Julio en el último dia Mandó la lluvia deseada, Mucho se la agradecemos Aunque vieno algo atrasada.
Después de tanto pedir A san Isidro glorioso, Un milagro portentoso No se pudo conseguir; Ya comenzaba a morir De hambre el ganado que había, La peste tambien cundia I vino en este intermedio, A traernos el remedio Julio en el último dia.
Tal era la mortandad. En aquellos seres brutos, Por falta de los productos, Causa de la sequedad; Pero la suma bondad De la madre inmaculada, Que a la alma mas desdichada Siempre cubre con su manto. Por ruegos a su hijo Santo Mandó la lluvia deseada.
En agosto puede ser Que tengamos abundantes Lluvias, i que los habitantes No tengan que perecer; Esto nos dá gran placer Aunque trabajos pasemos, De todos modos debemos Dar las gracias a María, I aunque la lluvia es tardía, Mucho se la agradecemos.
Por el sur i por el norte Con mucha fuerza ha llovido, I aquí el aguacero ha sido De nada ménos importe; Dios quiera que no se corte La lluvia ya principiada, Si prosigue su jornada Será lo mas conveniente, Para todo ser viviente Aunque viene algo atrasada.
Al fin ya el milagro se hizo San Isidro labrador, El compasivo Hacedor Ponerlo en libertad quiso; I nos manda de improviso El tan deseado aguacero, I para que el chacarero Labre el terreno i siembre, Si nos lloviese en setiembre Nos hará el bien por entero.
Los diarios han publicado De que ha de salir el mar; Esto se ha de ejecutar El dia ménos pensado.
Un piadoso caballero Que es de Limache vecino, Para su mesa previno Hacer matar un cordero; I un anciano pasajero Le pidió uno regalado; El jeneroso hacendado Le dijo que lo escojiera Esta historia verdadera Los diarios han publicado.
El anciano degolló Su cordero i en el acto, A manera de holocausto Como Elias lo inmoló: Solo con el rico habló, I al cuál hubo de avisar; Señor debeis retirar Del banco vuestra fortuna, Yo lo sé sin duda alguna De que ha de salir el mar.
Cuando el anciano por cierto De allí desapareció, En el ganado se vió Vivo al corderito muerto, Este prodijio en el puerto Mucho ha dado que pensar Ya se principia a mudar Al cerro bastante jente, Creen que positivamente Esto se ha de ejecutar.
La prensa compadecida A los porteños advierte, Para librar de la muerte Preparen su salvavida El mar hará su salida Como en el Perú ha pasado, Ya por lo profetizado Claro se deja entender, Que esto puede suceder El dia ménos pensado.
Al fin la contestacion Del rico no se ha sabido, Ni yo mas detalles pido Para hacer mi narracion; Solo digo en conclusion Al darle publicidad, Ya como una realidad El milagro se ha contado Mas no sabemos que grado Tendrá de veracidad.
Despues de mi testamento, Amados lectores, quiero Dejaros una memoria, O mejor dicho, un recuerdo; Quizas por última vez, Admitid mi corto obsequio. Ya el año sesenta i seis Escribí una historia en verso, De cómo llegué a esta tierra Cuando los godos perversos Conquistaron la nacion I de ella se hicieron dueños. En esa historieta dije Cómo creci en este pueblo, Hasta llegar a ser hombre Malo i bueno entre los buenos. Veinte años han trascurrido Desde esos tristes sucesos, I en este largo período Vais a saber lo que he hecho. Vivir siempre como niño, Sin aprovechar el tiempo: Muchos me juzgan con plata, I al contrario, solo tengo Algunas, aunque pequeñas, Drogas, trampillas i enredos. ¿I cuál ha sido la causa? Vais, lector mio, a saberlo: Yo fui desde mi niñez Mui aficionado al juego, Vicio que me dominó Hasta llegar a ser viejo, I nunca pude dejarlo, Porque jamas hice empeño. Yo pasaba en la carpeta A veces el dia entero, Perdiendo lo que era mio, Por interes de lo ajeno. Como fui algo pillastron I tuve bastante injenio, Esto era lo que me hacia Caer al resumidero. Mas viendo que la moderna Mil cosas ha descubierto Para ganar con ventaja A los que no son mui necios, Un dia vi i observé, Jugando con uno de éstos, Que me tenia ganados Tres billetitos de a peso; Me levanté, i dije: amigo, Conténtese usted con eso. Salí de aquella tertulia Imajinando i diciendo: ¡Válgame el poder de Dios! ¡Hasta cuándo seré leso! I desde aquel mismo instante Traté de poner remedio. Dejé de jugar al naipe, Pero me boté a gallero, Labrando siempre mi ruina I perdiendo mi dinero, Topando los sobornales Cuando estaban de ocho a medio. Algunas veces ganaba, Pero