TENGO IMPRESAS EN EL ALMA

        García

    Tengo impresas en el alma
Reliquas de tus cariños,
Que ni ta ausencia las borran
Ni ellas merecen olvido.

    Recuerdo que tus amores
Sellados son en mi pecho;
Con lejitimo derecho
Los cultivo como flores.
Han crecido estos ardores
Como la llama en la palma,
Vuestra cordura sin calma
Me hizo amar a tus empresas,
Tus caricias i finezas
Tengo impresas en el alma.

    Me considero dichoso
Por fijar en mí tu agrado,
Cuando estuve a vuestro lado
Regocijado i gozoso,
Tiempo feliz, ventnroso,
Que tus ojos como niños
Jugueteaban con desiños
En colmo de mi victoria:
Tengo siempre en mi memoria
Reliquias de tus cariños.

    Me consuelo con mirarte
Cada ocasion que te veo,
Imajino en mi deseo
Que estás siempre de mi parte;
Quisiera un instante hablarte
Deseando las horas corran,
Los que están distante ahorran
Os anuncio sin delito
Las cartas que me has escrito,
Que ni la ausencia las borran

    Pienso en tí, precioso encanto,
Traigo a la imajinación
Hechiza del corazón
Por quieu he penado tanto.
Hecho un lago estoi de llanto
I mi pecho dolorido,
Las firmas que has dirijido
Las abrazo con contento,
No se van del pensamiento
Ni ellas merecen olvido.

    Al fin, aunque la distancia
No me hace verte en motivo,
Temo que vuestro atractivo
Mude otra perseverancia;
Objeto de tu arrogancia
Contemplo el verte i no voi,
Por eso digo que soi
La clave do mi bonanza,
I de verte es mi esperanza
Aunque tan léjos estoi.

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DEJENME CON MI PASION

        García

    Déjenme con mi pasion,
Yo he da penar miéntras viva;
El quitarme el gusto a mí
Es nadar aguas arriba.

    Privarme de que te quiera,
Eso será un imposible
Mi porfiar es preferible
I amarte siempre quisiera.
Si algún sabio me dijera
Que olvidara mi opinion,
No pondria ni atencion
Aunque se me considera,
Aunque la vida rindiera
Déjenme con mi pasion.

    Si alguna comodidad
El vulgo viene a ofrecerme,
Contesto sin resolverme:
Amo a mi propia deidad.
Ni la misma autoridad
En mi contra hable o escriba,
Esponiendo en plana esquiva
El esquivo de mi estrella.
Por el amor de mi bella
Yo he de penar miéntras viva.

    Aunque me intimen la multa
Porque a mi dueña visito,
Mas que sepa que es delito,
Mi caricia no se oculta;
I si algo mas me resulta
No son temores así,
Yo mi palabra la dí
Aunque talvez fuí violento:
Será hacer calmar el viento
El quitarme el gusto a mí.

    Suplico no me aconsejen
Porque a nadie le hago juicio,
Aunque vaya a un precipicio
Quiero que de mí se alejen.
Mas que digan me protejen
Mi amada es la preventiva.
Pienso con caritativa
Pluma, firmarle mi nombre.
El quitarle el gusto al hombre
Es nadar aguas arriba.

    Al fin, si los amadores
A Dadila amo Sanson,
I a Savá el rei Salomon,
Han dicho varios autores;
Consejeros bienhechores
De favor interesante,
Yo protesto en el instante
Dando de amor testimonio:
Muero como Marco Antonio
A las plantas de mi amante.

Imp. de La Voz del Pueblo—Bascuñan 46

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GARCIA

    Lágrimas son las que almuerzo
mi comida es un dolor
meriendo un triste suspiro
en una ausencia de amor.

    Desde que tú te ausentaste,
hermosa i brillante estrella;
con un rayo de centella
mí corazón traspasaste,
como asi me abandonastes
i me dejaste disperso,
un dolor el mas perverso
se ha apoderado de mí,
i al acordarme de tí,
lagrimas son las que almuerzo.

    Ya que cariño me tienes
perla presiosa de mi alma,
no me hagas perder la calma
que a mi espiritu entretiene
un impulso me detiene
a declarar mi temor;
cómo he de tener valor
verme ausente de mi bella
siempre al acordarme de ella
mi comida es un dolor.

