DESPEDIDA

    Adios pila baustismal
Adios mi madre señora,
Al primer rayo de aurora
Paso al panteon jeneral.

    Adios los que estan presente
Infinitas gracias doi.
Al cielo al cielo me voi
A vivir eternamente;
Adios sol quen el Oriente
Te rindes al Selestíal
Mi cuerpo siendo mortal
Busca en la tierra su abrigo
A si de mi altar les digo
A dios pila bautismal.

    El despedirme es forsoso
De mis padrinos que fueron,
A la iglesia i me tubieron
Ante del ministro honroso;
En nombre del Poderoso
Fui cristiano en feliz hora,
A dios pues mi protectora
En congojas aflijida,
Como me hallo de partida
Adios mi madre señora.

    Padre de mi corazon
En el valle Josafat.
Me voi a esperarlo ya
Con vuestre leal vendición:
Adios dicha posecion
I tal música sonora,
La huadaña ejecutora
Breve conduja mi fé,
I en el sepulcro estaré
Al primer rayo de aurora.

    Adios parientes i estraños
Ya mi destino es cumplido,
El fin con que fuí nasido
Dio a luz estos desengaños;
Adios meses dias años
Adios misa conventual,
De la esféra terrenal
Pido nadie se enternesca,
A hora antes que amanesca
Paso al panteon jeneral.

    Al fin ya es hora marchemos
Madre no me llore tanto.
Adbierto que con su llanto
Quita lo que meresemos;
En el cielo nos veremos
A todos esperaré.
Es decretada esta fé
Que el morir es sacrificio
Llegando el dia del juicio
Con nuestro Amo volveré,

                  Nicasio García

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NUEVO Y LASTIMERO ROMANCE
DE
LAS FECHORIAS QUE HIZO EL DICTADOR BALMACEDA
EN LOS
Siete Meses de Esterminio a la Nacion
Y ALGO SOBRE LA CARNICERIA DE LO CAÑAS

Primera Parte

A tí, Virjen Sacrosanta,
Madre de Dios soberana,
Con rendimiento te pido
Que disculpes mi ignorancia;
Perdonad mi insuficiencia,
Por ser la llena de gracia.
Aquí se atreven mis labios
A hablar con toda esperanza;
Voi a dar publicidad
A lo que se vió en mi patria,
Con aquel tan sanguinario
Que al mismo Rosa imitaba,
Que en Buenos Aires estuvo
Y de todos fué cruel daga.
Aquí en Chile Balmaceda
Asesinó jente tanta,
A persoñas principales
Como de la aldea baja.
Del sacerdocio tambien
Les dió muerte, lo declaran,
Y sentenciaba el cobarde
A todos de  la Escuadra,
Advirtiendo si vencia
A ninguno perdonaba
Del campo reclutó jente,
Esto era en leva forzada:
Aquel que no era rendido
Lo hacian morir a bala
De modo que desde el Huasco
Todo para el sur estaba,
Varios en espesos montes
Por el temor se ocultaban:
Al idiota con espías
Todos los días llegaban
Al Paleciolos secretos
Y el dictador les pagaba
Con billetes que él selló,
Porque nada le costaban.
Al clero le tomó odio
Y a infinitos desterraba,
Unos a Montevideo
Y a otros para la España
Y otros en dobles prisiones
Sufriendo tormenta bárbara:
Este le imitó a Neron
Cuando a Roma gobernaba
Que mandó abrir a la madre
Para ver donde él estaba.
Cuando se habia forjado
La órden fué ejecutada;
Balmaceda hizo lo mismo
Y a los pobres azotaba:
Este nuevo inquisidor
Valparaiso le irritaba
Y tenia prometido
Si en la batalla triunfaba
Que los hacia quemar
A unos y a otros degollaba,
Porque le dijo a Oscar Viel:
i de aquí jente tomaba
Del anciano al mas pequeño
Todos a una vez hablaban
Somos todos congresistas
Y a don Cárlos lo deseaban.
Cuando los diarios leian
Parece que las entrañas
Nos revolvia un cuchillo,
Y el corazen palpitaba:
Los dias eran como años,
Las horas eran semanas,
Esperando a los blindados
Y señores en la Escuadra
Otros decian de que
Veian en mares altas
Nuestra nave favorita
Y en secreto lo contaban
Diciendo tal dia vimos
Verífico a la Esmeralda:
El sueño, temor y todo,
En placer se nos cambiaba
Esperábamos pacientes
Esa hora tan deseada.
Antes que aquel tiranuelo
El cordel nos apretara,
Sintiendo los inocentes
Si el Señor no los ampara
De la barbárie inaudita
Que el apóstata declara,
Pero si habia otra cosa
Que por nos tantos rogaban.
Los Padres en los conventos
Al Hacedor le mandaban
Y estoi seguro de que
El Eterno lo observaba.
Y en los monasterios todas
Aquellas que consagradas
A Dios humilde le piden
Alcanzar aquella gracia,
Como Dios dijo al maldito:
En el desierto que oraba
La voz del justo va al cielo
Y a mi Padre Eterno agrada
Nosotros en las iglesias
Lo que se nos alcanzaba.
Con una voz suplicante
Y con fervor en compaña
Pediamos el socorro
De la escuadra que llegara;
Porque parece veiamos
El puñal en la garganta
Al concluir el mes de Agosto
Un regocijo aumentaba.
Veiamos gobiernistas
Como que se apresuraban
De aquella asta de bandera
Con el anteojo miraban.

