IQUIQUE INCENDIADO POR LOS CHOLOS

    Penoso fué el telegrama,
Los diarios comunicaron,
A la ciudad la incendiaron
Sin poder cortar la llama.

    Por el cable sud-marino
Escribieron al momento,
Que el fuego como elemento
Lo acompañó un torvellino,
De viento hizo un remolino
Y de humo formó una escama
Ha de notar esta fama
Rebelde y tan sin virtud
Dando á ver la ingratitud
Penoso fué el telegrama.

    No se sabe á punto fijo
El objeto sin disculpa,
Y juzgan de que es la culpa
De la jente el revoltijo:
Que bien dijo á quel que dijo,
Y esos porque los dejaron
Llegó el tiempo y se vengaron,
Como burla así lo hicieron
Veinte cuadras concluyeron
Los diarios comunicaron.

    El lado del sur se abrasa
Así dió principio el fuego,
Cundiendo voráz tan luego
Un costado de la plaza
Piensa vengarse esa raza
Como en Pisagua quemaron
Los dos que al salitre echaron
Porque dijeron verdad
Sin conocer la piedad
A la ciudad la incendiaron.

    Los instrumentos del cable
Para la isla los mandaron,
Cuando ya se cobijaron
Con el fuego insoportable:
Por razón no será dable
Crezca el trigo entre la grama
Hagan un lado esa lama
Sin rastros de caballeros
Trabajaban los bomberos
Sin poder cortar la llama.

    Señores si son los cholos
Los que han hecho el desacato,
No les contemplen un rato
Dejen los chilenos solos:
Que vuelen esos pololos
Y córtenles la lanceta
Ya dieron con esa treta
Lo harán despues es factible
Y sáquenlos si es posible
A carrera de baqueta.

        Nicasio Garcia

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JESUS Y SUS DISCIPULOS

    Los nueve papas Urbanos
Los delató el nuevo injenio,
Por dar a luz el misterio
Del Evanjelio Cristiano.

    Jesucristo vida nuestra,
Bajó al mundo i redimió,
I su doctrina esparció
La cual no está en la palestra
Elocuencia santa i diestra
Recibieron los romanos,
Apóstoles santos sanos
Humildad sábia tuvieron,
De aquel Concilio se hicieron
Los nueve papas Urbanos.

    Pedro recibió la tiara
De primer apostolado,
I murió crucificado
La escritura lo declara;
Su predicación fué rara
I envidioso el mal convenio
Dice el escritor Eujenio
Que la fé de Dios mantuvo,
A los doce con que andubo
Los delató el nuevo injenio.

    Despues Santiago el mayor
De la silla fué heredero,
Del que llaman el llavero
En los Cielos del Creador.
Con lei de gracia a favor
No le obedeció a Tiberio,
Siempre predicó más sério
Obediente al mismo Dios.
Recibió martirio atroz
Por dar a luz el misterio.

    San Márcos i San Mateo
Con San Lúcas i San Juan,
Los cuatro juntos están
En la lista del recreo,
El hijo del Zevedeo
De un apóstol era hermano,
El latin i el castellano
Que se confirma en la historia;
Por ellos se hace memoria
Del Evanjelio Cristiano.

    Al fin, declara la fé
Afirma que los autores,
Han sido los profesores
Dos más que los nombraré,
Felipe i Bartolomé
I el fiel Santiago el menor;
Los mandamientos de honor
En su corazon unieron
Los primeros que aprendieron
En la escuela del Señor.

Es propiedad de Nicasio Garcia

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EL CASTIGO DE SODOMA

    Cual leon que allí descuartiza
Desarmada presa al viento,
Tal ruje el fiero elemento
Que lo reduce a ceniza

    Tres Emisarios del Cielo
Tres copas llenas tiraron,
A Sodoma lo abrasaron
I aquello abrió al duro suelo;
De Lot, solo se hizo duelo
Porque huyó a la mayor prisa,
Empujado por la brisa
I en las ciudades el llanto,
I el fuego se afanó tanto
Cual leon que allí descuartiza.

    Estendió la voráz llama
Por la ciudad más vecina,
Con las chispas le calcina
A Pentápolis i Adama;
Sin quedar la menor grama
Ni piedra en el pavimento,
El más sólido cimiento
Dejó el temblor, bien se infiere,
Como el tigre cuando quiere
Desarmada presa al viento.

