EL ZAPATERO

    Yo trabajo de año en año
De medida i para entrega,
De taco alto i taco bajo
Como lo pide el que llega.

    Paso en mi banco sentado
I si llega algún marchante
Saco la huincha al instante.
Ya el precio lo hemos hablado,
Con la clase del calzado
Que dice su desengaño,
Si es satin, chagrí o paño
Prevengo los materiales.
Con tres o cuatro oficiales
Yo trabajo de año en año.

    Pespues tomo la cuchilla
I el ánimo me consuela
Con ella corto la suela
I empieso arreglar plantillas,
Preparo aquella estaquilla
Mas necesaria que pega,
A la horma que se agrega,
Quedando del mejor modo,
Créame que hago de todo
De medida i para entrega.

    Ménos me faltará a mí,
Mi razón es mas segura,
Me llega una compostura
La hago pronto i es así;
Del campo llegan aquí
Porque saben mi trabajo,
Recibo con agasajo,
Hablan esto, a mi me place;
Bamos donde el maestro que hace
De taco alto i taco bajo.

    Alabo su artesanía
Aquí, i en cualquiera parte,
I sino fuera por mi arte
Usted descalzo andaria.
Vea, yo sin fantasía
De su arte, nada me lega,
En mi taller no se niega
La amistad, si usted comprende,
I el calzado se le vende
Como lo pide el que llega.

    Al fin, amigo, cubierto
Sabrá de que me ha dejado,
Me deja mui asombrado
Si lo que habla fuera
Yo en villa, ciuda
Con mi arte, c
Si al Estado
Créame qu
Que si v
A todo

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EL CARPINTERO

    Hago grandes edificios
En el campo i en poblado,
Medias aguas i galpones
I casas al hacendado.

    Primero hago la escritura
I se me presenta el plano,
Ya sé el dinero que gano
I mi contrata es segura;
Si el trabajo mucho apura
No me serán sacrificios,
Mirando los frontispicios
Principio con todo empeño,
Como los pide su dueño
Hago grandes edificios.

    En los trabajos que tomo
Allí mi distinto se halla,
Pero en lo que es la muralla
Pone el albañil el plomo;
Todos los dias me asomo
A ver lo que está ordenado,
Siempre tengo ese cuidado
A usted le doi a saber
Jamas me falta que hacer
En el campo o en poblada.

    Empieso abrir los heridos
Para formar los cimientos,
Con atencion a los vientos
I todos sus contenidos,
Como vienen dirijidos
Con algunos escalones,
Con advertencia a los peones
Que acupo en tejas, ladrillos;
Enmadero conventillos,
Medias aguas i galpones.

    Hago cómodas, roperos,
I para tiendas, armazones,
Cajas buenas i cajanes
I telares tejenderos
Yugos a los carreteros,
I al sembrador afamado
Suelo hacerle el buen arado,
I dejándolo contento,
Al cantor hago instrumento,
I casas al hacendado.

    Al fin, amigo, diré:
Hasta aqui no mas prosigo,
Hago todo lo que digo
O mas bien, lo que nombré;
Llegándose el dia que,
Sin pedirle a usted favor
Siempre he hecho con fervor
Con mi herramienta he labrado,
Hice en un templo sagrado
Púlpito al predicador.

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EL ZAPATERO

    Yo tambien soi artesano,
Soi regular zapatero,
Gano bastante dinero,
Trabajo invierno i verano.

    Señor, yo le contaré:
Yo fuí en una temporada
Cortador en la Planchada
I en lo don Juan Lacarsié;
Pero lo que tiene que,
Encuentro el licor temprano
El chichero parroquiano
Suele decirme en voz franca
Cortando en mi propia banca,
Yo tambien soi artesano.

    Cuando trabajo el cosido,
De casco, que es tan usado,
También en el rebajado
De medida que es lucido;
Oficiales he tenido
No crea que me pondero
Trabajando todo cuero,
Como pidan la obra la hago
En Valparaiso i Santiago
Soi regular zapatero.

    De cabritilla i satin
A señoras, hago botas,
I mi trabajo es sin notas
I garantizo el botin
El chagrí liso hecho al fin
Entaquillado prefiero,
De modo que soi obrero
I ponderado mi infiujo
I en toda tienda de lujo
Gano bastante dinero.

    Yo trabajo el tafilete,
Lo propio el chagrí graneado,
I el marchante bien fundado
Pagarme bien me promete,
Aparte pago el ribete
A todo el jénero humano;
Ya veo como profano
Es mucha su fantasía,
Yo tengo la garantía:
Trabajo invierno i verano!

    Al fin, señor carpintero,
Yo merezco como dote
De calzar al sacerdote
I al principal caballero;
Al gañan, al marinero,
Todos están al corriente,
Por último, toda jente
O raza, a quien pertenezca.
I el dia que se me ofrezca
Calzo al mismo presidente.