    No hai un día ni un momento
que no te tenga presente,
me parece verte al frente
esto es para mí un tormento,
tan amargo sentimiento
es en el que yo deliro:
cada vez que paso y miro
al sitio que ver solía;
al no verte en ese dia
meriendo un triste suspiro.

    Lloro al tiempo de acostarme
i así me acuesto llorando
lloro cuando está aclarando
tambien lloro al levantarme;
en el dia al acordarme
me confundo de terror
afliccion no habrá mayor
como la que estoi sufriendo,
tanto tiempo padeciendo
en una ausencia de amor.

    Por fin con pasion espera
tu fiel y sincero dueño
mira que en medio del sueño
por tu amor se desespera
continuamente quisiera
que oyeses todas mis quejas
nada nada me asemejas
al tristísimo desvelo,
i al funesto desconsuelo
con que te vás y me dejas.

        PROPIEDAD
        de García y Grandon

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GARCIA

    Quirida vente a mis brazos
de mi amor no te receles.
bien sabes de que por tí
no hai instante que no pene.

    Si por estar tan distante
desconfias que te quiero
antes al contrario espero,
el ser de tí mas amante
fino amor interesante
te ofrezco porque tus pasos
serán conmigo los lazos
que anunciaran nuestros fines,
en vez de ir a otros jardines
queria vente a mis brazos,

    Mis amorosas propuestas
son de tenerte a mi lado,
ignoro lo que has pensado
que nada me contrarresta;
caricias me manifiestas
Bruebá es que de mi te dueles
te suplico que te anheles
a firmarme mi esperanza
ten pues, mi vida confianza.
de mi amor no te receles.

    Si vasilas inseguro
el amor que te profeso,
si no contestas con eso
mi bién mil veces te juro
seria amante perjuro
faltando al pacto que os dí
en el pliego que escribí
te alvertia en un reglon,
que ofrezco mi corazon
bien sabes de que por tí.

    Con breve frecuencia te amo
no sé si hayas conocido,
te aseguro que dormido
sobre el letargo te llamo,
a todas horas te aclamo
i que me oigas me conviene
la distancia me detiene
en el espacio del dia:
cuando por ti vida mia
no hai instante que no pene

    Al fin indeleble encanto
de mis ojos el consuelo,
¿En que consiste tu duelo
que no mitigas mi llanto?
mis penas y todo cuanto
[t]e piden satisfacciones
[a]l oir mis peticiones,
como eres mi fiel recreo
yo soi cuando no te veo
un pielago de aflicciones.

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LITERATURA

El ave, el insecto, el bruto
Campos, arroyos i fiores,
Todos cantan tus loores
I te dan, Señor, tributo.

Nace el ave con las plumas
Que le forman abanico
I su puntiagudo pico
Humedece en blanca espuma;
El insecto, en mansas brumas,
Recorre lo más enjuto,
Hasta que presenta el luto
La noche i su negro manto,
Dan embeleso i encanto
El ave, el insecto, el bruto.

Los campos se reverdecen
Bañados por los arroyos;
Con esos i otros apoyos
Los duros troncos florecen;
I las flores embellecen
La tierra con sus colores;
Cornejas i ruiseñores
Entonan su melodía
Llenándonos de alegría
Campos, arroyos i flores.

Nace el bruto i con la fuerza
Que lo dotó la Natura
Apénas el alba apura
Cuando revuelca su terza.
Con necesidad perversa
Busca el agua en sus ardores
I un enjambre de pastores,
Montes, i todo ramaje
Cada cual en su lenguaje
Todos cantan tus loores

Nace el arroyuelo tierno
I el oro fino brillando,
Al risco maravillando,
Siendo su rival eterno.
Antes que llegue el invierno
El árbol brinda su fruto
En el silencio absolato,
Las flores con arrogancia
Espárcen grata fragancia
I te dan, Señor, tributo.

Al fin, ave, campo i flor
Arroyo, bruto i semilla,
Insecto que vuela i brilla
I canto del ruiseñor;
Llega el águila al ardor
De los orbes celestiales…
¡Que diré de los mortales
I los que hablan de las ciencias,
La nieve en las eminencias
I el pez entre los cristales!