allá por lo tio Diego. Esta nueva diversion Me hizo llegar al estremo De decir que no pagaba Un dia por un careo, Que era malo, pero el juez Sentenció de que era bueno. Despues de reflexionar, I conociendo mi yerro, Fui a pagar lo que debía; Pero llevaba el intento De no ver ninguna riña I de no apostar ni medio. Saqué mi plata i pagué A los que estaba debiendo; I en el mismo acto salí De corazon maldiciendo Dichas casas, porque son, La verdad pura, un infierno, Donde el que pierde maldice, I solo se oyen reniegos, Herejias i otras voces Que las dejo en el tintero Mas bien, por no publicarlas I escandalizar al pueblo. Entren por curiosidad En una casa de juego, I verán lo que conversan Niños bastante pequeños, I los grandes les celebran En lugar de reprenderlos; Así es que aquellos muchachos, Como digo, tan modernos, Perdiendo, solo se aplican A hacerse bravos rateros. En esto la policia Debiera poner remedio; Pero qué remedio habrá Cuando ya por todo el reino. De Chile solo se ven Muertes, robos i salteos: Han robado en la intendencia De nuestro vecino puerto, I no se puede saber Quiénes los ladrones fueron. Ya ven hasta dónde llega Elr audaz atrevimiento, I nadie puede ignorar Cuál será la causa de esto. Sea de ello lo que fuere, Yo por mi parte protesto Detestar todos los vicios Que traen males funestos, I para arreglar mi vida Tal como yo lo deseo, Voi a poner por testigos A niños, mozos i viejos, I les encargo tambien Que aprovechen mis consejos, I vivan de su trabajo, Que es lo mas lindo i mas bueno: Desde ahora en adelante, Yo, con vender mis cuadernos, Algo al fin he de juntar Que sirva para mi entierro. Reconociendo que voi Llegando al dia postrero, Ya que tan perverso he sido, Quiero entrar en arreglo; Para esto pido el auxilio De la virjen del Carmelo, Que es madre de pecadores I de los tristes consuelo. A vos, señora piadosa, Madre del divino Verbo, Del Santo Espiritu esposa, Oh, hija del Padre Eterno, Tú serás mi defensora En el tribunal supremo; No me desampares, no, Por los sagrados misterios Del santísimo rosario I los santos evanjelios, I por la pasión i muerte De vuestro hijo sempiterno, Que en una cruz afrentosa Murió por nuestro remedio. Oh divino redentor! Oh mansísimo cordero! Oh inmenso mar de bondad! Oh rei de tierra i de cielos! Del mas grande pecador, Que quiere ser de tu gremio, Una lágrima es bastante Para que le deis el premio De la eterna salvacion, Segun su arrepentimiento. Padre misericordioso, Permitid que los incrédulos Te alaben i te bendigan Como a su Dios verdadero, Para que, desengañados, Pasen a hacerse tus siervos. Tú, señor, que trasformais En mansos a los soberbios, Dales a saber que sois Rei de todos los imperios; I de mí no te olvideis, Ni del gran pueblo chileno, Que profesamos tu fe I que solo en tí creemos Ya veis lo que está pasando I lo que está sucediendo Con los que han dejado atras A Calvino i a Lutero. Dios mio, no permitais Que ninguno apostatemos, Por no caer al abismo Mas horrible i mas tremendo. I a vos, queridos hermanos Católicos, recomiendo Que perseveren constantes I de este modo seremos Bendecidos del Señor, I al salir de este destierro, Una eternidad de gloria [O]s dará el autor supremo. Ya de todos mis lectores Me despido al fin con esto; I todos en jeneral, Cuando sepan que yo he muerto, Por el descanso de mi alma Rezarán un padre-nuestro, I en pago guardá el retrato Del que ha sido i es su maestro.
No hallo por dónde empezar Para hacer mi testamento; Talvez este documento Lo han de querer anular.
Principiaré sin quebranto, I para que mejor cuadre, En el nombre de Dios Padre, Hijo i Espiritu Santo. Es mi voluntá, i por tanto, Primero he de suplicar Que pronto me hagan llamar Un escribano, un notario. Para hacer el inventario, No hallo por dónde empezar.
Item, la mejor herencia Que a los católicos dejo, Es que sigan mi consejo, Firmes en vuestra creencia, Defendiendo la existencia De Dios en todo argumento, Hasta vencer al violento Error del hereje inmundo. Hé aqui en lo que me fundo Para hacer mi testamento.
Item mas, ningún testigo Quiero que se halle presente, A no ser un fiel creyente, Leal i verdadero amigo. Basta con lo que yo digo En pleno conocimiento El dinero con que cuento No lo dejo al albacea. Creyendo que inútil sea Talvez este documento.
