese caco.
Por lo diablo i lo bellaco,
Desde el momento nombrado
Se llevó preso amarrado
Como mazo de tabaco

  Dos trabaron la pendencia
Furiosos como Satan,
I corrió el pobre guardian
A evitar la insolencia.
Silva llegó con urjencia
Donde el noble policial;
De una manera formal
Aquel rotillo imprudente
Le enterró de un de repente
En el pulmon el puñal.

  Cayó al suelo desplomado
Boca abajo el pobrecito
I el asesino maldito
Arrancó desesperado;
Por los guardianes fué hallado
En el momento preciso;
I al juez le digo en mi aviso,
Escribiendo claro i franco,
Que lo haga pasar al banco
Por el gran crimen que hizo.

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Doble crímen en Coquimbo
EL AMANTE QUE ASESINÓ
A LA QUERIDA
POR NO TENER QUE DARLE DE COMER

  En Coquimbo un fiel amante,
Furioso i con ataranto,
Le dio muerte a su querida
Por no verla sufrir tanto.

  Se llama Manuel Marin
El autor de lo que cuento
No digan que el verso invento
Ni que soi un hablantin.
Lector fijate hasta el fin
Si el verso sale farsante.
En aquel crítico instante,
Con una furia maldita,
Degolló a su mujercita
En Coquimbo un fiel amante,

  La Cármen era casada
Tiempos con un tal Gregorio,
I por vivir en jolgorio
Lo dejó la mui malvada.
Lo que hizo por humorada
A muchos les causa espanto.
Jiménez, digo en mi canto,
Con la mayor sangre fria,
Hizola dar su agonía,
Furioso i con ataranto.

  En la calle Colocolo
Sucedió el drama sangriento
I no se sintió un lamento,
Porque fué en un patio solo.
Aquel canalla pololo.
Con cruel i mano atrevida,
Aburrido de la vida
Estaba, según mi ver.
Por no tener que comer
Le dió muerte a su querida.

  La pobre sin esperanza
Arrancó gritando fuerte,
Diciendo: «¡Me ha dado muerte
El pícaro por venganza!»
Mucha jente sin tardanza
Corrió sin ningún quebranto,
I el suicida con su llanto
En aquel momento allí
Dijo: «La muerte le dí
Por no verla sufrir tanto.»

  Al fin la causa, señores,
Fué una comadre perversa,
I mas que nunca se tuerza,
Castíguenle sus errores.
Con todos sus pormenores
El crímen les he contado;
Tambien pasó a ser finado
El mui infame atrevido
I en la mansion del olvido
Hoi se encuentra sepultado.

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Un adios eterno
AL JENERAL BAQUEDANO

  Adios, al grande soldado,
Que a Chile dió gloria tanta
No hallo voz en mi garganta
Para elojiar al finado.

  A nombre de la Marina
I del Ejército actual,
Le brindo este adios eterno
Al ilustre jeneral.

  La patria, cual Magdalena,
Perdió a un hijo i por él llora;
Sin consolarse hasta ahora
Pasará siempre con pena.

  El estandarte sagrado,
Con tal que nadie se asombre,
Por la muerte del gran hombre
Gran tiempo estará enlutado.

  La bandera tricolor
De nuestra patria querida,
Pasará toda la vida
Haciendo un duelo mayor.

  Los rejimientos de lineas
Con un valor de espartano
Tendrán que sentir la pérdida
Del heróico Baquedano.

  Toditas las sociedades
En este trance tan fuerte,
Del valeroso guerrero
Tambien sintieron la muerte.

  El hombre mas valeroso,
Digo escribiendo i pensando,
Que hoi se encuentra descansando
En la tumba del reposo.

  Recuerdo de aquel gran dia
Cuando entró a las Delicias,
Fué colmado de caricias
Por su heróica valentía.

  Todita la concurrencia,
Digo, hoi sin ser mequetrefe,
Decia a una voz entónces:
¡Viva, viva nuestro jefe!

  Contento, alegre i ufano
Ayer se hallaba en la vida,
I hoi la eterna partida
Hizo el señor Baquedano.

  En el dia de su entierro
Lindos discursos se oyeron;
Los diarios los publicaron
Por lo bonitos que fueron.

  De pena i de sentimiento
Hasta las piedras lloraron,
I los diarios de tristeza
Sus columnas enlutaron.

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Escursion
DE UN CANTOR DE GUITARRON

  Pulso el sonoro instrumento
Cuando me pongo a cantar;
Hago las cuerdas temblar
Como si corriese viento.

