Tonada para las niñas

  En el tormento mayor
Me tienes aquí sufriendo
Mi cruel desgracia estoi viendo
En medio de un gran rigor.

  Correspondencia de amor
Ignoro siempre bien mio
Estoi en gran desvario
En el tormento mayor.

  En este pesar tremendo
Estoi que no hallo que hacer
Para hacerme padecer
Me tienes aquí sufriendo.

  Tu veleidad no comprendo
Con rareza para mí
Desde que te conocí
Mi cruel desgracia estoi viendo.

  Quererte fué mi primor
I el amarte era mi halago
I estoi por eso en pago
En medio de un gran rigor.

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El Bandido
QUE ASESINÓ A 14 PERSONAS
EN VALDIVIA

  Pedro José Valenzuela
El terror de la frontera
El dia seis de Noviembre
Mató a una familia entera.

  Este famoso bandido
El dia que no salteaba
Creia que loco estaba
I no en sus cinco sentidos
Esclamaba enfurecido
A fé de mi tia Adela
Si no voi a cierta hijuela
I robo ahí en pleno dia
Hé aquí lo que decia
Pedro José Valenzuela.

  Roba, saltea i despoja
Hé aquí mi pluma advierte
A cualquiera le da muerte
Solo porque se le antoja
Contra el paciente se arroja
Rápido como una fiera
Hoi su vida bandolera
No encuentra parodías
Es pues por sus fechorías
El terror de la frontera.

  A una casa llegó
Ese infame con voz crasa
I a todos los de la casa
Horrible muerte les dió.
Seis inocentes mató
Adyacente a una curtiembre
Digo el de lástima urdiembre
Aunque hablador se me llame
Esto hizo aquel infame
El dia seis de Noviembre.

  Tiempo que la Policía
Andaba detrás de él
Pero a aquel terrible i fiel
Pillarse no se podia
Pero llegó un cierto dia
Fatal según se asevera
Pillan al faz de pantera
Pues por un acto casual
I ese feroz criminal
Mató a una familia entera.

  Por último este malvado
Según el diario sostiene
A todo Valdivia tiene
Completamente alarmado
Hoi que ha sido capturado
Aquella fiera infernal
El decir es natural
Señores sin dilaciones
Es digno por sus acciones
A la pena capital.

       BERNARDINO 2º GUAJARDO

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El rotito chileno y su patron
(Un diálogo)

  —Buen día, Señor Seballo.
—Buenos días Sebastián
Para el día del Titán
Me vas á traer los caballos

  —¿Y cuál es ese Tristán?
—Es el veintiuno de Mayo
Yo quiero montar el bayo
¡Tan incípido este truhán!

  —¡Ah! entonces á la memoria
De Prat, marino sublime
El que se mantuvo firme,
Según cuenta la historia.

  —Sí pues hombre este gran día
Todo chileno venera
Esa gloria verdadera
Que él dió perdiendo la vida.

  —Cree Ud, señor que el chileno
Pueda rendirse algún día,
Hasta la última agonía
El peleará como bueno.

  Y así quieren los cuyanos
Venir á meter camorra
Queda la Argentina zorra
Pelada en las cuatro manos.

  —Lo que dices es muy cierto
Porque el León duerme y á la hora
Que se le acerque la zorra
Seguro es que está despierto.

  —Digame Ud, don Bartolo
Qué asuntos y qué bolinas
Son esos de la Argentina
Con esos porotoscolos

  —Esto es hombre, un protocolo
Que esta no es la vez primera
Que se queda en la manguera
De esos insignes pillolos.

  —Mire Ud, estoy entendiendo
De fisonomista ahora
A la Argentina traidora
Muy mal color le estoy viendo.

  —¿Por qué será lo adivinas?
—Es una buena pregunta
Tiene color de difunta
Y muere de mal de orina.

  —En qué le habéis conocido,
Qué eres hijo de galeno
Muere en manos de chilenos
Sin poder hacer ni pío.

  —Ellos traerán boliadoras
Seguro para el combate
Bombilla, tetera y mate
Y también la cantimplora.

  —¿Y no traerán carabinas?
—Muchas á roso y belloso
La carabina de Ambrosio
—¿Con esa sabe tirar la Argentina?

  —Pues á las mil maravillas
Con esas armas terribles
Vencerán al invencible
Arrancando como ardillas.

  Por fin mi señor Seballo
Los diablos porotoscolos
Dejémonos don Bartolo
Me voy á traer los caballos.