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CONTRAPUNTO
DE UN CARPINTERO CON UN
ZAPATERO

    Tengo nombre de artesano,
Soi regular carpintero,
Me vera usted, caballero
Con el serrucho en la mano.

    Un palacio agarro a trato
Para la enmaderacion,
Busco de mi profesion
Hombres que no les rebato
Yo no soi como el ingrato
Que aspira ser soberano,
Pero como ciudadano
Todo el público se alegra;
Como trabajo obra negra
Tengo nombre de artesano.

    Viera las mesas de arrimo
Que hago de caoba i haya,
Que con diferente talla
A embarnizarlas me animo,
Así mi trabajo estimo
Porque recibo dinero
Me rio del estranjero
Llegándose el caso tal,
En la misma capital
Soi regular carpintero

    En las enmaderaciones,
Como me dan el diseño,
Lo dejo a gusto del dueño
Con cornisas i balcones;
Me sucede en ocasiones
Que al contratista no espero,
Ni me garantice quiero
Ni me dé parte en su ciencia;
Pero siempre con desencia
Me verá usted, caballero.

Edificios de tres pisos
Muchos he enmaderado.
Felizmente me han quedado
Con sus simientos macizos;
En sus anchos pasadizos
He puesto esmero de anciano,
Nunca me despego el plano
De esta mi cartera cuando,
Por eso es que siempre ando
Con el serrucho en la mano.

    Al fin, señor zapatero,
Para darle mas detalles,
Hago las puertas de calles
Remachadas en acero,
Para eso ocupo al herrero
Que ocupa dos elementos:
Fuego i agua tan violentos.
I volviendo a mi saber,
Vea, soi capaz de hacer
Monasterios i conventos.

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LA BALANZA DEL AMOR.

    Puse mi amor en el peso
y se quebró la balanza
quien mucho ama tarde olvida
quien porfia mucho alcanza.

    Una vez ví que pesaban
caricias los amadores,
 y dejaban los amores
hasta que contrapesaban
las bellezas se gozaban
proponerme sin tropiezo,
siendo yo amante y con eso
mereceria una bella
y en vez de quererle a ella
puse mi amor en el peso.

    Jamás mas desengañado
amando la servidumbre
que se quiere de costumbre
con cierto significado;
por reglamento estimado
amo y espero bonanza;
la lizonjera esperanza
mas en mis ensueños ví:
fueron a pesarme a mí
y se quebró la balanza.

    Valido de la esperiencia
sin olvidar a la dama;
porque el que sabe lo que ama
no hace crimen la inocencia;
yo espero que la frecuencia
fuera siempre preferida
al contento de mi vida
toca la dulzura el labio
con el proberbio del sabio
quien mucho ama tarde olvida.

    Seguí con amor porfiado
por si alcanzaba el contento,
de aquel átil instrumento
que mi pasion fué aumentando,
en otro estilo pensando
de una ninfa la tardanza
ningún amante descansa
si no es un satisfactorio
con aquel decir notorio
quien porfia mucho alcanza.

    Al fin es contemplativo
pesar de propio el amor;
quitando llama y ardor
calor sério y tan activo,
y el que ama en ese atractivo
en una insconstancia muere
y si no se detuviere
en un punto de amor fijo
Salomón por cierto dijo
quien alcanza pasar quiere.

Nota: verso publicado por José Arroyo, ver, Nicasio García, ver y Desiderio Parra, ver; El poeta del Sur, ver, ver.

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DICHOS DE UN AMANTE.

    Aquel que ama a una deidad
Como la estima y la quiere
Cuando mas amor le tiene
 se muere o se le vá.

    Yo solicité una bella
de toda mi estimación,
le entregué mi corazón
igual me confesó ella;
la miraba como estrella
y amé aquella realidad;
su franca capacidad
me hizo con frecuencia amarle;
lo mismo puede pasarle
aquel que ama a una deidad.

    Con celo, amor y confianza
Juraron vuestros sentidos,
como lo hacen dos queridos
que distinguen la esperanza;
no ven la menor mudanza
cuando el intento prefiere
es como dardo que hiere
y si la dama es constante,
sin defecto es el amante
como la estima y la quiere.

    Poderoso fué el motivo
que tuvo para quererla;
procuré jamás perderla
de mi vista y mi atractivo;
que será cuando es esquivo
y olvido amargo sostiene:
el decirlo no coviene
a la bella que lo intente,
se vá involuntariamente
cuando más amor le tiene.

    Con razón la quize tanto
siendo el absoluto dueño,
que no tendré ni el diseño
del modelo de mi encanto;
me deshiciera en un llanto
por saber adonde está;
porque razón no vendrá
por esperiencia he hablado,
siendo prenda de su agrado
o se muere o se le vá.

