ROMANCE

sobre los

Asuntos Parlamentarios

discutidos
 en una sesión borrascosa de la 

Cámara de Diputados.

    Prestadme vuestra atencion,
I oid, soberano pueblo
Lo que en las camaras pasa,
En el Congreso chileno:
Por lo que dicen los diarios
Ya lo sabrá todo el reino.
En la misma forma yo
Daré un detalle lijero,
Principiando por aquella
Sesión de puntos tan serios,
 I fué según me parece,
Dia veinte i tres de enero;
Ese dia los señores
Diputados asistieron
En número de setenta
Poco mas o poco ménos,
Cuando se abrió la sesion
El señor Puelma, primero
Pide que quede constancia
Sobre un proyecto de acuerdo
Que en la sesion anterior
Habia reclamado ésto;
Cuando fué llamado al órden
Sin faltar al reglamento;
La palabra soportar,
En su discurso primero,
No puede ser ofensiva
En contra del ministerio.
Luego el señor presidente
Dice: que solo fué aquello
Por evitar incidentes
De lamentables sucesos.
Hasta aquí todo va bien,
Pero mas tarde veremos
Cómo se viene a formar
El mas borrascoso incendio,
Que no se ha visto talvez
Antes, en ningún gobierno.
El diputado por Rere
Habló con bastante imperio,
Dándole a la mavoria
El lejítimo derecho
Para pisotear las leyes
I cometer atropellos;
Pide que se hagan tambien
Las elecciones mui presto
Para los representantes
De tantos departamentos,
Donde no sé por qué causa
Todavia no se han hecho;
Que siempre la minoría,
Para tal obra se ha opuesto;
Uno dice que Bañados
Representa al Ministerio,
I que es ministro suplente
 O sea ministro electo.
El señor Matte ha dicho
I lo que dice es mui cierto,
Que quiere la mayoría
Descargar el grave peso
Sobre aquella minoria
Que no abandona su puesto,
I que sabrá defenderse
Soportando todo riesgo.
El ciudadano Cotapos
Salió como de refresco
Tachando a los clericales
A quien odia con exceso;
I pronunció su discurso
Como agudo i habileso
Que mereció mil aplausos
I cuarenta mil desprecios.
Al señor Puelma interrumpe
I el presidente mui presto,
Ruega al señor de Cañete
Como noble caballero,
Que no vuelva a interrumpir
I no sea majadero;
Se sigue la discusion .
I vuelve otra vez de nuevo
A tratarse de elecciones.
Por qué razón no se hicieron.
Por robarse los rejistros
I quiénes la causa fueron;
Uno dice que el ladron
Fué solamente el gobierno.
Al punto un señor ministro
Se pone de pié en su asiento,
Para tratar de canalla
I cobarde al que dijo esto;
El valiente diputado
Dijo al oir aquel reto:
Me dará satisfacciones
Si es que sea caballero,
O es cien mil veces cobarde
Si es que lo domina el miedo.
Aquí fué el mayor desórden
I los gritos que se oyeron
Salir de las galerias,
Que a muchos ensordecieron.
La desproporcion fué tal,
Como de uno contra ciento,
I solo se defendia
Sin abandonar su asiento
Manda el señor secretario
I ordena que en el momento
Despejen las galerías;
Pero le sale al encuentro,
El señor Puelma i le dice:
Que no puede mandar esto,
Porque la sesion es pública
I público el parlamento.