  Salgo al campo en el verano;
Con el jugo de la parra
Me alegro con la guitarra;
Cuando la tomo en la mano
Me encuentro alegre i ufano;
Al llegar a un casamiento
Me tomo el mejor asiento
I a vista de los paseantes,
Con cánticos arrogantes
Pulso el sonoro instrumento.

  Si salgo a pasear con niñas,
Mas cuando voi encopado,
Toco un paso redoblado
Andando por las campiñas;
Pero si me buscan riñas,
Mas bien dejo de tocar;
Despues principio a trinar
Con armoniosos conciertos;
Hago revivir los muertos
Cuando me pongo a cantar.

  Si llego a alguna funcion,
O si me encuentro en carreras
Yo me atraco a las fonderas
Bridándoles mi cancion;
Luego con mi entonacion
Entro por acompañar,
Tan solo por celebrar
Yo con mis maestros dedos;
Haciendo los posturedos
Hago las cuerdas temblar.

  Cuando llego a alguna trilla
Con mi guitarron, señores,
Se me apilan los cantores
A versar en redondilla;
I con mi frase sencilla,
Fiando en mi buen talento,
Pongo luego un fundamento
Sobre historias sagradas
Desparramo mis tonadas
Como si corriese viento.

  Por último llegué a un santo
En vispera de San Pablo
Haciéndome mozo diablo
I espoleando con mi canto.
Un roto por mi ataranto,
Luego me puso un fundado:
Tan alto i tan elevado
El perverso siguió hablando,
I yo quedé pestañando
Sin saber lo que ha cantado.

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Versos bíblicos
LA PACIENCIA DEL SANTO JOB

  En tierras de Heus vivió
El hombre de mas paciencia;
Porque tuvo resistencia
La salvación alcanzó.

  Job se llamaba este santo,
Según pública version;
Causaba, pues, compasion
La pena de su quebranto.
Siendo su padecer tanto,
El Señor lo consoló;
Fama i renombre tomó;
En los pueblos del oriente
I el humano mas paciente
En tierra de Heus vivió.

  Quiso Dios probar en él,
Por si el precepto quebranta;
Como su gracia era tanta
Fué un devoto amante i fiel.
Viendo su tormento cruel
Imploró a la Providencia
Siempre con benevolencia.
Digo con santo deseo:
Perteneció al pueblo hebreo
El hombre de mas paciencia.

  Una horrible enfermedad
Dios le mandó desde el cielo,
Que él soportó con anhelo
Sin encontrar caridad;
Sus parientes, en verdad,
Huyeron de su presencia,
Dejándolo a la clemencia,
Ausente de los mortales;
Sufrió toditos sus males
Porque tuvo resistencia.

  El Eterno, para ver
Si el siervo era buen cristiano,
Con su sacrosanta mano
Le dió a Satanas poder.
En su angustia i padecer
Jamas, nunca blasfemó;
Con todo se conformó
Sin demostrar un disgusto;
I como él era tan justo
La salvación alcanzó.

  Al fin, cuatro mensajeros
Llegaron donde él estaba,
I cada cual le anunciaba
Sus castigos verdaderos.
Con sentidos placenteros
Alegre los escuchó:
Si la culpa tengo yo
De que sufra estas bajezas,
Dios me ha dado las riquezas
I él mismo me las quitó.

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Prometimientos de amores

  El agua veras quemarse,
Un cerro has de ver correr,
Has des de ver secarse el mar,
Que dejarte de querer.

  Cielo, mi vida es estar
Mirándote permanente,
I cuando te hallas ausente
Triste me pongo a llorar;
La jente dirá al pensar:
¿Qué saca con lamentarse?
Nada gana con quejarse
Siendo de que no es querido;
I ántes que te eche en olvido
El agua veras quemarse,

  Desde que te conocí
Principió mi sufrimiento;
Por si encontraba contento
Mis amores puse en tí.
Si no me quieres a mí
Tendré de que fenecer;
¡Qué ingratitud de mujer,
Que no atiende mi lamento!
Por frente de tu aposento
Un cerro has de ver correr.

  Te juro i te contrajuro
Con un Señor en las manos,
Que entre los seres cristianos
Solo mi amor es el puro;
I tu corazon tan duro
Que no lo puedo ablandar,
Pero yo lo he de hacer dar
Un sí i que nunca avance;
Antes que mi amor se canse
Has de ver secarse el mar.

  Si te vienen a decir
Que yo por otra me muero,
No creas, si a tí te quiero
I es la verdad sin mentir.
Amándote he de morir
I tus ojos lo han de ver;
Atras no me harán volver
Siendo que a tu lado estoi;
Dejaré de ser quien soi
Que dejarte de querer

  Al fin, bella preciosura,
Mas no puedo asegurarte;
Ya el corazon se me parte
De congoja, i de ternura.
Hagamos una escritura
Si te asiste desconfianza;
Te he dado ya la probanza
De mis amores, te digo,
Por eso vente conmigo
Sin recelo i sin venganza.