       José Dolores Rebolledo

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Al valiente Capitan Latorre
En sus dos primeros combates

  Latorre, noble guerrero,
Gallardo y gentil campeón,
Has mostrado tu valor
En dos combates ligeros;
Estos dos combates fueron
Hechos de gloria y honor
Defendiendo por amor
A nuestra Patria querida;
Exponiendo así tu vida
¿Quién no enzalza tu valor?

  Quien pudo prever la suerte
Que en Chipana te tocara,
Pero tú, si vuelves cara,
No es por temor á la muerte
Prevenido, siempre alerta,
Ves que dobles fuerzas van
A combatir ¡oh titán!
A tu fragil barquichuelo,
Por eso escapas al vuelo
Esforzado capitán…

  Pero como ya evitar
El combate no es posible
(El doble andar es visible,
De la Unión, te va alcanzar),
Manda todo preparar
Y todos con noble afán
En sus cañones están
Con valor contra el tirano,
Matando muchos peruanos
Dos crudos combates van.

  La noche de Julio diez,
Fecha también memorable,
Al Huáscar imponderable
Le ataca con altivez,
Que el Cousiño su presa es,
—No lo llevarás traidor;
No le temo á tu espolón
Le dice, ni á tu abordaje,
Porque el chileno corage
Se defiende con valor

  En tu frágil barquileño
Combates nave terrible,
Probando que es invencible
Todo linage chileno,
Sigue siendo noble y bueno
Y defiende con honor
Nuestro amado tricolor,
Y nuestra patria querida,
Mientras que ésta, agradecida
Sabrá pagar tu valor.

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EL COMBATE DE LA
“Independencia”

  Rayo terrible, iracundo,
Angel esterminador,
Eres titán sin segundo
De tu patria el vengador.

  Combates muy valeroso
Huyendo al monstruo acerado
En tu gran pericia fiado,
Haces que se parta en trozos;
Por un paso peligroso
Pasas asombrando al mundo
Consiguiendo en un segundo
Ver tus planes realizados
Y cual anjel le has mandado
Rayo terrible, iracundo.

  Con esfuerzo sobrehumano
Vuelve tu frágil barquillo:
Condell, glorioso caudillo,
Hace rendirse al peruano,
Que menguado este tirano,
Lleno de miedo y terror
Porque es falaz y traidor
Mira el castigo el terrible
Mirando en tí al invencible
Anjel exterminador.

  Tus proezas glorias fueron;
Tras de ti generaciones
No olvidarán los campeones
Que contigo combatieron:
También á los que murieron
Dejando memoria al mundo,
Sublime ejemplo fecundo
De heroismo y de valor,
Siendo tú ejemplo de honor,
Eres titán sin segundo.

  Marcha en sendero seguro
Sube con honra en el trono
Sirve á tu patria de adorno,
Empuña el acero duro,
Vence ó muere como Arturo
Que al linaje posterior
No le arredre, no el terror,
Mirando en ti el ejemplar
Sepan á tu lid imitar
De tu patria el vengador.

  Grandioso amor de la patria,
Gloriosa y brillante estrella
Que por Prat, Condell y Orella
Como Teggettoff de Austria
Sostiene con audacia
Su querido tricolor,
Prat muriendo por amor,
Condell y Orella en seguida
Disponen perder la vida
Por dar á su patria honor.

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EL 21 DE MAYO
El memorable abordaje del
“Huáscar”

  Contestación muy sublime
Del noble y valiente Prat,
Diciendo á Grau: — jamás
Un chileno no se rinde!

  En medio del estampido
Atronante del cañón
En descubierto el campeón
Sereno, valiente y frío,
En él no hay temor ni miedo
(Solo el cobarde se exime)
Hace propósito firme
De abordar al enemigo,
«Jamás chileno rendido»
Contestación muy sublime.

  Grau, por su honor talvez,
Vuelve á decir: capitán,
Se ve que sois un titán,
Rendios, pues, que ya ves
Que mi poder doble es
Y es estéril por demás
Resistir: lo verás.
Y con un fuego nutrido
La contestación ha sido
Del noble y valiente Prat.

  En un fuego horripilante
De imponderable terror:
Tus máquinas sin vapor,
Joya de nuestro estandarte,
Bella Esmeralda baluarte,
A la patria ya no irás,
En este mar yacerás,
Dijo Arturo con coraje:
No se rinde este linaje
Gritaba á Grau, jamás.

  Fuerte y gallardo adalid
Ejemplo de los valientes,
Si tu nave fué impotente
Mas tu valor no fué así;
Con furor bravo embestís,
De tu valor no prescindes
Y esperas que se aproxime
Con el hacha de abordaje,
Probarás á este linaje
Que un chileno no se rinde.