Segunda Parte.

    Aquí mi lector amado
Descansa tu pensamiento
Para notar que Santiago
Estuvo en el sufrimiento
Sin tener noticia fija.
Lo mismo pasó en el puerto,
Nunca hizo la tiranía
Arbitrio mas desonesto
Visperas del desembarco
Del ejército en Quinteros
La prohibición severa
Privando todo secreto,
Balmaceda a su placer
Tenia un dorado sueño
Con la junta ejecutiva
Para descorrer el velo.
Deliró despedazar
Lo que consiste el misterio,
Y beber aquella sangre
Todo le fué vano empeño.
La justicia custodiaba
La entrada de aquel templo,
De aquel recinto sagrado,
Asilo de nuestro aliento:
Que lo ocultaba la casa,
Del gran patricio diremos,
Eminente ciudadano
Don Melchor Concha tan pleno,
Y Toro su apelativo
Que todos le conocemos;
Seis meses le fué allanaba
En diferentes momentos
Con escrupulosidad
Pero no halló ni diseño
Nunca la fiera indomable
Hacer presa a su deseo.
Ahora referiré
El detalle mas sangriento,
Que formó la tiranía
La que no han visto los tiempos
Es la pájina mas negra
Horrorosa del recuerdo,
Durante los ocho meses
Un mar de lágrimas lleno
A nuestro querido Chile
Crimen nefando que veo,
Perpetrado en el veintiocho
De Agosto como lo pruebo
Cerca de Santiago fué
En el fundo que así creo
Que le dan nombre Lo Cañas
De su respectivo dueño.
Los anales de la historia
Se rectifican diciendo
Qque no han visto salvajismo
Semejante con tal hecho.
A los que allí ejecutaron
Mas de cuarenta mancebos
Jóvenes de distinguidas
Familias de lo mas bueno
Esperanza de la Patría
De sus padres el consuelo
Ni en las indíjenas tribus
Se ha visto horror mas perverso 
Jóvenes ciento cincuenta
En verdad se habian puesto
En accion a secundar
Con propósito propuesto
Para venirse a Santiago
Si era abandonado luego
Pero desgraciadamente
No faltó quien diera el cuento.
Un delator miserable
Cobarde Judas violento
Un canalla que ha pagado
Tan pronto su mal intento
Tuvo que perder la vida.
Y sin el menor provecho.
Este impuso al dictador
Bajo un profundo secreto
De aquello que allí ocurria.
Tomó las medidas presto:
A las dos de la mañana
Despachó con un sosiego
Soldados caballería
Sin que lo supiese el pueblo,
Otra tanta infantería
A la grupa con aquellos
Al amanecer se acercan
Con canteloso silencio,
Y ántes que se apercibiesen
Los jóvenes cierto fueron
Saludados y asaltados
Con las descargas que oyeron
Completamente rodeados
Un instante resistieron.
Pero aquella iniquidad
No intimó ni rendimiento,
Emprenden la cierta fuga
Cada cual de ahí saliendo
Un don Arturo Undurraga
Era jóven injeniero
En número doce o quince
Dispuso salir primero,
Sacó un rollo de billetes
Creyendo por el dinero
Le darian iibertad
Con algunos compañeros
Así escapó con algunos
Que lo seguian al cerro
Aparece un individuo
De tan repugnante aspecto:
Era Alejo San Martin
El que dió la órden de fuego.
No hallaron otro recurso
Abrirse paso y lo hicieron
Todos salieron peleando
De aquellos los mas murieron
Pero Venceslao Aranguiz
Administrador por cierto,
Le dieron otros suplicios
Como martirio mas récio
Lo amarraron a sablazos
Porque les dijera presto
Don Cárlos Walker Martinez
Donde estaba que era él dueño,
Dijo que nada sabia
En castigo tan tremendo
Le quebrantaron las piernas
Y con parafina y fuego
Incendiaron aquel jóven
Y se quemó a fuego lento,
Tres cuartos de hora cumplidos
Duró este grave tormento
Unas cuarenta y ocho horas
Apénas se taascurrieaon
Aquella sangre inocente
Se vengó en el campamento.
De Concon, como lo saben,
Que el triunfo ha sido completo,
Ahora suplica el poeta
Le disculpen los defectos.

