EN EL NACIMIENTO
DEL NIÑO-DIOS.

    Señora doña María,,
Vengo a ver a su niñito…
¡Alcánceme al chiquitin!
¡Tan relindo el anjelito!

    Güeno el gusto i la alegría
Que he tenido anoche en Renca…
Desde ántes que aclare er dia
Vengo en mi yegua ¡dar penca!
Señora doña María.

    El chueco ño Carmelito
Llevó la noticia cierta;
i yo la corté al tirito!
I ahora, de gusto muerta,
Vengo a ver a su niñito!

    ¡Más lindo que un quirubin
Es esta criaturita!!
¡Su boquicha  es de camin…
¡Por Dios, doña Mariquita,
Alcánceme al chiquitin!

    Déjemelo aquí un ratito
Para que a gusto lo vea….
¡Tan zarco i tan ruciecito!
¡Mirelo cómo gorjea!
Tan relindo el anjelito!

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EL BACCILUS-COMA
O EL CÓLERA MISMO

    Hacen cien baccilus-coma
Su entrada en un cuerpo humano;
Mordiendo la tripa gorda,
¡Pataplam! todo ha acabado!!

    El médico mas famoso
Que en Europa se ha afanado
Tanteando con gran cuidado
A este microbio dañoso,
Dice en su informe: «Es curioso
Ver tal bicho en la redoma
Donde lo observo. I no es broma
Si aseguro (¡i no me engaño!)
Que DE UNA LIENDRE EL TAMAÑO
Hacen cien baccilus-coma»

    «En las aguas destiladas
Hasta tres minutos vive;
I en las sucias se suscribe
Su vida por temporadas;
En tierras fertilizadas,
En el bosque, en el pantano,
Se forja este ruin gusano
Que hace, sin ningún trabajo,
Por arriba i por abajo
Su entrada en un cuerpo humano.»

    «I una vez estando adentro
Del cuerpo, el fiero microbio
Se vuelve un perro hidrofobio
Muerde cuanto halla a su encuentro;
Busca de la sangre el centro
Porque, bebiéndola, engorda
Este animal lima-sorda……
I ¡prontito la mortaja,
Si a los intestinos baja
Mordiéndo la tripa gorda!»

    «Ya estando en un intestino,
Como he dicho este animal,
No se da cuenta cabal
El médico mas divino
Del veneno repentino
Que este baccilas malvado
Vomita en el desgraciado
Que entre sus garras voltea;
Que, empezando la diarrea,
¡Pataplum! todo ha acabado!!»

    Esto es lo que del baccilo,
En fin, ese sabio ha dicho,
A saber: ya haciendo el bicho
De nuestro vientre su asilo,
Lijerito dar el quilo
Nos hace el facineroso.
Mas, hai esto: al perezoso
Que mui rara vez se lava
Es no más, pues, al que clava,
I al mui borracho i goloso.

Nota: La epidemia de cólera en Chile fue entre 1886 y 1888. “La aparición del cólera motivó un sorpresivo y arduo trabajo de los sepultureros en 1886 y años siguientes. Según datos del registro civil, 23.432 personas murieron víctimas de esta enfermedad, lo que era bastante para una población de 3 millones”11,12. El doctor Adolfo Murillo estimó en aproximadamente 40.000 el número de fallecidos en todo el país 2.

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UNA BREVE
INSTRUCCION HIJIÉNICA PARA
LIBRARSE DEL CÓLERA

    Te suplico, ciudadano,
Que prestes mucha atencion
A esta hijiénica instruccion
Que aquí te pongo en la mano.

    Sea la fruta que sea,
Nunca la tomes pintona,
Si quieres que tu persona
No padezca una diarrea;
Porque se tiene la idea
Que el colérico gusano
De esta fruta es primo hermano;
I, siendo esto así, ¡no debes
Ni verla! ¡Que no la pruebes
Te suplico, ciudadano!

    El licor adulterado
(Ten siempre esto mui presente)
Que del cólera es su ajente
Hos médicos lo han probado.
¿A qué mortal no le ha dado
El vino en composicion
Una fiera indijéstion,
Descartes,  disenteria?
A esto, bueno seria
Prestases mucha atención.

    No bebas nunca ¡por nada!
Aunque de ganas te mueras,
El huachacai  de maderas,
Coñac de azúcar quemada,
Ni ménos la chicha aguada,
Ni el falsificado ron,
Que es para tu salvación
Todo lo que aquí te anoto.
¿I echarás en saco roto
A esta hijiénica instruccion?

    También te voi a advertir:
La cerveza con quillai
Si la pruebas ¡ayayai!
Prontito te hará decir.
Peró, si quieres vivir
Rozagante, bueno i sano
Ante el cólera, que ufano
Vuelve a mostrar su lanceta,
No olvides esta receta
Que aqui te pongo en la mano.

    En fin, para terminar,
Te ruego no te molestes
En trasnochar, i te acuestes
A las diez a mas tardar;
Ni golosinas tragar
A destajo, ni te encares
Con nadie; ni te declares
Un Cupido en el amor,
Desea tu servidor
—Antonio Contreras Suárez.