            A SEGUNDA HORA

    Continúa la sesion,
Dice el señor presidente,
Suplicando que se olviden
Estos tristes incidentes;
A todos los diputados
Pidoencarecidamente,
No vuelvan a producirse
I será lo mas prudente;
Que le cumplan su pedido
Les ruega personalmente.
Luego pide la palabra
Un orador elocuente,
I en su discurso reclama
La espulsion de un eminente
Opositor que ha tratado
De ladron al Presidente.
Otro señor diputado
Quiere saber verbalmente,
Si se pone en discusion
Lo que se ha hecho presente:
En todos los grupos se habla
Tan acaloradamente,
Nada se supo sobre esto
Porque el señor Presidente,
Dijo: falta un cuarto de hora
I a todos hago presente
Que levanto la sesion
Porque creo conveniente,
Cumplir con el reglamento
Real i verdaderamente.
Las cuatro cuarenta i cinco
Eran, i esto es evidente.
I cuando se retiraba
El diputado valiente,
Fué aplaudido i vitoreado
Por todos los concurrentes,
I aqui detengo mi pluma
Hasta la sesion siguiente.
I a todos pido perdon
De mi romance insolente.

       Bernardino Guajardo.

Impreso por P. Ramirez.— Echáurren, 6

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El candidato presidencial.

           Ya fué el señor Balmaceda
       Proclamado presidente;
       Que sea fiel e induljente
       Toda la nacion desea.

    La convención nacional
Ordenó con preferencia,
Que herede de su excelencia
La silla presidencial;
Nadie será su rival
En caso que bien proceda,
La menor duda no queda
Que elejido i proclamado
Para primer majistrado,
Ya fué el señor Balmaceda.

    Cuando de su elevacion
Le llegó el feliz aviso,
Algunas promesas hizo
De que su administracion
Seria de paz i union
Respecto a todo creyente.
I amando al Omnipotente
Dios de infinito poder,
Que por él llegaba a ser
Proclamado presidente.

    También tiene prometido
No atacar la relijion,
I rendir adoracion
A un Dios que tan bueno ha sido
I que a Chile ha protejido
En grado tan eminente;
Cumpliendo esto exactamente
No tendrá ningun contrario;
Con el pueblo es necesario
Que sea fiel e induljente.

    La lei de municipales
Dice que reformará,
Gasto inútil no se hará
Con las arcas nacionales;
Ante los convencionales
Propuso esta noble idea,
Es justo que se le crea
Desde que a esto se somete,
Que cumpla lo que promete
Toda la nación desea.

    Al fin, dice un escritor
I esto no puede dudarse,
Que al hombre podrá engañarse
Ménos al divino Autor;
Tú que has leído, señor,
Las antiguas profecías,
Promesas i garantías
De tan primordial derecho,
Tal como las habeis hecho
Deseamos verlas cumplidas.

       Bernardino Guajardo.

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D. Benjamin Vicuña Mackenna

           La patria, cual Magdalena,
           Pierde un hijo, i por él llora
           Fué como nadie lo ignora,
           El ciudadano Mackenna.

    Una larga enfermedad
Puso a su existencia fin,
Pasando don Benjamin
Del mundo a la eternidad;
Todos en esta ciudad
Sienten con profunda pena,
Un hombre de alma tan buena
I con el pobre tan fiel.
Justo es que llore por él
La patría, cual Magdalena.

    En masa la capital
I hombres de elevados puestos,
Fueron a esperar sus restos
Aquí en la estacion central;
Qué dolor tan sin igual
Para su amada señora,
La parca devoradora
Cortó el hilo de su vida,
I nuestra patria querida
Pierde un hijo, i por él llora.

    Si el poderoso opulento
Lo ha llorado i lo ha sentido,
¿Qué será aquel desvalido
A quien le daba sustento?
Ya se acabó aquel talento
I su pluma encantadora,
Todo el clero desde ahora
Ruegue por él al Señor:
El mas insigne escritor
Fué como nadie lo ignora.

    En la Merced se le hicieron
Las honras i funerales,
Senadores, jenerales
A la misa concurrieron;
Lindos discursos se oyeron
Sobre aquella triste escena,
Toda la nación chilena
Vestirá de negro luto,
En homenaje o tributo
Del ciudadano Mackenna.