                  FIN DEL ROMANCE

Es propiedad de Nicasio García.

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El Señor a Júdas.

    El interes te llevó
Al trono de otro querer,
Anda i quedate con el
Que para mi se acabo.

    Del Senáculo se fué
Aquel Judas Iscariote,
No quiso ser sacerdote
El discipulo sin fé,
Entró en el Concilio qué,
Ese dia lo aguardó,
Pero el Mesias habló:
Judas sin aborrecerme
Con dirección a venderme,
El interes te llevó.

    El miserable se trata
Diciendo lo iba a entregar;
Pero le habian de dar
Treinta monedas de plata,
Se estremecia el pirata
Vendo a su maestro a vender
Jesus que con su poder,
Dijo a ludas torpe creo,
Lo llevo su mal deseo
Al trono de otro querer.

    La noche que se fué a orar
Fueron de las Sinagogas,
Con cordeles i con sogas,
Para poderlo amarrar;
El que lo iba a señalar
A Malco que era el mas cruel
El Criador miraba aquel,
Le dijo vienes severo,
Si Anas te ha dado dinero,
Anda i quedate con él.

    Cristianos ya lo sabran
Cuando a Jesus lo amarraron
Los que allí lo acompañaron,
Fueron Pedro Jaime i Juan,
Con los otros ocho van:
Donde mi madre esplicó
Otro asunto que encargó
Mis doctrinas son sin dudas,
Diganle si ven a Judas,
Que para mi se acabó.

    Al fin siendo presentado
El increado al juez Anás,
Lo pasaron a Caifás
Del Concilio era burlado
Antes de ser azotado
Heròdes se lo pidió,
El Salvador respondió
Mi muerte será un misterio,
Por el temor a Tiverio
Pilatos lo sentenció.

Es propiedad de
                  Nicacio Garcia.
Imp. Moderna

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LA INUNDACION.

    En Santiago el aguacero,
Parte del pueblo inundó;
En el mas misero estado
A muchas jentes dejó.

