PREGUNTAS I RESPUESTAS

Mostrar no quiero el portillo
Que has abierto aquí en mi pecho
Con tu olvido i tu desden,
Cara de capacho viejo.

    —¿Por qué, prenda idolatrada,
Delante de mi está muda?
Quieres a otro sin duda
I mi presencia te enfada.
Dime: ¿por qué tan callada
Estás cuando mas me humillo
I mi amor puro i sencillo
Te declaro? — Porque un diente
Perdí, i a un impertinenee
Mostrar no quiero el portillo.

    —¿Por qué, si en otra ocasion
De tu amor cojí la palma,
Me miras con fria calma
I sin ninguna aficion?
—Porque roto el corazón
Me dejaste, i trizas hecho
De otra cosa un largo trecho:
I por eso es que hoi, sentida,
No quiero veas la herida
Que has abierto aquí en mi pecho.

    —¿Por qué con grande injusticia
Besos i abrazos me niegas
I hasta a negarme al fin llegas
La mas sencilla caricia?
—Porque tú con tu malicia
Me pillastes en Belen,
Subistes luego al maiten,
I despues de haber subido,
Me dejaste el pecho herido
Con tu olvido i tu desden.

    —¿Por qué nunca a pasear vas
Ni siquiera vas a misa,
I engordando tan de prisa
I tan disparejo estás?
Carne no comes jamás,
I, por mas que yo forcejo,
No pruebas el vino añejo.
Por qué estás, pues, tan cambiada?
—Porque estoi embarazada,
Cara de capacho viejo!

    —¡Oh! qué placer! qué alegría!
¡Oh! cuánta felicidad!
Pero, dime la verdad:
¿Esa criaturita es mia?
Si lo fuera, yo sería
El mas dichoso viviente.
Responde inmediatamente:
¿Es mia?— Yo soi su madre….
Si tú quieres ser el padre,
No hai ningún inconveniente….

                                   El Pequen.

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ARREPENTIMIENTO
DE LOS BOLIVIANOS

Parece que arrepentidos
Están ya los bolivianos.
I si ellos hacen las paces,
¿Qué van a hacer los peruanos?

    Las noticias que han llegado
Del Norte, se sabe ya
Que Bolivia pronta está
Para firmar un tratado.
Bastante ya han tunanteado
Esos necios i perdidos.
De los Estados Unidos
No esperan intervencion
Por eso piden perdon
Parece que arrepentidos.

    No tienen armas ni tropa,
I los pocos militares
Que hai en aquellos lugares
Andan a pata i sin ropa.
Nadie prestar en Europa
Quiere un chico a esos marranos,
Que tienen con ambas manos
Que tapar su inmundo cuero.
Con el agua hasta el gargüero
Están ya los bolivianos.

    Muchos pillos sin conciencia,
Solo por hacerse ricos
Azuzaban a los cuicos
A una inútil resistencia.
Pero una amarga esperiencia
Ha enseñado a esos rapaces
Que se hunden si son tenaces,
I que al fin serán nacion
Si les damos el perdon
I si cllos hacen las paces.

    ¿El Perú en qué pensará
Que hacer las paces no quiere?
¿Vivir comiendo prefiere
El pan que Chile le dá?
¿Aun esperanza tendrá
De que sus demas hermanos
Al fin le tiendan las manos?
¡Pobre! si nadie te alivia!…
Hecha la paz con Bolivia,
¿Qué van a hacer los peruanos?

    El Perú es un pueblo hundido
Que no habrá de renacer….
¿Qué podrán ellos hacer
Si la vergúenza han perdido?
No les queda otro partido
Que juntarse con su aliada
I a nuestros piés humillada,
Decirnos: «Pequé, pequé!
¡Oh! Chile! perdonamé
Porque soi mui desgraciada?

                                   El Pequen.

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ARANCEL

Por una mirada, un peso;
Por una sonrisa, tres;
Por un beso, un condorito
Me cobró la bella Inés.

    Inés es una persona
De unos ojitos tan vivos
I tan llena de atractivos
De los piés a la corona,
Que el alma se me aficiona
I me pongo medio leso.
Yo de rogarla no ceso;
Pero ella no se decide.
I es tan carera que pide
Por una mirada un peso.

    Son percances mui fatales
Los que le pasan a un pobre
Que anda sin plata i sin cobre
Los treinta dias cabales
Del mes; yo los ocho reales
Junté al fin en todo un mes,
I una mirada a mi Inés
Compré i le dije: — Inés mia;
¿Cuántos pesós pediria
Por una sonrísa? —Tres.