    Los lamentos se sentian
De los culpables mortales,
Así han dicho los Anales
Grandes llamas encendian,
Con el estridor se oían
Truenos, talcas i el momento,
Horrorizaba violento
Al contorno bochornoso,
Con un estruendo espantoso
Tal ruje el fiero elemento.

    Al último fué Segór
Que con centellas i el humo,
Se ardió tambien lo presumo
Con espantoso pavor,
Ese castigo El Señor
Mandó que tanto horroriza,
Seboin se martiriza
Completando aquel desmayo,
Con violencia vino el rayo
Que le reduce a ceniza.

    Al fin, la Escritura habló
La verdad más primorosa.
Lot i sus hijos i esposa
Que huyesen se les mandó,
Desobedeció i miró
La mujer como me fundo,
Esta no fué a lo profundo
Pero en su castigo tal,
Quedó hecha estátua de sal
I estará hasta el fin del mundo

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FARAON SIGUIENDO A
MOISES

    Aunque le pongan murallas
A los Cielos penetrantes,
Romperé mil imposibles
Nunca dejaré de amarte.

    Moisés i su hermano Aaron
A paso largo salieron,
Como obedientes huyeron
Del rebelde rei Faraon,
La Escritura por razon
Dice que aquellas batallas,
Eran quitar las vituallas
Faraon dijo con enojo:
Si pasan paso el Mar Rojo
Aunque le pongan murallas,

    Seiscientos mil los hebreos
Que sin contar con los niños,
A quien Dios hizo cariños
Con amorosos deseos;
Ejipcios i filisteos
Seguian a los infantes,
Allí dos nubes radiantes
Guiaban aquella conquista
Con la oración fué la vista
A los Cielos penetrantes.

    Llegando el lejislador
Con la fé que Dios lo ampara,
De pronto tendió la vara
Oh! pronóstico i favor,
Viendo esto el perseguidor
Dió la órden a sus terribles,
Vieron montañas visibles
Moisés, dijo en alta voz,
Con el ayuda de Dios
Romperé mil imposibles.

    Para atrás miró el cristiano
I la vara sacudió
I en las aguas sumerjió
Al ejército tirano,
Dió gracias al Soberano
Hizo izar el estandarte;
Pasó el mar a la otra parte
Dijole al Rei de la Gloria
Señor, por tanta victoria
Nunca dejaré de amarte.

    Al fin, luego que saltaron
Se hallaron en un desierto,
Un misterio descubierto
Por gracia esperimentaron;
Fué el Maná que allí tomaron
Mas dulce que toda miel,
Tocando una roca cruel
I codornices vinieron,
Cuarenta años estuvieron
En el pueblo de Israel.

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LO QUE SE HA VISTO

    Hai pícaros con fortuna
I hombres de bien desgraciados,
Hai pícaros que no roban
I hombres de bien que han robado.

    Dimas fué insigne ladron
En Jerusalen nacido,
Por haberse arrepentido
De Dios alcanzó el perdon,
Este hizo en el Monte Hermon
Torpezas que al leer repugna;
Oividó el pais de su cuna
I con Dios fué al Cielo fijo,
I Poncio Pilatos dijo
Hai picaros con fortuna.

    Con tan dulce entonacion
Dijo el malhechor así,
Señor, acuerda de mí
Cuando estés en tu mansion;
Jesus le dió el galardon
Dicen los Testos Sagrados,
Que han habido perdonados
En visperas de su muerte,
Facinerosos con suerte
I hombres de bien desgraciados.

    Estando ya aflijidísimo
El temerario dió cuenta
El suplicio lo atormenta
Miró a Jesus piadosísimo,
Al Redentor benignísimo,
Sus santos brazos le estrovan
La lei sin piedad renovan
De castigos sin delirio,
Por temor a algun martirio
Hai pícaros que no roban.

    Desde la crucificcion
Del Hijo de Dios bendito,
Sin el más leve delito
Lo acusaron sin razon
Fué puesto en el parangon
Con Barrabás un malvado,
De ese tiempo se han mirado
En la escala del vaiven,
Bandidos hombres de bien
I hombres de bien que han robado.

    Al fin, tambien sentenciaron
A cuales Dímas i Jestas,
Cada uno su cruz a cuestas
Ellos mismos las llevaron
Capitanes que saquearon
Pero estando en el tormento,
Uno pronunciaba atento
I el otro una frase hablando,
Jestas murió blasfemando
I Dímas con gran contento.