    Al fin quedó sepultado
Su cadáver en la ermita,
Que consagrada i bendita
Fué por un noble prelado;
Al rededor del finado
Iba un hijito moderno,
 Aquel muchachito tierno
Con su corazon herido.
Llevaba al padre querido
A dormir el sueño eterno.
       Bernardino Guajardo.

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SEGUNDA PARTE

    Venid, pueblo soberano,
Pidamos su gracia plena,
A la que es madre de Dios
De ánjeles i santos reina;
Que puede con su poder
Sacar una alma de pena;
I que jamas abandona
A los que se valen de ella.
Recémosle su rosario,
Esta es la mayor ofrenda
Para conseguir su gracia,
I para que nos conceda
En su trono colocar
La alma del señor Mackenna,
Por los beneficios que hizo
A los pobres en la tierra.
Emperatriz seberana
La mas bondadosa i tierna,
Todo esté de vuestra mano
Mano que a nadie se niega,
No te olvides Vírjen pura,
Pura como la azucena,
De hacernos este favor
Favor que con ansia espera,
La cristiana poblacion
I la juventud chilena.
Tú, señora, que habeis visto
Desde la mansion eterna,
Cómo recibió la patria
A un hijo de alma tan buena
Cuando la terrible muerte
En él descargó su flecha.
Ese dia desgraciado
Estaba en su propia hacienda,
I de alli al ilustre muerto
Para Quillota lo llevan,
I despues para Santiago
Donde esta su parentela.
Por el telégrafo a todos
Los pueblos se da la nueva.
I aquella infausta noticia
Con dolor al alma llega,
I él pesame a su familía
Mandan por la misma cuerda;
La estación central se llena.
Como seis mil habitantes
O algo mas, quién lo creyera;
Allí están pobres i ricos
Reunidos en la espera,
Aguardando el tren espreso,
Que llegaba a la una i medía.
De Valparaiso venia
Una comitiva inmensa,
Bomberos i gobernantes
Que esa gran ciudad gobiernan.
Lo mismo aqui sucedía
Pues la población entera,
Bajo los grandes galpones
En tumulto se aglomera.
A mas de la aristocracia
Toda la jente plebeya,
Guarda un profundo silencio
I están como si asistieran
A una procesión solemne
En una sagrada iglesía;
Mas al instante que ven
A la máquina de cerca,
El silencio se interrumpe
Porque las músicas suenan
Al fin, la locomotora
Paró i entonces empieza
A resonar el clarin
Para infundir mayor pena;
Bajaron el ataud
I muchas personas llegan,
A depositar coronas
De las mas lujosas perlas.
Tan lindas tan adornadas
Que era un gran deleite verlas:
Formados los batallones
Como en procesión le llevan,
A la Merced donde viste
De luto toda la iglesía,
Allí se le hacen las honras
I funerales exequias;
Los ilustres caballeros
De mas elevada esfera,
Socios de la relijion
Católica verdadera
Asistieron a la misa
Con gran fé pidiendo en ella,
El descanso de aquella alma
A la majestad, eterna;
Concluida la ceremonia
Se pone el cortejo alerta,
Para llevarlo a la tumba
Que con tiempo tenia hecha.
Vestido de negro luto
Ya un niño de edad mui tierna:
I era hijito del finado
I que el mismo nombre lleva.
Cuando llegan a la ermita
Oradores de elocuencia,
Pronunciaron sus discursos,
De pésame i condolencia,
I era el último servicio
Que a un fiel amigo le presta:
He aquí un corto bosquejo
Arreglado a la lijera.
Porque no será capaz
La inspiracion de mi vena,
De dar mas largos detalles
En la forma que debiera.
Al concluir noble pueblo
El autor os recomienda;
Conserves este retrato
Como una reliquia o prenda,
I este será un gran estimulo
A las familias que vengan,
I tambien debe ser una
Memoria imperecedera
De este ilustre ciudadano
A quien Dios dé gloria eterna.
Perdonad todas las faltas
Que hayan en esta leyenda,
Porque ya nuestra memoria
No está exactamente buena,
Para mi será un pesar
Si de inútil me condenas,
I si no me perdonais
No me he de morir de pena.