    Del dia dos hasta el nueve
De Agosto pasó lloviendo,
I el pobrerio sufriendo
Que el corazón se conmueve
Aquel concurso se atreve
Del barrio del Matadero,
A pedirle al caballero
Una limozna de agrado:
A tal estremo ha llegado
En Santiago el aguacero.

    Sesenta familias fueron
Las que sin hogar quedaron,
I a la autoridad clamaron,
De ellas se condolieron,
Personas se suscribieron
I dinero se juntó;
De modo que se albergó
El grupo que mendigaba,
Con la lluvia que aumentaba,
Parte del pueblo inundó.

    Desde el Llano lamentaban
El grande como el pequeño
I sin conciliar el sueño,
Todos mojados bagaban;
Los que de ellos se apiadaban
Les daban algún bocado,
Conociendo que han quedado
En época tan urjente
I estan hasta lo presente
En el mas misero estado.

    Aquel sanjon de la Aguada
Se desbordó con la crece
I salió como si fuese
Riachuelo en la quebrada;
Pero el viento en su jornada
Con el agua se agregó,
Como que se conquistó,
Dando en llanto sus detalles;
Mendigando por las calles
A mucha jente dejó.

    Al fin, allá el intendente
A los pobres visitó,
I cien pesos les dejó
Auxiliando aquella jente;
I otros tambien al presente,
Caballeros jenerosos
Anduvieron bondadosos
I alguna ropa les dieron,
I todos agradecieron
A los miscricordiosos.

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La catástrofe en
VALPARAISO.

    Valparaiso se inundó,
Habitantes perecieron,
Los antecedentes fueron
Un cauce que reventó.

    De la represa de Mena
Partió el agua con violencia,
Sin encontrar resistencia
Todo ha sido luto i pena,
Horrorosa aquella escena
Cuando el torrente bramó;
Todo lo que halló, arrazó:
Aquel mar en realidad
Por aquella tempestad,
Valparaiso se inundó.

    El jentio se admiraba
Con sin igual sentimiento,
I aquel furioso elemento
Con las casas jugueteaba;
De arriba abajo arrollaba:
Palos, riscos que corrieron,
Grandes estruendos sintieron
Con pena los moradores
Por el agua i sus rigores,
Habitantes perecieron.

    Los muertos pasan de cien,
Los contusos mucho mas,
Dice el escritor capaz
I los que los diarios leen:
Otros han dicho tambien
Que de la guardia trajeron,
A desenterrar vinieron
Lo que la arena embancado;
La lluvia i el viento aliado,
Los antecedentes fueron

    Telegrafió el intendente
En el parte asi decia,
Que al hospital recojia
Cadáveres al presente;
En Santiago el Presidente
Del anuncio se informó,
Con lo que se le avisó
Fue satisfactorio que,
Que aquel cataclismo fué
Un cauce que reventó.

    Al fin de abordo han venido
La jente alli a trabajar
Con deseos de sacar
Todo cadáver perdido;
Grande ruina ha acontecido
Esta ha sido sin igual,
Sufrio la provincia el mal
Quedando como es sabido:
El tráfico interrumpido
Entre el Puerto i Almendral.

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Los lamentos del
Puente de Calicanto.

    Que mal me correspondió
Chile habiendole servido,
Jamas me di por vencido,
I a polvora me volteó.

    Mas de un siglo le servia
Como soldado apostado,
I a mi fuerzas no ha dañado
El torrente i su enerjia;
Que yo perpetuo seria
Bañartu me prometió,
Pero como ya murió
Se han olvidado de mi
Mi patria donde nací
Que mal me correspondió.

    Fui querido monumento,
Agraviado dice el puente,
Por eso es de que la jente
Hace por mí sentimiento;
El Mapocho tan violento
Varios años fué atrevido,
Pero yo le he resistido,
No haré mas que lamentarme
Con lo que vino a pagarme
Chile habiendole servido.