    Junté las quince chirolas,
I al dárselas [y]o vola[ndo]
Me dió una [so]nrisa c[uan]do
Estuve con ella] a so[las]
De gusto di [mi]l cabriolas
I con calor infinito
Le dije: —Dáme un besito,—
I ella, llena de rubor,
Dijo: — Yo cobro, señor,
Por un beso un condorito.

    Por fortuna para mí,
En caso tan apretado,
De un tio muerto intestado
Una herencia recibí.
Al punto me dirijí
A donde ella i mui cortés;
Puse un cóndor a sus piés
I me dió el deseado beso.
De veras que con exceso
Me cobró la bella Inés.

    Despues le pidí otra cosa
I de balde me la dió….
I hasta hoi me estraño yo
Que fuese tan jenerosa
Ella al presente, amorosa,
Me da sonrisas i besos
Que deja en mi boca impresos
Con sus labios delicados.
¡Vamos! fueron bien gastados
Aquellos catorce pesos!

                                   El Pequen.

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CONTRA EL CALOR

¡Jesus! qué calor tan grande!
Estoi que ya me derrito.
El remedió está en la mano:
Sirvase usted un traguito.

    ¡Ai! qué calor ¡Dios Eterno!
Parece que están abiertas
De par enpar las mil puertas
I ventanas del Infierno….
¡Váyase el verano a un cuerno
Antes que al Diablo lo mande!
Por mas que uno en cueros ande,
Anda lo mismo que un pato
Esclamando a cada rato:
¡Jesús! qué calor tan grande!

    Por no bañarme en sudor,
Pues sudo que es maravilla,
Quiero dormir sin costilla,
Pero todo es para peor.
Siempre el maldito calor
Me tiene a toda hora frito.
Un cordial yo necesito:
Ya no aguanto mas, lectores,
Porque con estos calores
Estoi que ya me derrito!

    Llega un compadre a mi casa
I con él llega el consuelo.
De uno arrimadito a hielo
Un buen vasito me pasa.
Ponche i mas ponche sin tasa
Bebo i nó como cristiano,
Hasta que olvidé el verano
I bien fresquito quedé;
Lo mejor del caso es que
El remedio está en la mano.

    Si a una bonita muchacha
Le oyes decir de algún modo
Que le está sudando todo,
Es decir, hasta la cacha,
Pónle la cara mas lacha
I díle mui despacito:
Si este calor tan maldito
La tiene con calentura
Acépteme una frescura;
Sirvase usted un traguito.

    Si ella pierde la vergüenza
I acepta tu invitación,
Al momento i de rondon
Con tus frescuras comienza.
I si ella al fin se te trenza
I se deja hacer cosquilla,
Ya verás qué maravilla
Es mi remedio, lector!
Solo quitan el calor
Un trago i una chiquilla!


                                   El Pequen.

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CONTESTACION
A BERNARDINO GUAJARDO

    Conductora soi, señor,
Gracias a Dios i a la empresa.
Si a usted le pesa mi suerte,
A mi nadita me pesa.

    «Dice usted que los mocitos
Intrusos i casquivanos
Con un apreton de manos
Nos pasarán los quintitos.
Mas, yo le diré que a gritos
Denunciaré con furor
Al que me falte al pudor
O me quiera enamorar.
P[ara] hacerme respetar
Conductora soi, señor.

    «Que no habrá riñas le juro,
Mí señor don Bernardino,
Porque, si un futre cochino
Nos pone en algun apuro,
Le daremos fuerte i duro
I como perras de presa
Lo volveremos pavesa,
Para que no insulte a jente
Que trabaja honradamente
Gracias a Dios i a la empresa.

    «Dice usted que si una fea
Nuestro empleo tambien toma
Van a hacerle mucha broma
Por mas que una santa sea.
Que eso pase no lo crea,
Pues mi modestia le advierte
Que soi fea, i al que acierte
A mofarme sé decir:
«Déme usted con qué vivir
Si a usted le pesa mi suerte.»

    «Yo no me ando con tapujos
I, aunque una pobre mujer,
Ningún daño me han de hacer
Ni los duendes ni los brujos.
No bastarán los influjos
De cierta jente traviesa
Para hacerme a mí la lesa
I darme frutos de amor
Si a otras les pesa el honor,
A mí nadita me pesa.

    «Al fin, si fuera bonita,
I graciosa i zalamera,
I trabajar no quisiera
I quisiera echar guatita,
Admitiera la visita
De algun viejo ricachon
Cambiando la situacion.
Prefiero ser conductora
I no vivir de señora
En la calle del Pilon.»
                                   Una conductora.