De versos algunos miles Al gobierno recomiendo, Porque no sigan rijiendo Las nuevas leyes civiles; I a los tránsfugas o viles Les voi a recomendar Que lean un ejemplar Del periódico Chileno, I éstos lo que haya de bueno Lo han de querer anular.
Al fin, queridos lectores, Por lo que les dejo dicho, No se entreguen al capricho De falsedades i errores, Con que muchos impostores Arruinan a la nacion. Todos en igual union Tienen el justo deber De amparar i defender Nuestra santa relijion.
Me ha contado un pordiosero Que haciendo a los hombres lesos, Junta cincuenta o mas pesos I remuele un mes entero.
El está ya veterano I tiene una mano chueca, I en pedir limosna peca Porque es hombre bueno i sano; Solo con mostrar la mano A una dama o caballero, Le dan algo de dinero I se va lo mas contento. Esto que yo a todos cuento Me ha contado un pordiosero.
Engaña cual Belcebú Al futre, al fraile i al mocho, Diciendo que el treinta i ocho Fué con Búlnes al Perú; A mi ya me ha dicho:tú Mui bienda sacas con esos Libros que llevais impresos; Para todo eres capaz, I yo no me ocupo mas Que haciendo a los hombres lesos.
Con una ropa andrajosa A pedir limosna sale, Astucia que harto le vale En su obra maravillosa; Como hai tanta alma piadosa Que en semejantes sucesos, Socorren huerfanos, presos I mujeres desvalidas, Así este en mui pocos dias Junta cincuenta o mas pesos.
Si quieren los policiales Pasarlo a la policia, Los lleva a un chicheria I gasta sus ocho reales, Obligando a que los tales Dejen libre a su aparcero, Se va el buen amigo, pero Ya con el hilo picado, La sigue el desventurado I remuele un mes entero.
Al fin, mucho lo aconsejo Que junte plata i trabaje, I me responde el salvaje Si muero, a quién se la dejo? Tengo mas suerte así viejo Que cuando era niño tierno, Gastaré mas que el gobierno I tomaré sin medida, Porque sé que en la otra vida Es un peladero eterno.
Los cuyanos renegados Que en Lonquimai se batieron, De siete muertes que hicieron Dos dejaron degollados.
Cuando los chilenos fueron Con parlamento de paz, Aquellos brutos de mas A bala los recibieron; Gracias a que merecieron Estar bien parapetados, En una zanja enterrados Como el ruin cholo cobarde. Allá lo verán mas tarde Los cuyanos renegados.
En todos sus documentos Dicen, como ya sabeis, Que vencieron diez i seis A un número de doscientos; Estos fantásticos cuentos Como partes remitieron I en Buenos Aires dijeron: Júntense algunos millones Para premiar a esos leones Que en Lonquimai se batieron.
Su gloria es el degollar, Para honra de su nacion, I de civilizacion Tambien se atreven a hablar; Caro les ha de costar El crímen que cometieron. Qué fundamento tuvieron Para una accion tan violenta? Algún dia darán cuenta De siete muertes que hicieron.
Los cheyes en esa guerra Mui bien que la van sacando, Asesinando i robando A los indios de la tierra; Así llenan la de perra Con vacas i con ganados De nuestres bravos soldados Los gauchos facinerosos. Para irse mas orgullosos Dos dejaron degollados.
Por último, el jeneral Villegas, como valiente, Debia severamente Castigar al oficial Que por rencor o rival Hizo tales desatinos. Otra traicion, asesinos, No vuelvan a cometer I les vaya a suceder Lo que a esos cholos indínos.
Atiendan, señores maestros, Los que tuvieren oficio, Porque a robar no mas tiran I del alma no hacen juicio.
Uno de cien carpinteros Es en su trato formal. El sastre es otro que tal Igual a los zapateros. Pasemos a los herreros I a los albañiles diestros; No trabajando por metros Se ayudan en lo que pueden. Para ver cómo proceden, Atiendan, señores maestros.
Ganan los talabarteros La plata con dibujar La obra que van a entregar, Lo mismo los tapiceros. No hai en la clase de obreros Quien no mienta con perjuicio; Les parece beneficio Engañar con nulidad; Diganme si no es verdad Los que tuvieren oficio.
Tambien de los dependientes I los mercachifles hablo, Que pueden al mismo diablo Sacarle muelas i dientes. Conocen los inocentes Si desde léjos los miran. Otros que en licores jiran Mas es agua que licor, I para ellos no hai pudor Porque a robar no mas tiran.
La cigarrería al flaco Lo engorda i viste de capa, Con el vástigo de papa Hace cundir el tabaco. El cargador en su saco Tiene todo su artificio, El sirviente en su servicio No cumple la obligacion: Todos bailan a este són I del alma no hacen juicio.