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LAS PLAGAS DE EJIPTO

    Al reino de Faraon
Con diez plagas castigaron;
Los cautivos libertaron
Moisés y su hermano Aaron.

    Les dijo el Omnipotente:
En la presencia del rei,
Esa vara, por mi lei,
Se convertirá en serpiente.
Tertuliano, es evidente,
Que pasó el Nilo en razon..
Las aguas, fué admiracion,
En sangre las trasformaron
Cuando ya se presentaron
Al reino de Faraon.

    El tirano les rogó
Que aquella plaga quitasen,
Y a su pueblo libertasen,
Y despues dijo que nó.
Esto a ellos enojó
Y otra gran plaga le enviaron,
De ranas, que le infestaron
Su reinado de jentiles;
Por igual los varoniles
Con diez plagas castigaron.

    No dando la libertad
A su pueblo, a Dios clamaron,
Y los insectos brotaron
A castigar su ruindad.
Siendo confundido ya,
Por si cedia, le enviaron
Moscas que los molestaron
Y peste a los animales…
Esos dos antemurales
Los cautivos libertaron.

    La sesta plaga fué a prisa
Con la cual los castigó
Moisés, que al aire tiró
Un puñado de ceniza.
En la sétima, graniza,
Hai truenos e inundación,
Y fué tal la confusion,
Que todos se atribulaban,
Mas siempre con Dios estaban
Moisés y su hermano Aaron.

    Al fin, langostas vinieron,
Esta fué la, octava plaga,
Que cual matadora daga,
El esterminio trajeron.
Tampoco se convencieron
Con la grande oscuridad,
Horrible calamidad
Que Dios decretó en su enojo,
Y hasta llegar al Mar Rojo
Dur[ó] del rei la crueldad.

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Desesperacion del Dictador

Bien fea la chambonada
De Balmaceda el indino:
Hizo la del buei Tapanca
Donde el ministro arjentino.

Cuando él estaba en la silla,
Daba indicios de valiente;
Pero era un puro indolente
Y no asomó a la Placilla.
Se le volvió la tortilla
Y arrancó a la disparada:
La ciudad supo, admirada,
El triste fin que ha tenido,
Y para mi ver ha sido
Bien fea la chambonada.

Yo recuerdo y lo aseguro
Que cuando el mando tomó,
La lei respetar juró
Pero solo fué un perjuro.
Con el clero fué mui duro,
Como Lutero y Calvino,
Por esto a creer me inclino
Que el Gobierno que hai nombrado,
No hará lo que ha presenciado
De Balmaceda el indino.

Este hombre fué un sinvergüenza,
Que hasta las monjas austeras,
Las quiso arrojar a fuera
Mirándolas indefensas.
Despues de esta nueva ofensa
Y confundido ya, arranca
Como movido a palanca
Donde un Plenipotenciario
Y allí, como un temerario,
Hizo la del buei Tapanca.

Yo me acordaba y decía
Cuando murió el sanguinario;
¿Los millones del Erario
A quién se los dejaria?
El cobarde bebería
Algunos tragos de vino,
Por eso con tanto tino
Se atracó el arma a las muelas
Y allí entregó el real de velas.
Donde el ministro arjentino.

Al fin, todo Chile acuerda
Que Balmaceda tragaba
Lo que la provincia daba—
Lo demás iba a la izquierda.
Con su mano nada lerda,
Todo lo habia aferrado,
Y aunque no habia pensado
En ningún triste presajio,
En él se cumplió el adajio
«El ancioso muere ahogado».

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El suicidio del dictador

    Balmaceda el presidente
Se suicidó por su mano
Dió cuenta al Dios Soberano
De su vida hasta el presente.

    Veinte dias se ocultó
Donde el ministro arjentino,
Preparó su desatino
I él mismo lo consumó
Cuando a la Junta mandó
Para ver si era induljente,
Esta lo halló delicuente,
I sufrió un nuevo fracaso;
Por esto se dió un balazo
Balmaceda, el presidente.

    La Junta le contestó
Que por gracia se le haria
Todo cuanto le pedia;
Pero perdonarlo…nó.
Quizá este hombre se acordó
De haber sido cruel tirano,
Imitando a Diocleciano
Con su corazón de hiena…
I por no ver su condena
Se suicidó por su mano.