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EL CÓLERA VUELVE
A LA CAPITAL DE CHILE

    ¡El cólera nos visita!
Este bruto maldecido
Ya ha vuelto a poner la pata
En nuestro Chile querido!

    Nuestra Madre del Carmelo,,
Por qué razón, madre mia,
Dejais que la mas impía
Plaga o el mas ruin flajelo
Vuelva a invadir nuestro suelo?
fué corta, madrecita,
De muertos la cuentecita
De ahora tiempo, que otra vez
Con tánta desfachatez
El cólera nos visita?

    ¿Por qué, pues, que este animal
De las Indias Orientales,
Por siempre siente sus reales
En esta gran capital
Permitís? ¿Acaso el mal
Que esta plaga ha repartido
En Chile no ha conmovido
Vuestra alma, Reina i Señora,
Que dejais que vuelva ahora
Este bruto maldecido?

    Madre de mi corazón!
¡Virjen santa, inmaculada!
¿Os parece que no es nada
Todavía el sarampion,
La tisis, la indijestion
I la viruela que mata
Tus chilenos a pro-rata
Cada año?…… I, siendo así,
El cólera chancho aquí
Ya ha vuelto a poner la pata!!!

    Esto pasa de castaño
Oscuro, Virjen del Cármen.
¿Nada os importa se alarmen
Tus niños,  al ver el daño
Que reciben de ese estraño
Perro loco aparecido,
Que del Ganje se ha venido
Hasta aquí matando jente?
¿Lo dejais establemente
En nuestro Chile querido?

    ¡Reina del Cielo i la tierra,
Virjen i madre de Dios!
Sólo depende de vos
Que esta peste, la más perra,
Deje de hacernos la guerra……
¿No os causa vergüenza, al ménos,
Ver que en tus propios terrenos
La muerte ufana sé entrona?
 ¿O ya no sois la patrona
De los rotitos  chilenos?