Al fin, es justo que pida Perdon de tanta insolencia, Al ver que la intelijencia Es de todos permitida. Mui bien que pasan la vida Receptores i abogados, Haciendo a unos desgraciados I quitándoles lo propio. Si ven este telescopio Quedarán desengañados.
En Coronel es verdad Que hai una niña dichosa: Como santa milagrosa Cura toda enfermedad.
Ya se habia publicado En los diarios su virtud, I hoi con mas exactitud Esto se ha verificado; Según por lo que ha pasado En esa localidad, Viéndola en tal soledad Unos a saltearla fueron, Pero no lo consiguieron En Coronel, es verdad.
La niña a la madre dijo: Haga una buena comida, Porque una grande partida De hombres espero de fijo. Llegaron, como predijo, I la madre cariñosa Puso en su mesa ostentos[a] A cada uno su cubierto, I estos dirán: es mui cierto Que hai una niña dichosa.
Despues de haber almorzado, Pidieron que se les diera Toda la plata que hubiera O le habian regalado; Ya los habia pegado Una mano misteriosa; Cada uno en su silla hermosa. Temblaba de confusion, I le pedian perdon, Como santa milagrosa
Arrepentidos estaban Los infames delincuentes, Al verse todos pendientes En las sillas que ocupaban; A la niña suplicaban Perdonase tal maldad, Les perdonó por piedad I la dejaron en calma, I ahora del cuerpo i el alma Cura toda enfermedad.
Al fin, con esto, señores, La madre no temerá, Mui tranquila vivirá I libre de malhechores; Desde que esos salteadores Que la habian asaltado Se fueron en un estado Gravemente arrepentidos, Contando a otros forajidos Lo que han visto i observado.
Diez i siete muertes ya Lleva el bandido Mendoza. I cuenta diez i seis años… Jesus! qué terrible cosa!
Su gusto es quitar la vida Al moderno i al anciano, Este verdugo, inhumano Es de alma mui corrompida; Tras de él, una gran partida Siguiendo sus huellas va, Si escapa, continuará Burlando al juez su derecho. En el Sur dicen que ha hecho Diez i siete muertes ya.
Comete mil desatinos Con la mayor sangre fria, I aunque joven todavía, Es capitan de asesinos; I salteador de caminos Que al que merece destroza, Miéntras de libertad goza Vivirá como insensato. Ya ven, cuánto asesinato Lleva el bandido Mendoza.
A uno que lo conocia, Por tal que no lo vendiera, Aquella furiosa fiera Lo mandó a la tumba fria; Si cae a la policía Se evitarán graves daños,, Para él no habrán desengaños Porque vive sin temor, Ya es famoso salteador I cuenta diez i seis años.
Muchas veces se ha librado Que lo tomen prisionero, El criminal bandolero Anda lo mas bien armado; Tiene a un jefe amenazado Con una muerte horrorosa, Amenaza tan odiosa Solo a él lo satisface, Si con la justicia esto hace, Jesus! que terrible cosa!
Por último, ese malvado Que matando jente pasa, Puede caer a la nasa l dia ménos pensado, Entónces el desgraciado Talvez tenga reflexion, Será sin demoracion Por su desgraciada suerte, O bien condenado a muerte O a una perpetua prision.
Cáceres el montonero Se batió i fué derrotado, Va el jeneral afamado Corriendo mas que lijero.
El coronel Gorostiaga Supo que en Huamachuco, Se hallaba el temible cuco Que de su nación fué plaga; Allí recibió la paga De su servicio altanero, Huyendo va el bandolero En vergonzosa derrota,, Ya no dirá soi patriota Caceres el montonero.
Sostuvieron los peruanos, Dos dias de cañoneo, I en el largo tiroteo Creyeron salir ufanos, Causa de esos hombres vanos, El Perú se ve arruinado, I el que era mas obstinado I no admitia la paz, Con otros caudillos mas Se batió i fué derrotado.
En el combate sangriento Dejó el traidor como digo, En poder del enemigo Casi todo su armamento; Batirse no era su intento, Por estar tan resaviado, I como se vió apurado Tuvo que librar batalla, I en fuga con su canalla Va el jeneral afamado.
Supo que la division Iba en un pequeño grupo, I dijo aquí me los chupo Como los de Concepcion; Que grande equivocacion Sufrió el insigne guerrero, A mas de romperle el cuero I perder tanto caudillo, El irá como potrillo Corriendo mas que lijero.
Al fin es verosimil, Que en la reñida pelea De esa cobarde ralea Murieron cerca de mil; A cañon, sable i fusil Fueron muertos i vencidos. De nuestros seres queridos, Han sido como sabeis, Victimas, cincuenta i sei[s] I ochenta i tres los herid[os.]