    Sobre mi mismo pasaron
Nuestras tropas victoriosas,
Aquellas huestes gloriosas
Que en Chacabuco triunfaron
la historia le agregaron,
Ese i otro contenido,
Cuando el rio enfurecido
De una avenida veloz,
En el año veintidos
Jamas me di por vencido.

    Si de sus tumbas se alzaran
Nuestros abuelos hoi dia;
Al verme en esta agonía
Seguro que mal probarán;
El proyecto postergarán
Viendo que me sucedió.
Por que ninguno impidió
Tan terminante rival
I la autoridad de actual
A pólvora me voltió.

    Al fin el puente le hablaba
Al rio de esta manera;
En batalla tan entera
Contigo siempre pasaba,
Con tu corriente porfiaba
Era cosa de admirarse;
Intentaba rebalzarse
Tu curso en los aguaceros,
En los tiempos venideros
De mi tendran que acordarse.

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EL SEÑOR A ADAN

    Yo te empresté una camisa
Bien limpia y almidonada,
Cuando me la devolviste
Vino mugrienta y manchada

    Habiendo hecho Dios a Adán
Para hacerlo tomó cieno,
Del estero Damaceno
Y le dió un alma sabrán;
Diciendo no comerán
Del arbol que se divisa,
Señalando la hortalíza
La voz del Omnipotente,
Que dices desobediente
Yo le empresté una camisa

    Me pediste compañera
Y a Eva te presenté;
De tu cuerpo la saqué
Siendo la esposa primera;
Dispuse de la alta esfera
Darte una alma bautizada,
De mi órden privilijiada
En ese tiempo la única
Considera que fué túnica
Bien limpia y almidonada

    Cuidador te descuidaste
Con tu campaña potente,
Diciendo por la serpiente
Mi mandato quebrantaste;
Observé que te ocultaste
Entre higueras te escondiste,
La camisa que la hiciste
Se elevò me aclamò a mí,
Apénas la conocí
Cuando me la devolviste.

    Del cielo empirio te ví
Que estabas avergonzado
Y un ánjel mio irritado
Te dijo: a Jetsemaní,
La prenda que a ti te dí
La miré desfigurada
Llegò al cielo a la Morada
La reliquia de mi agrado,
Con la mancha del pecado
Vino mugrienta y manchada

    Al fin si Adán el primero
El mas aflijido fué,
Desobedeciendo que
Lo reprendió el verdadero,
Por no atender con esmero
Aquella joya eminente,
Pero el culpable inocente
Perdió gracias, perdió dones
Si Adán se vió en afliciones
Que serán sus descendientes.

Es propiedad de NICASIO GARCIA.

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LA OBRA DEL CREADOR

    Cimiento sobre cimiento
Sobre aquel cimiento un poste
Sobre aquel poste un molino
Sobre aquel molino un monte.

    Sabia celestial partida
Hizo el Autor sin segundo,
Despues de haber hecho el mundo
Hizo a Adán y le dió vida;
Práctica Santa y cumplida
Dándole un alma al momento,
El suelo sin varlovento
El increado le bendijo
Habieudo hecho al hombre dijo
Cimiento eobre cimiento.

    Compañera le pidiò
Para vivir en el mundo
Le mandó un sueño profundo
El Señor y le cumplió,
Despertó el huespad la viò;
No vasiló en su reboste,
En la faz para que coste
La mas divina esperanza
Imitó a su semejanza
Sobre aquel cimiento un poste

    Redondo el globo tambien
Hizo y tantos continentes
Para los seres vivientes
Hizo a Roma y a Belen;
Mas allá a Jerusalen
Y al paraiso que convino
Que siguiese otro camino
Maquinando el Soberano
Hizo por su propia mano
Sobre aquel poste un molino.

    Hizo el cielo firmamento
Y una multitud de estrellas,
Que por diferentes huellas
Viajan con mayor aumento
Con estraño movimiento
Buscan al pardo orizonte,
Maestria sin que apronte
Su ciencia divina Dios,
Hizo solo con su voz
Sobre aquel molino un monte.