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El mudo, el manco, el
ciego i el sordo.

    Un mudo estaba notando,
Un manco estaba escribiendo,
Un ciego estaba leyendo
I un sordo estaba escuchando.

    El mudo llegaba un dia
Donde un enfermo en la cama,
Con un ademan esclama
Que el enfermo se moria;
Le tomó el pulso i decia
I en sus señas preguntando,
A un doliente averiguando
Su erario que era un jumento;
Para hacer el testamento
Un mudo estaba notando.

    Un manco de la derecha
Al mudo lo saludó
Diciéndole aquí estoi yo
Que escribo como una flecha,
Ya mi mano la tengo hecha
I la puntuacion comprendo,
Al que dicte estoi oyendo,
Ya la pluma se me arranca;
Con la misma mano manca
Un manco estaba escribiendo.

    Un ciego de nacimiento,
Que la limosna pedia,
Se agregó a la compañía,,
Para el manco fué un contento;
Tomó el pliego mui atento,
Dijo: este apunte lo entiendo,
Mañana el borrico vendo,
Tengo quien lo compre al tranco;
Los garabatos del manco
Un ciego estaba leyendo.

    Un sordo que nada oia
Llegó i les dijo: aquí hai terno,
Conmigo se hace cuaterno
I el oido lo ponia
Por si alguien le respondia;
Sentado hacia mirando,
I los tres articulando
I al mudo no le entendian;
Ellos allí debatian
I un sordo estaba escuchando.

    Al fin cuando concluyeron
Se lo pasaron al ciego,
Aquel leyó con sosiego
I los dolientes oyeron,
Del burro se repartieron
Los cuatro con gran contento;
Lo vendieron al momento,
Uno tres pesos les dió,
I el sordo les advirtió
Archiven el testamento.

Es propiedad de Nicasio García

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El que quiere, aborrece
i olvida.

    Quiero, aborrezco i olvido,
Olvidar quiero i no puedo,
Quiero i aborrezco mas
Lo mismo que olvidar quiero.

    Quiero i amo con frecuencia,
Aborrezco si es preciso,
I el olvido patentizo
De mi querer en presencia;
No necesito la ausencia
Ni el cariño merecido;
No intento ser preferido
Como el objeto indicó,
En tres sustantivos yo,
Quiero, aborrezco i olvido.

    Olvidar es necesario
Donde no hai correspondencia,
Aunque me sea indolencia
No quiero por el contrario;
Si el amar es voluntario
Puedo, pero no concedo;
Sobresaltado i con miedo
Da golpes mi corazon,
Cuando llega la ocasion
Olvidar quiero i no puedo.

    Quiero ser el mas amante
I aborrezco a la indolente,
Mas pretendo a la elocuente,
Que puede serme constante;
Llegado el feliz instante
Es por su gracia capaz,
I si esto mirando vas
De una bella su talento,
Segun su procedimiento
Quiero i aborrezco mas.

    Creo i confirmo lo mismo
Que la mas rara deidad,
La vez que ama con ruindad
Es al hombre un cataclismo;
Puede arrojarlo a un abismo,
Es lo que yo considero,
Detesto i por nada espero
En mi penúltimo acento,
Lo que habla mi manso aliento
Lo mismo que olvidar quiero.

    Al fin siento un sentimiento,
Temo que no me sucumba;
Jimo si voi a la tumba
I lloro su atrevimiento;
Ya me avisa el pensamiento,
De la que amo todo ignoro,
Si una ninfa es la que adoro
Como mi primer recreo,
Si a mi lado no la veo
Siento, temo, jimo i lloro.

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El prisionero olvidado.

    En la cárcel del olvido
Preso está mi corazon,
Prisionero entre cadenas
Causado por vuestro amor.

    Yo soi aquel criminal
Dueña mia en lo presente,
Ven a ver el espediente
Que me resulta ilegal;
Un comparendo verbal
Es lo que te he prometido,
Si por haberte querido
De tu presencia carezco,
Hoi por tu causa padezco,
En la cárcel del olvido.

    Conozco te has presentado
Por un escrito ante el juez,
Sin distinguir a la vez
Todo el tiempo de mi agrado;
A mí se me ha preguntado
En una declaracion,
Espero resolucion
Con defensa a mi derecho,
Porque vecino a tu pecho
Preso está mi corazon.