       Bernardino Guajardo.

Impreso por P. Ramirez.— Echáurren, 6

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Apuntes biogràficos de D. Benjamin Vicuña Mackenna.

    De ilustres padres nació
Esa alma privilejiada;
Por ellos una esmerada
Educación recibió.

    Hizo tan grandes progresos
En sus primeros estudios,
Luego verán sin preludios
Los libros que dejó impresos.

    Tomo con la mayor pena
La pluma para escribir,
Cómo dejó de existir
El noble señor Mackenna.

    Una cruel enfermedad
Cortó de su vida el hilo,
Cuando estaba mas tranquilo
I en lo mejor de su edad.

    Conversando de esta suerte
A un relijioso decia:
Ya veo próximo el dia
I hora fatal de mi muerte.

    Habiendo reconocido
Que se le acercaba la hora,
Dijo así: muerte traidora
No estaré desprevenido.

    No pudo la ciencia médica
Salvar la vida al grande hombre,
Que eternizará su nombre
En Europa i en América.

    Nada he de dejar oculto
De aquel jenio intelijente
Fué un literato eminente
I el mejor jurisconsulto.

    Cuántas obras de su pluma
Deja el insigne escritor!
Fué este esclarecido autor
Igual a Pompilio Numa

    La guerra franco-prusiana
Por su mano quedó escrita,
Leyenda que felicita
La nacion americana.

    Con su talento cientifico
I para eterna memoria
Nos deja tambien la historia
De la guerra del Pacífico.

En la susodicha guerra
Hizo que el roto chileno
Hiciera en otro terreno
Prodijios por mar i tierra.

    Entró en la revolucion
Del año cincuenta i uno,
I fué fiel como ninguno
En sostener su opinion.

    A California emigrado
Marchó con otros perdidos,
I pasó a Estados Unidos
Donde fué mui bien tratado.

    A la Europa hizo tres viajes
I en Inglaterra escribió
Un folleto que le dió
Mil aplausos i homenajes.

    En Francia otro libro igual
Dió a luz i dijo el frances:
Este escrtir chileno es
Publicista sin rival.

    En España, por milagro
Rejistró algunos archivos,
I escribió sin correctivos
La historia de Diego Almagro:

    Con palabras verdaderas,
I lleno de patriotismo.
Dejó escrito el Ostracismo
De O’Higgins i los Carreras.

    Por él en otros anales
Queda la administracion
Del ilustre señor Montt
I de don Diego Portales.

    Aquí, cuando fué intendente
Hizo en su majistratura
El camino de Cintura
Tan útil i conveniente.

    Ningún majistrado habia
Imajinado siquiera
Hacer un recreo el que era
Cerro de Santa Lucía.

    Estátuas i monumentos
Ordenó que se instalasen,
Para que representasen
Los hombres de mas talentos.

    Este grande homhre, sabreis
Que el treinta i uno nació,
I fué así que falleció
En el año ochenta i seis.

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La rica mina de lo Vargas

           Mucho se habla de esa mina
           Que a lo Vargas pertenece,
           Ser ponderada merece
           Porque es pura plata fina.

    El primer descubridor
No ha podido hacer fortuna,
Ni enriquecerse con una
Riqueza tan superior;
Puede ser que algún señor
Lo haga salir de su ruina,
En Chañarcillo i Freirina
Entre los ricos mineros
I honorables caballeros
Mucho se habla de esa mina.

    Un estranjero operario
Según dicen aleman,
Trabajó con grande afan
I asi se hizo millonario:
El obrero buen salario
Gana i de nada carece.
Sale cuando se le ofrece
I viene a la capital.
Elojiando el mineral
Que a lo Vargas pertenece.