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LAS DIEZ MUERTES
HECHAS POR LA TERRIBLE JUANA MARÍA
SANTANDER

    Lectores: mucha atención,
I ánimo fuerte i sereno
Os reclamo en la historieta
Que voi a contaros luego.
    ¿Historieta? ¡Por mi vida!
Que al referírosla, el cuerpo
Se me enronchará, i también
Se me erizará el cabello!
Pero qué, de tal historia,
Habrá de sacar provecho
La moral, que siémpre busca
Del crímen el escarmiento.
    Esto dicho, doi principio
A referir un suceso
El mas horripilantísimo
Que se ha visto en estos tiempos:
    —De Illapel hácia la costa
Hai un pequeñito pueblo
Denominado “Los Puentes”
I en él se hallaba viviendo
Una honorable familia,
Que, aunque pobre, era el ejemplo
De dignidad sin reproche
En aquel lugar modesto.
    Pero el fiero Satanas,
Que siempre vive en acecho
De la buena jente, un dia
Mandó a un forano mancebo
Mui hermoso, i mui galante,
A casa de don Anselmo
Santander, este era el nombre
Del noble jefe paterno)
    Llegó el mozo, mui humilde
Pidiéndole alojamiento,
I en el acto recibido
Fué con cariño mui tierno.
    Siete seres componian
Aquel dichoso embeleso
Del hogar o la familia:
Un niñito mui pequeño,
El padre, la madre, un mozo
De buen corazón i honesto,
Dos niñitas i una niña
De quince abriles no enteros.
    Esta doncella era el dije
De aquel feliz lugarejo:
Era tan lindo su porte,
I su talle tan esbelto,
I sus ojos tan hermosos,
I tan lindos sus cabellos
Relucientes como el oro,
I su rostro era tan bello
Que una Elena parecia:—
La de los antiguos griegos.
    Eso sí que su mirar
Era triste i macilento,
Su carácter melancólico,
A veces un tanto sério:
Nunca se la vió reir
Ni nunca hablar en exceso.
    Juana María es su nombre;
I de esta jóven, por cierto,
Se enamoró aquel galan
O maldito forastero
Que a alojar llegó a su casa
¡En tan mala hora el perverso!
    ¡Tres años batalló el ruin
Con el mas porfiado empeño
Por seducir a la jóven,
Sin lograr su fiero intento.
    Con la honradez, el pudor,
La virtud sin contrapeso,
Se encontró siempre el Tenorio
En su lujurioso anhelo:
    A sus lágrimas finjidas,
A sus falsos juramentos,
A sus pomposas promesas
Ella contestaba esto:
—”Lléveme usté ante el altar
Para que allí nos casemos
Por la iglesia, cual lo manda
Su sétimo sacramento”
    Pero él en ésto no había
Siquiera por un momento
Pensado! Sólo anhelaba
Saciar carnales deseos.
    Estando ya confundido
El pretendiente, en estremo,
Buscó un recurso infernal:
“Me postraré ante los viejos,
Dijo aquel astuto infame,
I con lágrimas de fuego,
Les clamaré que ellos hagan
Por mí lo que yo no puedo;
I lo harán porque me quieren
Mas que a un hijo estos lesos;
Les juraré con mil cruces
Que cuando logre mi intento
Me caso con la Juanita
Que tanto estimo i venero;
Pero que, si desairado
Salgo por causa de ellos,
Me hallarán colgado, un dia
Del peral que hai en el huerto;
I les juro de que mi ánima
Vengará el mal que me han hecho.”
                  ——
    La astucia mas refinada,
La mas ruin hipocrecía
Del llanto, con la amenaza
De que su ánima bendita
Vendria a vengar la injuria
Que la cruel Juana María
Le hiciera, i el gran cariño
Que los viejos  le tenian,
Influyeron de tal suerte
En los padres de la niña
Que un año ellos forcejearon
Noche a noche, dia a dia
En contra iquién lo creyera!
De la virtud de su hija:
El cariño de fe ciega,
I la ignorancia supina,
La supersticiosa idea
En ellos se dieron cita.
Una noche está Camilo,
(Este era el nombre de pila
Del terrible seductor)
En su lecho, que agoniza
De una enfermedad mental;
I que, en su fiera agonía,
No deja de pronunciar
El nombre de su querida:
Le echa en cara su crueldad
I su infame negativa;
I se queda muerto  un rato
¡Este pillo del Mandinga!….
Como a la hora volvió
A vivir; i, mas delira
Con el nombre de su amada
Que le va a quitar la vida.
    Hai que advertir que esta farsa
Fué pensada i convenida
Entre él i los dos viejos,
Para engañar a la niña.
    Pero ni con estas tretas
A la jóven la vencian:
“—Mandemos traer al cura
A aqui, al instante, mamita!”
Decía, mui alarmada,
La pobre Juana María!
    Momentos después, a solas
Llaman sus padres a su hija;
I de esta manera le habla
Santander: —”Hija querida:
Yo soi hombre que conozco
En los mozos la malicia
I en el buen Camilo, no hai
Nada de falso en sus miras.”
I la madre así le habló
“—Yo soi mujer que en la vida
Tengo bastante esperiencia;
I conozco la perfidia;
I no sería yo quien
Te quiera labrar tu ruina.
    —Mi yerno,el pobre Camilo,
Te adora con alma i vida
I morirá si tú cruel
Te muestras a sus caricias.
    Lo que él te exije…. es mui justo
Porque, has de saber, hijita,
Que cuando a fardo cerrado
Se casa el hombre, se humilla;
I es mejor, para evitar
En los casádos rencillas:
No fijarse ántes  la esposa.”
En cosas de poca estima.
    La jóven está bañada
En lágrimas; i respira
Con fuerza, como azogada:
En sus lindos ojos brilla
Una mirada de fuego
    Por su lindo rostro cruzan
Ráfagas de rojas pintas
Que indican la exaltación
De que se halla poseida……
….Despues de un corto silencio
La jóven, con voz altiva,
Así contestó a sus padres
—”Padres mios: mi divisa
Ha sido hasta este momento:
La resistencia inaudita