  Con intrépido valor
Esperas la acometida:
Mira Arturo por tu vida
Que ya el terrible espolón
Te ultimará ¡qué dolor!
Mas no cede tu coraje
¡Muchachos al abordaje!
Gritas con voz estridente
Y con tus cuatro valientes
Le abordas como un celaje.

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Al inmortal capitan Prat

  Que cite un hecho la historia
de un valinte esclarecido
que un héroe haya tenido
tal heroismo y tal gloria.

  Jamás la historia del mundo
citó un hecho tan brillante
ni un corazón tan radiante
de un fuego tan iracundo,
de abnegado amor profundo,
á su patria dando gloria
que registren las memorias:
no, jamás encontrará
un valiente como Prat
que cite un hecho la historia

  Con impávida arrogancia
sereno y valiente espera
que su nave compañera
se le acerque á la distansia
porque el enemigo avanza
diciéndose convencido:
jamás chileno rendido,
dice á Condell, compañero,
que huyas combatiendo espero
de un valiente esclarecido.

  Cuando ya unánimamente
presto al habla se pusieron
y Prat sereno y ligero
preguntó: almorzó la gente?
Condell contestó valiente
ya está todo prevenido:
sé que seremos vencidos,
batirnos es la consigna:
rendirse es acción indigna
que un héroe haya tenido

  Arenga toda su gente
diciéndoles de que espera
que en el fragor de la guerra,
no falte ánimo valiente.
Todos unánimamente
responden: sea memoria;
nosotros jamás la historia;
de Chile no empañaremos,
nó, jamás eclipsaremos
tal heroismo y tal gloria

  ¿Quién en bella juventud
de risueño porvenir
quiso nunca sucunbir?
pero como su virtud,
cual meteoro de luz
debía al mundo alumbrar
y eterna gloria dejar
á Chile patria querida
tu nobleza enltecida
te ha dejado Arturo Prat.

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A LA NAVE «CAPITAN PRAT»

  Nave potente, poderosa y fuerte
que el nombre llevas del inmortal Prat,
ese nombre sublime y prepotente
en el inmenso océano ostentarás.

  Tú serás el más fuerte baluarte
En que Chile se goce altanero
Que flameando su augusto estandarte
Te tripulan inclitos guerreros.

  Llevas el nombre de eternal memoria
de aquel titán insigne y sobrehumano;
no se olvida también en nuestra historia
los de Aldea, Riquelme y Serrano.

  Esos nobles titanes compañeros,
hijos de Chile que en su noble historia
quedará para siglos venideros
[s]us proezas titánicas, sus glorias.

  ¡Oh! Prat, mártir sublime, tu patria
te consagra memoria eternal:
una nave, un altar te levanta,
tu martirio sabrá venerar.

  Hoy la nave que ostenta tu nombre
no es la débil, la frágil barquilla
tripulada por ínclitos hombres
defendiendo hasta su última quilla.

  Arrogante, sereno y valiente
se ha mostrado el chileno doquiera
no ha temido ante naves más fuertes,
no se rinde, no arrea bandera.

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SEGUNDA PARTE.

       X.

  Entre tanto al Covadonga
¿Qué suerte habia tocado?
Ya hemos visto como pudo,
Hábilmente gobernando,
Evitar en la bahía
Ser tambien acorralado;
I poniendo proa al sur
Maniobraba procurando
No disminuir la distancia
Por no ser espoloneado.
Pero su andar era lento,
Pues estaba agujereado
Con el balazo del Huáscar
Que le habia traspasado,
Al principio del combate,
En los primeros disparos:
Para poderse salvar
Necesitaba un milagro.
Sin embargo, el bravo Condell
De improviso iluminado
De una idea salvadora
Que Dios le habia inspirado,
I que solo consistia
En buscar siempre los bajos
I ver si al buque enemigo
Se conseguia encallarlo;
Puso por obra al momento,
Audazmente secundado,
Por Orella su segundo,
Este plan desesperado,
I sin perder un instante
Huyendo, pero sondeando,
Desafiaba al enemigo
Con irritantes sarcasmos,
I gritando ¡Viva Chile!
Con indecible entusiasmo
Contestaba bravamente
A los fuegos del blindado
Disparando con sus rifles
Un fuego vivo i graneado,
Que diezmaba horriblemente
Los artilleros peruanos.