    Al fin, dueña de mi amor
como puedo estar contento,
con la pena y sentimiento
de no verte, es mi dolor;
siendo yo el merecedor
y objeto de tal placer
privado de mi querer
ni viva ni muerta, esclamo:
sin ver la belleza que amo
qué gusto puedo tener.

Nota: verso publicado por Anónimo, ver, Nicasio García, ver; por José Arrollo. ver; El poeta del Sur, ver y por Desiderio Parra, ver.

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El sueño de un apasionado.

    De qué me sirve en el sueño
Gozar lo que estoi amando
Conozco que es para mí
Mayor pena en despertando.

    En un sueño poderoso
Quisiera estar afectivo,
Para ver vuestro atractivo
Y ser contigo dichoso
Al conciliar tanto gozo
Me creo que soi tu dueño
Contento como risueño
En el letargo que abrigo
Despierto y no estoi contigo
De que me sirve en el sueño.

    Me parece que durmiera
Sin despertar un momento,
Por gozar aquel contento
Aunque mis ojos no abriera
Mas alegría tuviera
Porque en tí paso pensando,
Nada puedo estar deseando
Y al sueño tanto apetezco
Porque durmiendo merezco
Gozar lo que estoi amando.

    Cuando viene el nuevo dia
Despierto a los cantos suabes
De las amorosas aves
Con órganos de armonía,
Secreto quo yo aplaudia
Trinido que siempre oí,
Mi oido lo divertí
Bajo el silencio profundo,
Todo esto como un segundo
Conozco que es para mí,

    Placer gozo y regocijo
Se unen para mi deseo
Como en el sueño te veo
A ti misma me dirijo:
Instante alegre que fijo
Que para estarte mirando
Envidio estar dormitendo.
Por tus amores convengo
Seguro que entónces tengo
Mayor pena en despertando.

    Al fin deseo a toda hora
El estar imajinando,
Me parece estoi hablando
A vuestro sér sin demora,
Cuando dá visos la aurora
Quiere el pecho recordar
Y con la intención de amar
Veo tu belleza riendo,
Con objeto a estarte viendo
No quisiera despertar.

Nota: Verso también publicado por Nicasio García, ver y Desiderio Parra, ver.

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El Arzobispo Casanova.

    Al fin la iglesia chilena
Salió de la triste pena
De no tener un pastor;
Al fin cesó aquel estado
Y todo está ya arreglado
En la casa del Señor.

    Don Marino Casanova,
Con su fiel conciencia proba,
Preconizado ya fué
Y en la iglesia Catedral
Hubo fiesta principal
Que yo mismo presencié.

    Señores i majistrados,,
Jefes, cadetes, soldados,
Hubieron en profusion.
Damas bellas i elegantes,
Orquesta i muchos cantantes
Celebraron la funcion.

    Su Señoria llustrísima
Presidia la hermosísima
Fiesta de solemnidad
Y a su lado los padrinos,
Jente de grandes destinos,
Lucian su majestad

    Las señoras de Santiago.
En prueba de fé i halago
A su querido pastor
Le hicieron un gran regalo
Que, bueno mas bien que malo,
No se ha visto otro mejor.

    Los militares andaban
Con trajes que enamoraban
Y con plumas de pompon,
Y todos los diputados,
Que se habian esmerado
En lujo i ostentacion.

    Don Mariano, con su traje,
A mas que es gran personaje,
Estaba resplandeciente.
Y vestido de morado
Quedábamos estasiados
De admirar su continente.

    Por fin la fiesta acabó
Y todo el mundo buscó
La puerta para marchar.
Pero ha sido funcion esta
Que por ser grandiosa fiesta
Nadie la podrá olvidar.

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La ejecucion.