    Al fin la obra misteriosa.
De tan completa fortuna,
Hizo el sol, hizo la luna
Con su mano mistertosa;
Vistosa y maravillosa
Del infinito poder,
Anibeló su entender
Tomando un puño de cieno
Lo que hizo en el Damaseno
Nadie lo ha podido hacer.

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LA PRINCEZA ARREPENTIDA

    Joven de negro vestido
Dime ¿quien se te murió?
Si el muerto ha sido tu espozo
No llores que aqui estoi yó

    Magdalena con deseo
Oyò la predicacion
De Jesus donde Simon
Por su raza fariseo,
Sin la gala del recreo
Y su corazón herido,
En ese mismo sentido
Dijo de lo alto una voz,
¿Qué necesitas de Dios
Jóven de negro vestido?

    A la segunda la persona
De nardo puro llevó
La mujer y derramó
Al Señor en la corona
Humilde el llanto lo entona
Y perdon a Dios pidió,
Jesús se compadeció
Constante la voz resuena
Magdalena, Magdalena
Dime ¿quién se le murio?

    Con tierno llanto lloró
la arrepentida a los piés,
Los regó una y otra vez
Y con el pelo enjugó;
Hincada alli los besó,
La jente oia el sollozo
Vociferaban en trozo
Y un eco le habló efectivo
Llanto y dolor es motivo
Si el muerto ha sido tu esposo.

    A la vista el ejemplar
Dijo: el Creador cierto digo
Aunque soi juez y castigo
Rei soi para perdonar;
Deja, deja de pecar
Le admitió y la consoló
Tomad mi cruz le encargó
Si faltares no hai disculpas
Si ante mi lloras tus culpas
No llores que aqui estoi yo.

    Al fin mi Rei y Señor
Al mundo lo redimiste,
Y al buen ladron absolviste
Siendo en las tribus terror;
Y yo que soi pecador
Os pido que en hora buena,
Alcanzar la gracia plena
Como Pedro fuè tu amigo.
Bien puedes hacer conmigo
Lo que con la Magdalena.

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PRINCIPIO DE CANTO

    Hago esta salutacion
Al principio de mi canto
Saludo a tedos los santos
De la celestial mansion.

    Saludo a san Marcelino
A san Arcadio y Mariano,
Saludo a san Priciliano
A Sótico y Ceferino
A santo Tomás de Aquino
Y al abad san Olidon,
Y al profeta Simeon
Saludo a la Virjen Madre
En el nombre de Dios Padre
Hago esta salutación

    Saludo a san Desiderio
A san Cecilio e Ignacio.
Y aquel màrtir san Damacio
A Valentin y Emeterio
Lo propio a san Eleuterio
Y a san Agustin entre tanto,
Y Jovino sin quebranto
Que murió martirizado,
Debia haverlo nombrado
Al pridcipio de mi canto.

    Saludo a san Antenor
Y a san Quintilio su hermano
Pascual Baílon y Damiano
A san Victor y Pastor,
Saludo al buen labrador
San Isidro sin los llantos,
Sus virtudes como encantos
Lo llevaron ala gloria,
Y yo por esa vicoria
Saludo a todos los santos.

    A san Pánfilo y Quintino
Saludo a San Salustiano,
Saludo a san Barsobiano
Saludo a san Tolentíno;
A Marcial y a Secundino
A Hilarien y Pantalion
Inocencio y Militon
Y al opostol san Matías,
Saludo las jerarquías
De la celesiial mansion.

    Al fin ánjel por razon
Saladaré a san Clemente,
Que escribió lo que hai presente
Con Andres y Filimon,
Saludo en mi corazon
Desde Pedro ya lo ven,
Saludo como lo creen
Que con el moyor agrado,
Saludo al apostolado
Que murió en Jerusalen

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