De no caer en el fango
De relaciones ilicitas.
    Tanto porque es indecencia
Cuanto porque la perfidia
De los hombres que se burlan
De una niña ya vencida,
Es lo que hai de mas infame
En esta misera vida;
Me causa horror ver que ustedes
Con persistencia continua
Me invitan para que sea
De Camilo, concubina.”
    Esto dijo la infeliz
I quedó en llanto sumida……
    Despues asomó en sus labios,
De amargura una sonrisa,
I esclamó:—”¡Está bien! ¡Que sea!
Jugaremos la partida!”
                  ——
Diez meses han trascurrido,
Lectores, desde la fecha
En que la Juana María
Esclamó: “¡Está bien! Que sea!”
    Dos niñitos (mujer i hombre)
De sus pechos se alimentan;
I ella está triste, abatida,
Pensativa i macilenta.
    ¿Qué causas han motivado
Su abatimiento i su pena?
¡Qué ha de ser; el ruin Camilo
No se ha casado con ella!
I, cada dia que pasa,
El ingrato mas se aleja
De la preciosa beldad
Que en sus promesas creyera.
    Hacian ya quince dias
Que Camilo estaba fuera
De la casa de Juanita;
I volvió un dia de fiesta;
(Era el dia de San Juan
Que en Los Puentes se celebra
Con ardor); i el tal Camilo
Con un esquinazo  llega
A la casa de su victima
Que tanto honor de él no espera.
    Viene trusco  el insolente
I, al sonar de la vihuela,
Con voz vinosa principia
Esta coplita indiscreta
—”Mi idolatrada Juanita
Su querido le aconseja
Que por faltas  de Cupido
Usted nunca tenga pena.”
    Al oir, la infeliz niña,
Una burla tan grosera
Su cuerpo se estremeció
De cólera i de verguenza!
    Poco mas tarde, Camilo
Salió a bailar una cueca,
I cuando sacó el pañuelo,
Al suelo calló una esquela:
Presto la recoje Juana
I a solas se va a leerla.
    La carta decía así;
“Mi idolatrada Teresa:
“Hoi recibí tu estimada
“En la cual me das tus quejas
“Reprochándome de ingrato
“Porque todavia a esa
“No he vuelto! para estrecharte
“En mis brazos, mi sirena!
“Perlita mia: mui luego
“Me tendrás en tu presencia;
“I, con esta pobre tonta,
“Inútilmente me celas.
    “En la otra que me escribiste
“Eiojias mucho la treta
    “Tan bonita que buscamos
“Con el viejo i con la vieja
“Para hacer que la tal  Juana
“A mis plantas se rindiera
“Ellos me echan a la cama;
“I la agonía comienza
“I si no es por ellos mismos,
“¡No se rinde la trinchera!….”
    La jóven no concluyó
De leer aquella esquela:
Con lo que de nuevo sabe
A sus piés se hunde la tierra…
    Poco, despues balbuceó
“¡Con que fueron él  con ella
Quienes me hicieron caer,
Por medio de una ruin treta,
En la desdicha mas grande
I desgracia mas estrema!!”
    Guardó la carta, i finjiendo
Estar un tanto serena,
Ya a decirles a sus padres
Que ya la cena está hecha;
I agregó que mucho gusto
Tenia en el dia de ella,
I que para celebrarlo,
Deseaba con todas veras
Que una tertulia bien grande
Entre la familia hubiera.
    Esta idea singular
A todos causó estrañeza
Porque hablar de una tertulia
La oian por vez primera,
    Hacen un soberbio ponche;
I unas dos vecinas llegan
Que mandó traer Camilo;
I entre tonadas i cuecas
La Juanita sirve el ponche
A todos con lei pareja
Hasta a sus dos hermanitas
Les sirve una copa llena.
    Solo ella no mas no toma.
I alega que se reserva
De tomar, por sus guagüitas
Que luego estarán despiertas.
                  ——
    Son las doce de las noche;
I Juana María se halla
Con el pelo desgreñado
Hácia un rincon de la casa.
    Tiene en sus sangrientas manos
Una mui aguda daga;
I al lecho donde Camilo
Está durmiendo de espalda,
Se aproxima i lo recuerda.
    Este saltar de la cama
Intentó, pero no pudo:
Con formidables amarras
Lo habia ya maniatado,
Aprovechando su rasca,
La terrible Santander,
Para saciar su venganza!
    Ya despierto, con voz ronca
La Juana María le habla
De este modo:—”¡Mui bonital
Fué la treta  combinada
Entre mis padres i tú,
De aquella agonía falsa
Que surtió tan buen efecto
Cual ha sido que a tus plantas
“Se rindió esta pobre tonta”
Como lo dice tu carta.”
Le muestra la esquela i sigue
Así, con voz azogada
—”Tu adorada Teresita
Elojió mucho esta farsa;
Está bien: que la celebre
Pero escucha dos palabras:
Esos que fueron mis padres
I autores de mis desgracias,
Con esta daga les hice
Pagar sus torpes infamias.
    Si ellos labraron mi ruina
Hasta donde el mal alcanza,
Yo también les dí la muerte;
I con esta misma daga
Que veis coloreando aquí
He muerto a mis dos hermanas
Para que no sean ellas
Cuando grandes, desgraciadas
Como yo; i tambien maté
A mi hermano que ostentaba
Tan grande amistad contigo,
Que ya de mí te mofabas,
Cuando era de su deber
Castigarte por tus faltas.
    Maté a mi hermano menor
Para que no quede en planta
Ni rastro de una familia
Tan fatalmente burlada.
    I tú, que sois el autor
De la ruina de esta casa,
¡Muere ya, traidor infame,
Le dijo a Camilo, Juana;
I con sonrisa diabólica
Le hundió en el pecho la daga!………
……………………………………………
    Va a concluir la trajedia,
Como lo indica esta lámina.
Poco despues de ultimar
A Camilo, llevó Juana
Para el huerto a sus niñitos
I tambien ahí los mata!
    Después, uno en cada brazo
Agarró i subió una escala
De donde una soga al cuello
Se puso la desgraciada,
I ahorcada fué en un momento
La niña de gracias tantas
Que era ántes de su ruina
Un portento de su casa!