    La jente, en grupos decia
«Queremos ver al difunto»,
Pensando en algun asunto
De venganza en aquel dia.
Don Cárlos les respondia:
—«Es la verdad, pueblo hermano»
I el señor Lisboa, humano
Cura, nos aseguró
Que aquél que nos oprimió
Dió cuenta al Dios Soberano.

    Sobre un bufete dejó
Cuatro cartas-despedidas:
Una a su madre querida,
Otra a aquél que lo ocultó.
Otra su esposa encontró
I otra un amigo elocuente;
Pero su libro, patente
Se abrirá, según opino,
En el Tribunal Divinio,
De su vida hasta el presente.

    Al fin, lector, como digo,
Bueno es que oigas mi voz:
Olvidando al mismo Dios,
De todos fué un enemigo.
El presidente consigo
Llevó armas de destruccion
Y jamás perdió ocasion
De aflijirnos con agravios;
Por eso los hombres sábios
Lo han comparado a Neron.

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MOISES A FARAON

    Soi guerrero que he venido
A darte la libertad;
Vente conmigo mi vida
Que nada te faltará.

    Moises con Aron su hermano
Llevaron la comision,
Para ir donde Faraon
Con órden del Soberano;
La contesta del tirano
Fué responder atrevido,
Pero el enviado advertido
Le dijo: habla del arreglo
Por qué a libertar al pueblo
Soi guerrero que he venido.

    Yo no conozco al Señor
Dijo aquel monarca cruel,
A nadie entrego a Israel
Soi en Ejipto el terror;
Aron lleno de furor
La vara arrojó en verdad
Siendo allí serpiente ya
Pueblo dijo, oi tu voz,
Vengo mandado de Dios
A darte la libertad.

    El rei infiel se negó
A la petición cristiana,
En castigo al que profana
Así se lo amenazó,
Las aguas las trasformó
En sangre i fué la salida;
Dieron la voz de partida
Con el anuncio de fé,
Aron le dijo a Josué
Vente conmigo mi vida.

    Dirijidos al mar Rojo
Caminaron los cautivos,
Oyendo por los motivos
De aquel jentil i su enojo.
No se le cumplió su antojo
De arruinar la cristiandad,
El Creador con la verdad
Dijo: a Moises, anda cierto,
No temas aunque es desierto
Que nada te faltará.

    Al fin dos columnas guiaban
Una en nube i otra en fuego,
La de nube envolvió luego
A los ejipcios que alzaban
Sus estandartes flameaban
I Moises i Aron volvieron,
Cuya vara sacudieron
I al contrario el mar tragó,
Faraon i el pueblo pagó
El crimen que cometieron.

        Es propiedad de NICASIO GARCÍA

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LA CONSTRUCCION
DEL TABERNACULO

    El Tabernáculo santo
Moises impulso le dió,
Sus escritos los guardó
I de Israel fué el encanto.

    La obra i la tienda sagrada
De treinta varas de largo,
Diez de alto que sin embargo
I diez de ancho fué calzada
De tal modo fabricada
I su material fué tanto,
Madera fina por cuanto,
Con la órden del Señor,
Hizo así el lejislador
El Tabernáculo santo.

    Revistió las tablas de oro,
Le adornaba una cortina
Bordada, según se opina,
Como sin igual tesoro,
Para que mirase el moro,
Como que así sucedió,
Que al verla se convirtió
Un jentil del mismo Oriente,
Al muro de Dios frecuente
Moises impulso le dió

    Aquel modelo honorario
En dos partes dentro afianza,
Una el arca de la alianza
I en la menor el santuario;
Con respeto necesario
Era una caja se habló,
De una cubierta se halló
Que habian dos querubines,
El profeta en los confines
Sus escritos los guardó.

    Las dos tablas de la lei
I un vaso que contenia
Maná que tanto servia,
El cual no tuvo ni el rei;
Jente de su misma grei
En holocaustos un canto,
Era oracion sin quebranto
En union dijo: Rosabro,
De oro fino el candelabro
I de Israel el encanto.

    Al fin diré de que habian,
Como en forma de arcabuces,
Siete brazos con sus luces
Que allí dia i noche ardian,
Los perfumes se veian
En el átrio mas vecino,
Daban prueba del destino
Con el misterio sagrado;
Todo lo manifestado
Fué para el culto divino.

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