    Ya el alba arroja sus luces
 Y ya se despeja el cielo;
La animación i la vida
Van poco a poco cundiendo,
Y sonidos i algazara
Llegan a oídos de reo,
Que en su celda cavernosa,
Fija la vista en el cielo,
Sin esperanzas del mundo
Aguarda el fatal momento.
Exhortandole a morir
Entre rezos i consuelos
Le rodean abnegados
Los ministros del Eterno,
Que hablándole de otra vida
Y de otro mundo sereno,
Donde el mal no se conoce
Y donde el bien es ejemplo,
Le auguran del Criador
El perdon de sus defectos.
Cabezas escucha i piensa,,
Comprende que esos momentos
Son de su vida los últimos,
I llora… llora en silencio!
Los recuerdos de su madre
Se agolpan a su cerebro
I piensa en su juventud
I en otros felices tiempos
Que pasaron i que habitan
La noche de sus recuerdos.
Entonces era feliz,
Tranquilo estaba su pecho,
Reposaba su conciencia
I era apacible su sueño
Entonces aun dormia
El sencillo pensamiento
I las ideas del crimen
No ajitaban su cerebro,
Ni la ambición le arrastraba,
Ni los insanos desvelos
De una alma hambrinta de sangre
O de un tosco bandolero.
De sus años juveniles
Le rodean los recuerdos
I al contemplar su desdicha,
Al mirase prisionero,
Convertido en criminal
Que irá al patibulo luego,
Siente comprimida el alma,
Siente destrozado el pecho
I le queman las entrañas
Lágrimas que son de fuego.
Pálido el rostro, azorada
La triste espresion del reo
Empapadas las mejiilas
En llanto de desconsuelo,
Tiende al cielo la mirada
I en sollozo lastimero
Prorrumpe, invocando el nombre
Consolador del Eterno
Dan las ocho i mui en breve
Atado sará al asiento
Donde purgará el delito
Que desgraciado le ha hecho,
I allí, vendada la vista,
Al compas de sus lamentos,
Oirá por última vez
Los relijiosos consejos
Que los ministros sagrados
Le darán como un consuelo
Al que mui pronto será
Un triste cadáver yerto.
El tiempo corre veloz,
Veloz como el pensamiento,
Para el que espera la muerte
I su cortejo funesto.
Ya se alzan los sacerdotes,
Pues ha llegado el momento
De marchar hácia el cadalso
Que se ha construido al efecto.
A presenciar el castigo
Vengador i justiciero
Asisten los presidarios
De aquel recinto siniestro.
Sobre las armas allí
Está el piquete dispuesto,
I reina en aquel lugar
Un espantoso silencio,
Cuando sale de la celda
Con su fúnebre cortejo
El que debia morir
En aquel banco siniestro.
Llegó al sitio del suplicio,
Llevando por compañero
Al que murió en el Calvario
En afrentoso madero.
Oyéronse en el espacio
Los acentos lastimeros
De padres que le ayudaban
En sus últimos momentos.
Reinó el silencio; el verdugo
Se acercó al infeliz reo,
Y vendándole la vista
Las manos le ató en silencio.
Cabezas en ese instante
Debió sentir algún vértigo,
Pues su pálido semblante
Se transformó por completo.
Hubo un instante de pausa
En que, estremecido el pecho,
Aguardaba el desenlace
De espectáculo tan fiero……………
Entre el temor respetuoso
De los que aquel hecho vieron,
I de los padres que ayudan
Con relijiosos consuelos,
Sonó una descarga: un grito,
Grito espantoso i horrendo
Oyóse, i ensangrentados,
La cabeza sobre el pecho,
De aquel pobre ajusticiado
Se vieron míseros restos.
Todo acabó… la justicia,
Que con su fallo tremendo
Condenó a la última pena
Al que atropelló sus fueros
Y derechos, satisfecha
Alzó la frente de nuevo,
Cernióse sobre despojos
I dijo con ronco acento
«El que a hierro mata, muere!
Que sirva al mundo de ejemplo.»
I de aquel hecho terrible,
Que solo es hoi un recuerdo,
Que haya para el infeliz
Una lágrima i un ruego,
Un acento compasivo,
Una oración al Eterno.

Impreso por P. Ramirez.Echáurren, 6.

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El reo Cabezas.

    Costó al infeliz la vida
Aquella accion tan menguada;
La sociedad fué vengada,
I la justicia cumplida.

    El tribunal condenó:
Toda protesta fué vana,
I de hoi dia en la mañana
El desgraciado espiró.
El crimen que cometió
Tan iracundo homicida
Fué de aquellos que no olvida
La sociedad un momento.
I hecho tan negro i violento
Costó al infeliz la vida.

    Con mano firme i segura,
Firmó el reo la sentencia
Que depara a su existencia
La postrera desventura
I aunque reanimar procura
Su alma, que está anonadada,
Se observa que en su mirada
El remordimiento mora
I que interiormente llora
Aquella accion tan menguada.

    Hoi, a las nueve, la jente
Que fué a presenciar el hecho
Hacia el local estrecho
I se ajitaba impaciente.
Pronto llega el delincuente
Con el alma acongojada,
I con la vista vendada,
Ya la esperanza perdida,
Entregando allí la vida,
La sociedad fué vengada.

    Las horrorosas proezas
Que llevó a cabo iracundo.
Le arrebataron del mundo,
De sus dichas i finezas
José María Cabezas
Con su conducta homicida,
Debia entregar la vida,
I la entregó resignado
Así fué el crimen espiado
I la justicia cumplida.

    En fin, roguemos por él,
I alcemos una oración
Que si obró con sinrazón.
El castigo fué harto cruel.
Tomemos ejemplo fiel
De un hecho tan concluyente,
Teniendo siempre presente
Aquel consejo bendito
Aborrece tú el delito.
Compadece al delincuente.

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