    La veta asi como vá
Dicen los trabajadores
I algunos observadores
Que nunca se broceará,
Produciendo seguirá
Si algún presajio no hubiese
Como en cerros acontece
La vez que ménos se piensa,
Mas esta riqueza inmensa
Ser ponderada merece,

    Todo aquello está poblado
I hai bastante poblacion,
No le falta ocupacion
Al trabajador honrado;
Si yo estoi mal informado
O lo que digo es pamplina,
Pregunten en la oficina
I tendrán noticia cierta,
Que esa mina descubierta
Es de pura plata fina.

    Al fin, quién imajinara
O pensaria ni en sueño.
Que en un cerro tan pequeño
Tal riqueza se ocultara:
Creo que la cosa es clara
I que otros pongan trabajo,
Como quien dice a destajo,
Hasta dar con una guía,
I el ménos pensado dia
Echarán el cerro abajo.
       BERNARDINO GUAJARDO.

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Mas detalles

           Despues del drama sangriento
           Pidió el hechor desgraciado,
           Una copa de champaña
           I dijo ya estoi vengado.

    Esta noticia primero
Publicó el Ferrocarril;
Sea o nó verosimil
A mi no me importa un cero,
Si a la Epoca me rofiero
De allí salió un suplemento,
Poniendo en conocimiento
El oríjen de esta escena,
Que ha causado tanta pena
Despues del drama sangriento.

    Se dice que el asesino
Llevaba unos dos puñales,
Con estas armas fatales
Dió la muerte a su sobrino;
Es decir tal desatino
Ha sido premeditado,
I habiéndolo ejecutado
Que líquido se le diera
Pidió el hechor desgraciado.

    He visto en algunos diarios
Publicar este hecho horrendo,
I siendo así no comprendo
Por qué tantos comentarios:
Se hacen de los victimarios
I no será cosa estraña.
Al ver el rencor i saña
Con que aquel hombre cobarde,
Pidió como haciendo alarde
Una copa de champaña.

    Veinticinco puñaladas
El Ferrocarril decía,
Que le pegó a sangre fria
I Fueron examinadas:
La Epoca en tales jornadas
A treinta i una ha llegado,
El muerto estaba bañado
En su sangre, iel hechor,
Tomó un trago de licor
I dijo ya estoi vengado.

    Al fin, dicen que en la Palma
Otro estaba impacientado.
Con la mas tranqnila calma:
Tal suceso Dios de la alma
I en el hotel mas central.
Todos en la capital
Piden como aqui lo espreso,
Que de la justicia el peso
Caiga sebre el criminal.
       BERNARDINO GUAJARDO.

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El crìmen De Meo

           Un vengativo italiano
           Peor que una fiera tal vez,
           Mató en el Hotel Ingles.
           A un sobrino o primo hermano.

    Fué al hotel i preguntó
Donde está tal caballero,
I un mozo pronto i lijero
El número le indicó;
Cuando a la pieza entró
Tomó su daga en la mano,
I principió el cruel tirano
A inferirle tanta herida,
I asi acabó aquella vida
Un vengativo italiano.

    Cada golpe que le daba
Iba con su reprension,
I lleno de indignacion
Las puñaladas contaba;
Uno que esto presenciaba
Según ha dicho despues,
Cubierto de palidez
Temia el mismo destino,
Porque estaba el asesino
Peor que una fiera tal vez.

    La daga se le quebró
Estando vivo el contrario,
Luego el hombre sanguinario
Otra mas firme sacó:

Con ella lo concluyó
Como ya sabido es,
El criminal ante el juez
Fué llevado prontamente
Un pariente a otro pariente
Mató en el Hotel ingles.

    El cajero del hotel
Supo esto, i se fué a la pieza,
I vió al hechor con fiereza
Todavia sobre aquel;
Exánime ya por él
Pero el verdugo inhumano,
Cual Neron e Dioclesiano
Se complació al verlo inerte,
A un sobrino o primo hermano.