Los Puentes, Junio 27 de 1886.
Antonio Contreras Suarez.

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LA EJECUCION DEL REO

    Del que a muerte es sentenciado
La hora fatal va a llegar;
Se encaminó al banco el reo
Con un valor sin igual.

    Después que Acuña sufrió
Los tormentos mas mortales
Físicos e intelectuales
Desde que se le anunció
Su muerte, en fin, hoi murió,
De balas acribillado,
Este ser desventurado
Que ha pasado tantos dias
Sufriendo las agonías
Del qué a muerte es sentenciado.

    En los dias que ha sufrido
En capilla el infeliz
Na ha mostrado ni un desliz
De no estar arrepentido;
Por varios padres ha sido
Auxiliado sin cesar
I esta mañana al rayar
El sol, un padre le dijo:
—”Prepárate a morir hijo:
La hora fatal va a llegar.

    Al poco rato despues
Escuchó sin emoción
La órden de ejecución
Que el secretario del juez
Le leyó; i, con sencillez
Dijo: Las horas no veo
De morir…. i ahora si creo
Que ya a llegar el momento.”
I en seguida, a paso lento
Se encaminó al banco el reo.

    En todos los circunstantes
Que han ido a ver tal escena
La angustia, el dolor, la pena
Se dibuja en sus semblantes;
Todos miran anhelantes
Marchar aquel criminal
Que al fin llega ante el fatal
Patibulo aterrador;
I en él se sienta el hechor
Con un valor sin igual

    Ya en el cadalzo sentado,
Con mui sensibie emoción
A todos pide perdon….
Los padres se hacen a un lado
I al punto el piquete armado
Sus fusiles apuntó….
Una descarga se oyó,
Cuyas balas van de fijo
A darle la muerte al hijo
Que a su buen padre mató!

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CARTA DE PÉSAME
A LA INCONSOLABLE MADRE DEL AJUSTI-
CIADO REO JOSE A. 2º ACUÑA

    ¡La mas cruelmente abatida
De tas madres eres vos!
Que el cielo enjugue tu llanto,
Tu desdicha tan atroz!

    Señorita: aunque hasta ahora
La honra yo no he tenido
De conocerla, he querido,
No ohstante eso, señora,
Escribirte ésta en la hora
Mas adversa de tu vida.
La idea fué concebida
Para ver si en algo calma
Las amarguras de tu alma
La mas cruelmente abatida!

    I ojalá permita el cielo
Que ella pueda mitigar
Tu mortifero pesar
De tu riguroso duelo,
De tu mortal desconsuelo
Que te persiguen en pos.
¡Llévalo en amor de Dios
Si entre todas las chilenas
La que hoi padece mas penas
De las madres, eres vos!

    ¡Que el dolor desapiadado,
Desde hoi tanto no taladre
El corazón de la madre
De un hijo desventurado!
Que harto ya lo han lacerado
El cruel sufrir i el quebranto;
I si ya has llorado tanto
Por el crimen de Chillan,
Desde hoi mis votos serán
Que el cielo enjugue tu llanto.

    Si tu hijo i tu noble esposo
Ya de este mundo han salido;
Tu lamento dolorido
Que cese un tanto es forzoso.
I al Dios Todopoderoso
Clámale con tierna voz
Que indulte al hijo feroz
Que a su padre le dió muerte;
I cesará, de esta suerte,
Tu desdicha tan atroz.

    I desde ahora a tus hijos
Conságrate, noble viuda;
Que el Señor vendrá en tu ayuda
Si con cuidados prolijos
Les das reglamentos fijos….
Que esos tiernos corazones
No crezcan mui regalones;
Repréndelos a lo lejos.
I al darte aquí estos consejos
Yo te pido mil perdones.

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CARTA DEL REO ACUÑA
AL PUBLICO DE CHILLAN

    Queridos conciudadanos
De este mi pueblo querido:
El mas feroz parricida
Mañana habró sucumbido.

    Chillanejos: ¡por favor
Yo les ruego i les suplico
Que ésta que aquí les dedico,
Lleno de angustia i dolor,
No la lean con rencor
Cuando llegue a vuestras manos,
Ya que esfuerzos sobrehumanos
Hago aquí para esplicar
Lo que voi a publicar,
Queridos conciudadanos.

    Quiero, pues, primeramente
Que todos, en jeneral,
Sepan que este criminal,
Tan aleve delincuente,
No morirá impenitente
Del crimen que ha cometido
Reconozco bien que he sido,
Por mi crimen tan odioso,
¡El jóven mas alevoso
De este mi pueblo querido!

    Por una ruin ceguedad
Que ahora bien la comprendo
Hice el hecho mas horrendo
Que ha visto esta sociedad
Llevé mi ferocidad,
Por el licor sujerida,
Hasta quitarle la vida
Al hombre que me dió el ser;
Crimen que me vino a hacer
El mas feroz parricida!

    I hoi que Dios me está mirando
Él ve el arrepentimiento
Que en el alma esperimento
En este momento i, cuando
Tan solo estoi aguardañdo
El castigo merecido
Que en mi sentencia he oido;
Cuando ya el banco esté alzado
En el que este desgraciado
Mañana habrá sucumbido!

    I al terminar ésta, espero,
Con una intención mui sana,
Que a verme morir mañana
Ocurra aquí el pueblo entero.
Es un bien que considero
Cuya razón capital
Es que en este criminal
Tome ejemplo esa partida
De sociedad corrompida
Que hai en mi tierra natal.

Jo[s]é A. 2º Acuña.