Imprenta, MONEDA,

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Gran crímen en Valparaiso
EL HERMANO QUE LE DIÓ MUERTE
AL OTRO HERMANO A PUÑALADAS

  Un hermano a otro hermano
Allá en Valparaiso,
Le dió muerte de improviso,
Imitando a un pagano;
Este crímen inhumano
Mi pluma aquí lo relata;
La suerte está tan ingrata
Les pruebo aquí con sorpresa;
Que la jente de pobreza
Una con otra se mata.

  En el Restaurant Iquique
Fué el crímen mencionado,
El cual lo doi publicado
Aunque el hechor se pique.
Lo tengo que echar al dique
Para ver si gano plata;
La hoja vendo barata
Porque harto me interesa;
Que la jente de pobreza
Una con otra se mata.

  Le pegó el mui atrevido
La puñalada, sé yo,
I con la cual lo mandó
A la mansion del olvido;
Quedó en el suelo tendido
El finadito, de guata,
I aun no menió ni pata
Mucho ménos la cabeza;
Que la jente de pobreza
Una con otra se mata.

  Se apellidaban Valencia;
¿No es verdad, caro lector
Que el menor mató al mayor
Con ira i con gran violencia?
I por su enorme imprudencia
Una cadena se le ata,
A los piés; si se desata
Llevará otra mas gruesa;
Que la jente de pobreza
Una con otra se mata.

  Por fin, yo digo, es decir,
Al juez i al señor fiscal,
Que aquel que mata a puñal,
A bala debe morir;
Ya no se puede vivir
Por tanto bandolerismo;
En el borde del abismo
Estamos en la ocasion;
¡Muera la coalicion!
el ¡Viva liberalismo!

DANIEL MENESES
POETA NORTINO, Morandé, 8-A

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Sigue el diálogo
ENTRE EL ROTITO DEL NORTE I EL DEL
SUR SOBRE UNA CRÍTICA QUE VAN A
HACER EN VALPARAISO.

  El del sur.—Amigo nortino, le tengo
una nuevecita que contarle: que he
conversado con el tal Daniel Meneses,
i me ha contado que le pasó en Valpa-
raiso, en casa de un señor catedrático,
que dice que es profesor de métrica i
mui entendido en asuntos de métrica i
en la versificacion.

  El del norte.—Amigo, con atencion
i cuidado voi a oirle su conversacion,
porque me creo que interesa, i qué fué
lo que le pasó con dicho señor al poeta,
que así lo llamaremos nosotros, que
sabemos apreciar los trabajos que se
hacen en Chile por hijos del pais.

  El del sur.—Aquí entro a contarle.
El tal catedrático lo hizo llamar con
uno de los vendedores de versos del tal
Meneses, diciéndole al muchacho: que
venga tu patron i me traiga una colec-
ción de todos los versos que tenga. Yo
se los compro todos. Fué el poeta, lle-
vando 140 versos distintos, cuando lle-
gó donde el catedrático, que así le dijo
que se llamaba. Principió a darle lec-
turaa los versos i a criticárselos, i el co-
chero esperando al poeta, Donde encon-
traba un verso en prosa, ¿i éstos son
suyos hechos por usted? el poeta con-
testaba: Sí, yo los hago.

  El del norte.—Es decir que dicho
señor catedrático hizo llamar al poeta
para embromarlo i hacerlo perder el
tiempo i preguntarle cosas que él no
sabia, porque despues de hora i media
de conversación, le iba a tomar siete
versos, i el poeta le cobró 20 centavos
por cada uno. El le ofreció 10 centa-
vos. Le dijo el señor catedrático que
los versos eran para otro señor que
también se negó para darle su nombre.
Lo que le dijo que eran para hacer
una critica i censurar la poesía chilena.

  El del sur.—Amigo, el futre ese
no ha de ser mui jente i caballero,
puesto que se puso a reparar o mas
bien dicho a criticar lo que él no sabe
talvez componer; es que será partidario
de algún español, porque a los españoles
les han dado por la vanidad que ellos
no mas son poetas; ellos escriben cual-
quier cosa i llaman versos, pero no son
versos los que venden, son entonacio-
nes porque no se arreglan a ninguna
medida de métrica, Por eso, si llegan
hacer la critica, van a criticar ni lo
que ellos mismos comprenden; el ser
profesor de métrica i gran catedrático
no es ser poeta i saber hacer versos,
porque los poeta no se hacen, los poe-
tas nacen con la inspiracion.
       (Continuará)

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