    Al fin, Estéban De Meo,
Asesinó a don Emilio,
Este murió sin auxilio
I el matador está reo:
Tal hecho por lo que veo
Ha sido cobardemente,
Detalle mas evidente
La prensa seguirá dando,
I yo quedaré deseando
Piedad para el delincuente.
       BERNARDINO GUAJARDO.
Impreso por P. Ramirez..—Echáurren, 6.

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EL MINERO

           Hombres de artes i de oficios,
       No hai quien le iguale al minero;
       Es a todos superior,
       I es el primer tesorero.

    En la solitaria sierra
Oculto se halla el tesoro:
La plata, el cobre i el oro,
Que enriquecen a la tierra.
El minero, a viva guerra
I a costa de sacrificios,
Descubre con artificios
Lo que tan oculto está.
Diganme si no es verdá,
Hombres de artes i de oficios.
    A muchos un temporal
Suele pillar en la mina;
Siempre sucede tal ruina
En un rico mineral,
I en donde tánto mortal
Muere por ganar dinero;
Trabaja de Enero a Enero
sArriesgando su pellejo.
I solo por este riejo
 iguale al minero.
    Con su barreta apurado
Trabaja con fantasía,
I pasa dia por dia
En la tierra sepultado.
Lo que en un año ha ganado
A costa de su sudor,
Con la vanidad mayor
Viene en una hora a perder.
Porque para remoler
Es a todos superior.
    En la serrania pasan
Sin temer al leon terrible;
Para ellos no hai imposible,
Pues los riscos despedazan;
Las nevadas los atrasan
Cuando el invierno es severo.
El apir, el pirquinero;
Jamas hace su fortuna;
Pero sin duda ninguna
Es el primer tesorero.

    Al fin, estos operarios.
Que de año en año trabajan,
En la temporada bajan
A recibir sus salarios:
Hacen a otros millonarios.
I ellos, los descubridores.
Después de tántos rigores.
Por no aprovechar el bien,
Continuamente se ven
En los apuros mayores.
       Bernardino Guajardo.
Impreso por P. Ramirez.— Echáurren, 6.

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ROGATIVAS

           San Isidro, labrador
       Mándanos un aguacero.
       El santo dirá: — No quiero;
       Está irritado el Señor.

    El pueblo i sus relijiones
Se encuentran en rogativas,
Clamando por aguas vivas
Con sus ju[s]tas direcciones.
En estas aclamaciones,
Todos con sumo fervor
Rueguen al Supremo Autor
Que nos libre de una plaga,
I que este milagro lo haga
San Isidro, labrador.
    Si sigue la sequedad
I un aguacero no cae,
Será epidemia que trae
Espantosa mortandad.
Después, la necesidad
Azotará al reino entero;
La peste viene primero,
I para no sufrir tánto,
Tú, gloriosisimo santo,
Mándanos un aguacero.
    Los incrédulos no creen
En los rezos ni oraciones.
¿Por qué, infelices masones,
No piden a Dios tambien,
Para que nos haga el bien
I nó el castigo severo?
Vos, labrador medianero,
Clámale a su majestad;
I por tánta iniquidad
El santo dirá:— No quiero.
    A la patrona jurada
Del ejército chileno
Pidamos que a este terreno
Mande la lluvia deseada.
Madre la mas adorada
Del divino Redentor,
No hai reservado favor
Que con su hijo no consiga,
I es de temer que nos diga:
Está irritado el Señor.
    Al fin, todo fiel cristiano,
Postrado ante el crucifijo,
Ruegue a Maria i a su hijo
Nos bendiga por su mano.
Piedad, padre soberano
De suprema potestad!
Perdon de nuestra maldad
Humildemente pedimos;
I si esto no conseguimos,
Que se haga su voluntad
       BERNARDINO GUAJARDO.

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