    Ya sé que eres mi acreedora
I lo que sufro es por ti,
I si te dueles de mí
Puedes ser mi defensora.
Anda al juzgado señora
Dí que mitiguen mis penas,
Porque la sangre en mis venas
Te llama de donde estoi,
Haced de cuenta que soi
Prisionero entre cadenas.

    Para la última sentencia
Tienes que estar a mi lado,
Como lo hace un abogado
Alegando a la presencia.
De tu misma intelijencia
Saco copia a mi favor,
I si algún procurador
Me pregunta con deseo,
Yo le respondo: fuí reo
Causado por vuestro amor.

    Al fin, si a vuestro consejo
Me dijeran que apelara,
Ese triunfo me anunciara
Que era libre en todo riesgo.
Siendo así jamás me quejo
Porque diré que la suerte
Me libertará, se advierte,
Si procuras ampararme;
Da prisa en notificarme
Si soi de vida o de muerte.

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El vendedor de Valpa-
raiso

    El apio i el perejil,
La lechuga i la achicoria,
El rábano i la zanahoria,
El cedron i el toronjil.

    Les vendo los zapallitos,
Tomates i el frejol verde,
I el ají, bravo que muerde,
I los tallos tiernecitos;
El cilantro en ataditos
I de frutillas un mil;
La buena fruta hasta Abril
Uva blanca i la rosada;
Les vendo en la temporada
El apio i el perejil.

    Los limones por docenas
Suelo vender de contínuo,
I del Norte el buen pepino,
De igual modo berenjenas;
Cuando están las ventas buenas
Tengo como vanagloria
De llevar en la memoria,
Grito peras maduritas,
Vendiendo las alverjitas
La lechuga i la achicoria.

    Les vendo las cebollitas
Para uso de las comidas,
Pues son tan apetecidas
Para las ensaladitas;
Vendo papas nuevecitas;
Es mi venta perentoria,
Por la calle de Victoria
Suelo gritar habas nuevas,
Por pascua vendo las brevas,
El rábano i la zanahoria.

    Vendo el fragante alelí
Verduras i coliflores,
Repollos de los mejores,
Los nabos i el salsifí,
Entonado digo así
Dátiles de Guayaquil;
Tambien vendo del pensil
Macetas tan fraganciosas,
Matizo con malva rosa
El cedron i el toronjil.

    Al fin castañas cocidas
Vendo en el tiempo de invierno,
Compra el anciano, el moderno,
Porque son ya conocidas;
Camotes a mis queridas
Aviso si me llamais,
I si con cuidado estais,
Yo vendo el peumo gordito,
Lloviendo les pego el grito
Caliente va el mote de maiz.

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CONTRARESTO.

    Por la adúltera Herodias
I su hija habiendo danzado,
El justo fué asesinado
Sin oponerse a porfias
Las dos mujeres impías
Que la historia siempre marca
El escritor listo abarca
Con la pluma i escribió,
La torpe merced que dió
En Maqueronta el Tetrarca.

    Cuando Salomé bailó
Herodes sin fundamento;
Facinado de contento
A la bailarina habló;
Que se cumpla le ordenó
Al senturión le hizo ver
Le dijo vas a traer
La cabeza que os relato
Recibiéndola en un plato
La desevuelta mujer.

    La cabeza del Bautista
Tomó esta mujer liviana;
Puesta en una palangana
Por estar con el maquista;
Le refirieron la lista
Que con humildad clamaba;
I a Jesucristo esperaba
Que predicando venia;
Sin ver ni la luz del dia
En un calaboso estaba.

    Un asesino cortó
La respiración de un hombre
Que Juan tenia por nombre
I cn el Jordan predicó,
El sacrílego pensó
Ser libre de aquel exceso,
Tan horroroso suceso
Dió principio a su partida
Antes de rendir la vida
Seis meses estuvo preso.

    Donde fueron a parar
Aquellos dos delincuentes
En medio de las corrientes
Salomé empezó a gritar
Madre maldita a bailar
Vos i Herodes me insistieron
I a Juan el martirio dieron
Les advierto, a los que leen,
Que desde Jerusalen
Señores, los tres huyeron

Es propiedad del autor.

                  Nicasio García.

Lit. SCHAFER Y Cª

Nota: esta décima contrarresta el verso anterior.

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