       XI

  Así, por algunas millas,
Ambos buques navegaron;
Covadonga perseguido
I persiguiendo el blindado.
Los comandantes veian
Desde sus puestos parados
Sus movimientos, i oian
Aun sus voces de mando,
I hasta tiros de revólver
Pudieron haber cambiado,
Tan corta era la distancia
Porque estaban separados.
Para el buque perseguido
El momento era apurado
Pues aun hasta de tierra
A hacerle fuego llegaron,
Mas él sin amedrentarse
Contestaba estos disparos.
De repente, el bravo Condell
Sintio como que su barco
Rozaba algo en el fondo
Con su quilla, i en el acto
Creyó llegado el momento
Que tanto habia deseado.
Redoblando su enerjía
Siguió siempre provocando
Las fúrias del enemigo
Con sus valientes soldados.
Hubo un audaz marinero
Que en el aire tremolando
Dos banderas tricolores.
Les gritaba a los peruanos:
«¡Son ustedes unos cobardes,
Traicioneros i villanos!”
Ademas, desde las cofas
El atrevido Juan Bravo,
Disparaba con su rifle
Causando muchos estragos
En los cabos de cañones
Del enemigo gritando:
«¡Viva Chile! cayó otro
De esos inmundos peruanos!”
Con tales provocaciones
El enemigo cegado
Por la rabia, se lanzó
Furioso i desesperado
Hácia el débil Covadonga
Para en el mar sepultarlo.
De repente… un choque horrible
Hizo crujir al blindado
I… la previsión de Condell
Se habia al fin realizado:
La terrible Independencia
Contra una roca chocando
En Punta Gruesa su tumba
Habia al fin encontrado.

       XII.

  Lijero como un corcel
El Covadonga virando
Vuelve sobre el enemigo
I le sigue disparando
Con certeras punterias
Que introducen tal espanto
En los del buque perdido,
Que empiezan a echarse a nado.
Fué entónces cuando rendidos
Ya, por fin, se confesaron:
Luego, arriando su bandera,
La de parlamento izaron,
Pidiendo de viva voz
Moore a Condell, que en el acto
Mandara a bordo sus botes
Para su buque entregarlo.
Pero Condell preveia
Que el Huáscar en poco rato
Llegaria i… ¡pobre de él
Cuando encontrara varado
I perdido para siempre
Al sosten de los peruanos!
Hizo, pues, rumbo hácia el sur
I partió en Dios confiado.
Ya era tiempo, pues el Huáscar
Veloz venia llegando
I en unos pocos minutos
Quedó pronto cerciorado
De la catástrofe horrible
Que ahí se habia efectuado.
Creia el coloso hallar
Al Covadonga apresado
I se encuentra con que ha sido
Su compañero el varado.
Precipitado i furioso
Socorre pronto a los náufragos,
Incendia a su compañera,
I lijero como un rayo
Se lanza en perseguimiento
Del Covadonga en el acto.
Fué ya tarde, pues la noche,
Que se venia acercando,
Favoreció al perseguido
Que, haciendo agua i averiado,
Llegó al fin a Tocopilla
En donde ya quedó en salvo.

       XIII.

  Tal fué el fin desta jornada
De terribles consecuencias.
Para el Perú, i para Chile
De inmarcesible grandeza.
Un puñado de valientes
Con su increible entereza
Han dejado en nuestra historia,
Con letras de oro impresa,
La pájina mas sublime
Que en sus anales se encuentra.
¡A ellos, pues, tributemos
Gratitud i gloria eterna,
I que esa pléyade ilustre
De héroes, benditos sean!

       José Epitacio Soto.

IMP. DEL MERCURIO — 1880.

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PRIMERA PARTE.

       I.

  El diez i siete de mayo
Por órdenes del gobierno
(O acaso del almirante
Que en esto no hai punto cierto)
Zarpa de Iquique la escuadra
Dejando solo en el puerto
La Esmeralda i Covadonga
Que sostengan el bloqueo.
Quedan solos i tranquilos
Estos dos buques jemelos
Que hermanos inseparables
En el Papudo se hicieron:
Sus bizarros comandantes,
Prat i Condell, prometieron
Al almirante cumplir
Su deber como chilenos.

       II.

  Pasáronse cuatro dias
Vijilando con esmero,
La Esmeralda voltejeando
Mui cerca del fondeadero
Miéntras que la Covadonga
Cruzaba lejana al puerto.
La mañana del veintiuno
Tranquilos amanecieron,
Sin sospechar que aquel dia
En un combate sangriento
Sus vidas en holocausto
De la patria, muchos dellos
Rendirian, asombrando
Al mundo con su denuedo.
A las seis de la mañana,
Cuando en el limpido cielo
Iluminaba el crepúsculo
Los horizontes serenos,
Como un punto imperceptible
Divisaron a lo léjos
Dos humos que por el norte
Hacian rumbo hácia ellos.
Que eran dos grandes vapores
Al momento conocieron,
I la Covadonga entónces
Que vijilaba en su puesto
Al instante se dirije
Lijera a reconocerlos.
Poco tardó en convencerse
Que eran enemigos nuestros:
La Independencia i el Huáscar,
Ellos eran…… nada ménos.