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UNA ENTREVISTA DEL REO ACUÑA
CON SU ATRIBULADA MADRE I DOS HERMANAS SUYAS, EN SU
TRISTE CALABOZO

Doña Clorinda Sepúlveda, v., de Acuña i madre del infeliz reo José A. 2º Acuña, cuanto supo que el Consejo de Estado le habia denegado el indulto a su desgraciado hijo, se resolvió a hacerle, con dos de sus acongojadas hijas, la mortificante última visita de despedida.
I aquí, perdónenme mis lectores, que les narre en verso (porque la manía de hacerlo todo en poesía ha invadido todo mi ser), la conversación en prosa que tuvo lugar entre ellos el 21 del pasado mes, en una triste celda de la penitenciaria de Chillan

    La madre con sus dos hijas
Llegan ante el triste mozo
Que en su estrecho calabozo
Tiene sus pupilas fijas

    En un bello libro santo
Que está levendo contrito…
I al verse ¡las tres un grito
Lanzan! i rompen en llanto!

    Despues de mucho llorar
Dijole a la madre el hijo:
—”Querida madre: de fijo
Me tienen que fusilar!”—

    Ella, con voz lastimera
Le contestó: “¡Ya lo sé!
I yo tambien moriré
Cuando mi hijo amado muera!

    Sé que no he de resistir
De mi suplicio el rigor,
Pues que el dardo del dolor
Mi corazón va a partir!!”

                  El hijo

“¡Madre: No mueras por mí;
Vive a esfuerzos sobrehumanos
Para mis tiernos hermanos
Que necesitan de tí!

    Para ellos madre mia,
Vive para que los guies
Por el bien, i no los cries
En estrema regalía.

    ¡Que ya ves lo que resulta
De criar un hijo mimado!”
I al decir esto, abismado
Se queda i su rostro oculta

    Entre sus manos crispadas;
I presa del mas agudo
Dolor, hablar mas no pudo…
Sus hermanas, desmayadas

    Están cuasi de dolor;
Mas, la madre ya no llora:
¡El dolor que le devora
Llegó a su grado mayor!

    Por convulsiones estrañas
La mártir es agredida
Que de pié, mira aterrida
Al hijo de sus entrañas.

………………………………

    Esta escena por demas
Desgarradora, finó
De este modo: ¡Nadie habló
Ahí una palabra mas!!

    La angustia mas matadora,
El fiero dolor zañudo
Embargarles la voz pudo
Allí por un cuarto de hora!

    Del reo se despidieron
Las dolientes; i, a la vez
Un mudo abrazo las tres
Por último adios le dieron.

    Pero la madre angustiada,
Mártir de su santo amor,
Al dejar a su hijo ¡horror!
Cayó al suelo desmayada!

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EL HORROROSO CRÍMEN
DE PARRICIDIO EN CHILLAN

    Lectores: El gran suceso
Que está a la órden del dia
Hoi en todo Chile entero:
La muerte del parricida
Que en Chillan mató a su padre,
Cuya espantosa noticia
Tanto ha conmovido a Chile
I hasta a la misma Arjentina,
Aunque ya fué publicado
De nuevó va aquí en seguida
Para que tengan a bien
De pasar por él la vista

    En el dia tres del mes
De (Octubre) ¡fecha maldita!
De San Cárlos a Chillan,
En el tren de medio dia
Llegó un jóven chillanejo,
I se dirije en seguida
A casa de don Ernesto
Paulsen; i ahí unas copitas
Bebió de cerveza o ponche,
De oporto, jerez o chicha.

    Ya estando un tanto alumbrado
Nuevamente se encamina
Para una casa de ajencia
I allí un reloj deposita,
Con cuya plata un revólver
Compra; lo carga i de prisa
Se va a su casa, i allí
A una de sus hermanitas
Le manda llame a su padre
I le anuncie su visita
I don José Antonio Acuña
La desventurada víctima
Cómo iria a imajinarse
Por un momento las miras
O intenciones de su hijo
Que a su casa le traian!

    Cuando el anciano señor
Supo por su amada hijita
Que el hijo ingrato llegaba
Al seno de la familia,
Henchido el pecho de gozo
A verlo se precipita.

    Al ver el hijo a su padre
Lo amonesta que le siga
Para la calle, “porque
Hablarle a solas queria
Para pedirle perdon
Por la conducta atrevida
Que tuvo de presentarse
En su contra, a la justicia
Porque dejarlo casarse
Con una excetente niña
Mui honrada  i mui honesta
Su cruel  padre no queria.”

    Ya en la calle ¡oh, Dios bendito!
Aquel mozo ébrio de ira
¡Con tres tiros del revólver
Al que es su padre asesina!
Los dos primeros balazos
Le abren dos grandes heridas:
El primero al corazon
I el segundo en la barriga
Por cuyas heridas cae
Muerto al instante en la misma
Vereda, cerca a su casa,
Ante la alarma inaudita
De los que han visto caer
A la desgraciada victima
………………………………
El hijo-hechor cuando vió
Muerto al autor de sus dias
Por sus propias manos, corre,
Corre veloz calle arriba
Gritando con voz vibrante:

—”¡Al hechor! ¡Al homicida
Que ha muerto a mi padre!” Pero
Cuando seis cuadras había
Corrido ya, es detenido
Por el capitan de linea
Señor don Joaquin Contreras,
I al cuartel de policía
Lleva al hijo sanguinario
Que a su anciano padre ultima!
                  ———
    Del cuartel al reo llevan
A donde cometió el hecho,
Pero de la calle ya
Habian llevado al muerto
Para su casa; i allí
Tambien conducen al reo.
El juez del crímen tambien
Con otros varios sujetos
Llegan ahí a presenciar
El alevoso suceso,
I entre estos sujetos iba
El cumplido caballero
Señor Aníbal Zañartu
El jefe del ministerio,
El que, con mucha emoción
Le pregunta al jóven reo:
—¿Conoces este cadáver?…
I Acuña contestó: —”Pero
¡Cómo no he de conocer
A mi padre, que lo ha muerto
Ese asesino que yo
Denantes iba siguiendo!”—
El juez i el señor ministro
Una mirada se dieron
De asombro, al ver el cinismo
Con que les contesta el preso.
El señor ministro vuelve
A interrogarlo de nuevo
Con estas sérias palabras:
—¿No te arrepientes de haberlo
Muerto por tus propias manos?
¿Miras con calma o desprecio
Este horrible asesinato
Que a la luz del dia has hecho?
Si diez testigos han visto
Que a balazos habeis muerto
A tu pobre padre que,
Desvalido e indefenso,
Ha caido ante el furor
De tus instintos violentos.
¿De qué te sirve negar
Tu crimen, jóven perverso?
—¿No se te acongoja el alma,
Jóven corazón de hierro,
Ver al que te ha dado el ser,
En charcos de sangre envuelto?
¿Qué ceguedad, qué desvio,
Qué rencor tan estupendo,
Qué delirio, qué ambición;
Qué maléficos ensueños
Te han impulsado, infeliz
A cometer tan tremendo
Crímen en tu propio padre
Que aunque estás viendo su cuerpo
Destrozado por tu mano
Dices que tu no lo has muerto?”
    Ante frases tan concisas
Del jefe del ministerio,
Ya José Antonio Segundo
No pudo negar el hecho,
I lo confesó con frases
De disculpas i pretestos
Para atenuar en un algo
El alevoso suceso.

    Espuso que “su papá
Fué el que acometió primero
Con un mui agudo estoque
Del baston; i, que esto viendo
El, para no ser herido
Por su padre, buscó presto
Con que defenderse, i pudo,

Obligado, en tal estremo,
Con su revólver dar muerte
Sin premeditado intento
Al autor de su existencia
Que ha muerto en tan triste duelo.”
I diciendo esto el hechor
Rompió en llanto lastimero
Al ver a su infeliz madre
Que la vienen conduciendo
Cuasi desmayada a donde
Su marido yace yerto…
    I no seré yo quien pueda,
Lectores, dar un bosquejo
Siquiera aproximativo
Aquí, del cruel sentimiento
Que se dibuja en el rostro
De aquella esposa del muerto
I madre del victimario.
¿Habrá sentir mas intenso,
Pena mas mortificante,
Dolor mas agudo i récio
I angustia mas matadora
Que, cual afilado acero
Traspasan el corazón
En el trance mas supremo
De la esposa i madre, que
A un tiempo llora dos duelos?

    Por eso he dicho que yo
No daré aquí ni un reflejo
Del terrible i cruel dolor
Que hiere el corazón tierno
De la atribulada esposa
Que llora al esposo, muerto
Por el hijo que ella misma
Nueve meses crío en su seno!

    ¡Esposa desventurada!
Madre infeliz, compadezco
Yo como el que mas tu pena,
Tu suplicio tan horrendo!
Que Dios con su gran poder
Mitigue tu desconsuelo,
I a tu caro i noble esposo
Lo tenga en su santo reino
Son los votos del humilde
Autor de estos tristes versos
Que da a la publicidad
Para ejemplo i escarmiento.

    Lectores: El gran suceso
Que está a la órden del dia
Hoi en todo Chile entero:
La muerte del parricida
Que en Chillan mató a su padre,
Cuya espantosa noticia
Tanto ha conmovido a Chile
I hasta a la misma Arjentina,
Aunque ya fué publicado
De nuevó va aquí en seguida
Para que tengan a bien
De pasar por él la vista

    En el dia tres del mes
De (Octubre) ¡fecha maldita!
De San Cárlos a Chillan,
En el tren de medio dia
Llegó un jóven chillanejo,
I se dirije en seguida
A casa de don Ernesto
Paulsen; i ahí unas copitas
Bebió de cerveza o ponche,
De oporto, jerez o chicha.

    Ya estando un tanto alumbrado
Nuevamente se encamina
Para una casa de ajencia
I allí un reloj deposita,
Con cuya plata un revólver
Compra; lo carga i de prisa
Se va a su casa, i allí
A una de sus hermanitas
Le manda llame a su padre
I le anuncie su visita
I don José Antonio Acuña
La desventurada víctima
Cómo iria a imajinarse
Por un momento las miras
O intenciones de su hijo
Que a su casa le traian!

    Cuando el anciano señor
Supo por su amada hijita
Que el hijo ingrato llegaba
Al seno de la familia,
Henchido el pecho de gozo
A verlo se precipita.