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HAZAÑA DE UN PATRAQUERO

    Uno de sombrero gacho
Entró a comprar huachacai
En una esquina o despacho
En donde aguardientes hai
Que hacen chuparse el mostacho.

    Mui cerca de la Maestranza
Se encuentra el tal despachito.
Allí con toda confianza
Beber se puede un traguito
Hasta llenar bien la panza.

    Por eso, el sujeto aquel
Entró allí confiadamente,
Preguntó por aguardiente,
I probó uno moscatel
I otro anisado excelente.

    Pero ántes de hacer el gasto,
Dejó junto al mostrador
Con el cuidado mayor
Algo asi como un canasto
Que llevaba un cobertor.

    A la dueña de la casa,
Que no es señora mui ducha
I tiene malicia escasa,
El individuo le pasa
Una tremenda copncha;

I le dice. —Mí señora,
Me parece bién el nitro
Quisiera saber ahora
Cuánto pide por el litro
De esta agüita bienhechora.

    —Cuatro reales, caballero,
La señora le contesta.
—Bueno; cuatro litros quiero:
Echemelos aquí en esta
Copuchita de ternero.—

    La copucha se llenó
Con cuatro litros cabales;
El al canasto la echó
I como unos nueve reales
De su bolsillo sacó.

    I los nueve reales esos
Los puso en el mostrador.
La dueña saltó: —Señor,
Usted me debe dos pesos:
Entéreme su valor.

    —Tiene usted razon! Yo vengo
Con la cabeza malita.
Dispénseme, señorita
Aquí mas plata no tengo,
Pero vivo mui cerquita.

    Si a pagarle su aguardiente,
Con esta plata no basto,
Volveré, si usted consiente.—
I sacó inmediatamente
La copucha del canasto.

    I recojió sin demora
Del mostrador el dinero
I dijo: —En un carto de hora
Vuelvo; hasta luego, señora.
—Hasta luego, caballero.

    Que es mucha la candidez
De la dueña se conoce,
Pues que con toda honradez
Cerrar no quiso a las dicz,
Ni a las once ni a las doce.

    I la una el reloj dá,
I la señora, que escucha,
La hora, a acostarse vá
Diciendo: «Ya no vendrá
El dueño de la copucha.»

    Esperó uno i otro dia
La crédula despachera
Que el sujeto aquel volviera;
I, viendo que no volvia,
Esclamó: «Ya esto es lesera.»

    A un hijo entónces llamó
I estasrazones le dijo:
—Que no vuelve, creo yo,
El de la copucha, hijo.
—Yo también creo que nó.

    —Ahora me ayudarás
A vaciarla, pues quizás
Desvaneciéndose siga
Siaqai lo dejamos más
Tomando gusto a vijiga.

    —Pero ántes de que al tonel
Vaciemos la capuchita,
Echeme en esta copita
Un trago de moscatel,
A ver si el flato me quita.

    Echó con mano segura
En una copa el jovencito
Un trago del Quilicura,
I esclamó lanzando un grito:
—¡Ai! madre! esta es agua pura!

    El bribón que anoche vino
Con aires de caballero
Nos hizo lesos, ¡qué indino!
Debe ser un patraquero,
I un patraquero el mas fino!

    —De veras: el indecente
Me ha engañado como a guagua,
Cambiándome de repente
La copucha de aguardiente
Por esta copucha de agua.—

    Miéntras tanto, el calavera,
Sin la menor inquietud,
Estará como tetera
Bebiendo por la salud
De la pobre despachera.

                                   El Pequen.

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¡NO IRE MAS AL HOSPITAL!

    Por desgracia cierto dia
Enfermo me encontré yo;
Sin compasión me atacó
Una fuerte pulmonía.
    Dije: La cosa va mal
I pasando de la raya:
Mejor será que me vaya
Derechito al hospital.
    I entre mi suegra i mi abuela,
Un tio i una chiquilla
Me hicieron una camilla
A modo de parihuela
    Cuando al hospital llegué
Una monja me señala
Para vivienda la sala
Que llaman de San José.
    Luego la monja me quita
Zapatos, manta, sombrero,
Calzones i debajero,
En fin, toda mi ropita.
    Llega despues el doctor
I, como si fuera broma,
El pulso apénas me toma
I pasa cual volador.
    Yo no quedé mui conforme;
Pero hube de conformarme
Al ver que iban a aplicarme
Un parche tamaño, enorme.
    Que me lo pongan les dejo,
Aunque despues me pesó
Porque el parche me sacó
Todo, todito el pellejo.
    Se acabó la pulmonía;
Me encontré pon fin sanito,
Tan sano, que el apetito
Vino con la mejoria.
    Flaco estaba como alambre,
Pues me sacaron las lonjas
Del cuerpo… Pero las monjas
No saben curar el hambre.
    La dieta me hacia falta,
Porque dieta sin gordura
No es dieta sino agua pura…
¡I sin querer darme de alta!
    Yo me llevaba en un grito
I pidiendo el dia entero:
¡Una presa de cordero!
¡Caldito, madre, caldito!
    Sin querer darme ni sopa
Ya de hambre estaba yo loco.
I lo peor es que tampoco
Querian darme la ropa
    Por fin, rabón i sin real
Escapé de aquel tormento
Haciendo este juramento:
¡No iré mas al hospital!