    Al ver el hijo a su padre
Lo amonesta que le siga
Para la calle, “porque
Hablarle a solas queria
Para pedirle perdon
Por la conducta atrevida
Que tuvo de presentarse
En su contra, a la justicia
Porque dejarlo casarse
Con una excetente niña
Mui honrada  i mui honesta
Su cruel  padre no queria.”

    Ya en la calle ¡oh, Dios bendito!
Aquel mozo ébrio de ira
¡Con tres tiros del revólver
Al que es su padre asesina!
Los dos primeros balazos
Le abren dos grandes heridas:
El primero al corazon
I el segundo en la barriga
Por cuyas heridas cae
Muerto al instante en la misma
Vereda, cerca a su casa,
Ante la alarma inaudita
De los que han visto caer
A la desgraciada victima
………………………………
El hijo-hechor cuando vió
Muerto al autor de sus dias
Por sus propias manos, corre,
Corre veloz calle arriba
Gritando con voz vibrante:

—”¡Al hechor! ¡Al homicida
Que ha muerto a mi padre!” Pero
Cuando seis cuadras había
Corrido ya, es detenido
Por el capitan de linea
Señor don Joaquin Contreras,
I al cuartel de policía
Lleva al hijo sanguinario
Que a su anciano padre ultima!
                  ———
    Del cuartel al reo llevan
A donde cometió el hecho,
Pero de la calle ya
Habian llevado al muerto
Para su casa; i allí
Tambien conducen al reo.
El juez del crímen tambien
Con otros varios sujetos
Llegan ahí a presenciar
El alevoso suceso,
I entre estos sujetos iba
El cumplido caballero
Señor Aníbal Zañartu
El jefe del ministerio,
El que, con mucha emoción
Le pregunta al jóven reo:
—¿Conoces este cadáver?…
I Acuña contestó: —”Pero
¡Cómo no he de conocer
A mi padre, que lo ha muerto
Ese asesino que yo
Denantes iba siguiendo!”—
El juez i el señor ministro
Una mirada se dieron
De asombro, al ver el cinismo
Con que les contesta el preso.
El señor ministro vuelve
A interrogarlo de nuevo
Con estas sérias palabras:
—¿No te arrepientes de haberlo
Muerto por tus propias manos?
¿Miras con calma o desprecio
Este horrible asesinato
Que a la luz del dia has hecho?
Si diez testigos han visto
Que a balazos habeis muerto
A tu pobre padre que,
Desvalido e indefenso,
Ha caido ante el furor
De tus instintos violentos.
¿De qué te sirve negar
Tu crimen, jóven perverso?
—¿No se te acongoja el alma,
Jóven corazón de hierro,
Ver al que te ha dado el ser,
En charcos de sangre envuelto?
¿Qué ceguedad, qué desvio,
Qué rencor tan estupendo,
Qué delirio, qué ambición;
Qué maléficos ensueños
Te han impulsado, infeliz
A cometer tan tremendo
Crímen en tu propio padre
Que aunque estás viendo su cuerpo
Destrozado por tu mano
Dices que tu no lo has muerto?”
    Ante frases tan concisas
Del jefe del ministerio,
Ya José Antonio Segundo
No pudo negar el hecho,
I lo confesó con frases
De disculpas i pretestos
Para atenuar en un algo
El alevoso suceso.

    Espuso que “su papá
Fué el que acometió primero
Con un mui agudo estoque
Del baston; i, que esto viendo
El, para no ser herido
Por su padre, buscó presto
Con que defenderse, i pudo,

Obligado, en tal estremo,
Con su revólver dar muerte
Sin premeditado intento
Al autor de su existencia
Que ha muerto en tan triste duelo.”
I diciendo esto el hechor
Rompió en llanto lastimero
Al ver a su infeliz madre
Que la vienen conduciendo
Cuasi desmayada a donde
Su marido yace yerto…
    I no seré yo quien pueda,
Lectores, dar un bosquejo
Siquiera aproximativo
Aquí, del cruel sentimiento
Que se dibuja en el rostro
De aquella esposa del muerto
I madre del victimario.
¿Habrá sentir mas intenso,
Pena mas mortificante,
Dolor mas agudo i récio
I angustia mas matadora
Que, cual afilado acero
Traspasan el corazón
En el trance mas supremo
De la esposa i madre, que
A un tiempo llora dos duelos?

    Por eso he dicho que yo
No daré aquí ni un reflejo
Del terrible i cruel dolor
Que hiere el corazón tierno
De la atribulada esposa
Que llora al esposo, muerto
Por el hijo que ella misma
Nueve meses crío en su seno!

    ¡Esposa desventurada!
Madre infeliz, compadezco
Yo como el que mas tu pena,
Tu suplicio tan horrendo!
Que Dios con su gran poder
Mitigue tu desconsuelo,
I a tu caro i noble esposo
Lo tenga en su santo reino
Son los votos del humilde
Autor de estos tristes versos
Que da a la publicidad
Para ejemplo i escarmiento.

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