                                   El Pequen.

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EL BURRO
DE LA CALLE AHUMADA

Le dijo el burro a la burra:
¡Ai, que desgraciados somos!
A cada momento, palos
Por la tuza i por el lomo!

    En la caja del Mapocho
Con una her[mo]sa borrica
A medio dia [  ]ca
Un borrico or[  ]-mocho,
—Hace tiempo que trasnocho
Sin que hasta ahora discurra
Por qué nuestro amo una zurra
Nos dá en vez de darnos pasto…
¡Oh! qué injusticia! ¡canasto!—
Le dijo el burro a la burra.

    —Amigo, tienes razon;
La burrita le contesta.
Digna de lástima es esta
Tristísima situacion.
De humano nuestro patron
No tiene siquiera asomos,
Pues nos maltrata los lomos
Por la faltita mas leve
Que uno a cometer se atreve.
¡Ai! qué desgraciados somos!

    —Trabajando todo el dia
Siempre estamos con afan;
Sin embargo, no nos dan
Ni cáscaras de sandía.
Mas bien caballo sería.
Aunque fuera de los malos,
Que hasta reciben regalos
Si son ingleses i potros,
Miéntras tanto que a nosotros
Acada momento, palos!

    —Llega a tal punto el rigor
Con que nos tratan los amos,
Que los burros no gozamos
Ni del placer del amor.
Si alguno con el calor
Se pone como un palomo
Que ha tomado cardamomo
I a una burra le dá abrazos,
Le dá el amo de pencazos
Por la tuza i por el lomo.

    —En tan deshecha borrasca
No es posible ningún goce.
Hasta por cantar las doce
Nos atracan con la huasca.
Uno, callado, se rasca
I se hace ovillos i roscas
Cuando con sus manos toscas
Nos dá el amo trilladuras,
Para que en las mataduras
Tengan qué comer las moscas.

                                   El Pequen.

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SUICIDIO
EN LA PENITENCIARIA

Manuel Velasquez Saavedra
Se llamaba el desgraciado
Que en su celda solitaria
Se ahorcó por sus propias manos.

    Recordarán mis lectores,
Según la prensa relata,
Que allá en las Vegas de Itata
Entre varios malhechores
Cometieron mil horrores,
Cuya relacion arredra
Al corazon mas de piedra.
Entre otrós, como asesino,
A Santiago tambien vino
Manuel Velasquez Saavedra.

    Nadie aún talvez olvida
Que a unos cuatro fusilaron
I que su crímen pagaron
Con la pena merecida.
Otros salvaron la vida……
Si, digo que la han salvado,
Ménos Manuel que se ha ahorcado
I que entre su parasismo
¡Pantera! ¡tigre! a si mismo
Se llamaba el desgraciado.

    Siempre de noche i de dia
El feroz re[mo]rdimiento
Mirar a cada momento
A sus víctimas le hacía.
En vano al Señor pedia
En incesante plegaria
La paciencia necesaria,
Pues creia estar ¡qué horror!
En el Infierno mejor
Que en su celda solitaria.

    Un dia, por fin, despierta
Con la idea del suicidio:
Para salir del presidio
Una puerta hai solo abierta……
De los fierros de la puerta,
Que están del suelo cercanos,
Hizo esfuerzos sobrehumanos
Para sus medias colgar,
Conlas que, sin titubear,
Se ahorcó por sus propias manos.

    Tomen ejemplo los mozos
De este pobre criminal
Que por la senda del mal
Quiso seguir sin embozos.
En oscuros calabozos
Irán a pasar los años
Los que por fines estraños
Procuran su bienestar,
Sin saber que han de encontrar
Penas solo i desengaños.

                                   El Pequen.

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