       III.

  La Esmeralda i Covadonga
Pronto se ponen de acuerdo
I sus bravos capitanes
En el peligro, serenos,
Procuran conferenciar
En el instante supremo:
I como Prat era el jefe
Del bloqueo, en el momento
Condell se acerca hácia él
I le pregunta: ¿qué hacemos
Pero Prat sin contestarle
Le pregunta lo primero:
“¿Ha almorzado la tropa?
I ya una vez satisfecho
De que habian almorzado,
Prosigue con voz de trueno:
“¡Cumplir con nuestro deber
Eso será lo que haremos;
Hemos sido sorprendidos
I seguridad tenemos
De morir, ¡pues bien, muramos!
Pero será combatiendo.”
Tales fueron las palabras
De aquel ilustre guerrero,
Que ántes que arriar su bandera
Prefirió morir primero……

       IV.

  En tanto que Prat i Condell
Entre ellos conferenciaban
Los dos formidables buques
Hácia ellos avanzaban,
I de la lucha sangrienta
El momento se acercaba;
Era ya, pues, necesario
Aprestarse a la batalla.
Entónces Condell cumpliendo
Con las órdenes tomadas
Prepárase en su goleta
A vender su vida cara,
Porque ya la Independencia
Hácia ellos se acercaba.
En el mismo instante Prat,
En su querida Esmeralda,
Reune a sus compañeros
I con voz tranquila i clara
Dice a los suyos: “Muchachos:
Tenemos ahí la escuadra
Del formidable enemigo
Que nos presenta batalla;
La lucha es mui desigual
Pero es preciso aceptarla,
I esta bandera querida
Que jamas ha sido arriada
No seremos, pues, nosotros
Los primeros en mancillarla;
I si en medio del combate
Veis que la vida me falta
Seguid siempre defendiendo
La honra de nuestra patria!”
Dice, i apénas habia
Pronunciado estas palabras
Por entre las dos barquillas
Pasa silvando una bala.
Este primer estampido
De la enemiga metralla,
Con sonoros ¡Viva Chile!
Pue al instante saludada.

       V.

  Eran en ese momento
Las ocho de la mañana,
Hora en que se dió comienzo
A la lucha encarnizada
Que sostienen dos corbetas
Pequeñas i maltratadas,
Con los dos fuertes blindados
De la marina peruana,
Los cuales como dos fieras
Ansiosas de presa asaltan
A las dos pequeñas naves
Que tranquilas le aguardaban.
El Huáscar rompe sus fuegos
Sobre la heróica Esmeralda
Miéntras que la Independencia
Al Covadonga acediaba
Con un fuego tan nutrido
Que destruirla amenazaba;
Pero el bravo comandante
Hábilmente gobernaba,
Pegándose hácia la costa
Batiéndose en retirada,
Con lo cual logró por fin
Separarse de la rada.
La Esmeralda, miéntras tanto,
Sin descanso contestaba
Los fuegos del enemigo,
Aunque sus pequeñas balas
La coraza del coloso
Apénas, sí, rasmillaban.
El enemigo a su vez
Con sus terribles metrallas
Nuestra querida reliquia
Sin piedad agujereaba,
I barrian su cubierta
Matando cuanto encontraban;
Mas, nuestros bravos por eso
Ni un instante desmayaban;
Al contrario, se batian
I doblaban su pujanza
Miéntras mas recrudecia
Aquella horrible matanza.
Hubo un momento de lucha
Aun mas desesperada,
Pues al acercarse a tierra
Para lograr que las balas
Del enemigo alcanzasen
A ofender los de la playa,
Los de tierra hicieron fuego
Con cañones de montaña
Matando tres individuos
E hiriendo a quien no mataban.
Pero la gloriosa nave
Entre dos fuegos tomada
Al Huáscar i los de tierra
A la vez les contestaba;
Pues parece que su ardor
Al fragor de la batalla,
Como el tigre acorralado
Su valor centuplicaba.

       VI

  Dos horas han ya pasado
En tan desigual batalla,
I el enemigo impaciente
De resistencia tan larga
Se prepara furibundo
A dar el golpe de gracia:
Con su terrible espolon
A toda fuerza de máquina
Se lanza hácia la corbeta
Para en el mar sepultarla.
Entónces Prat que tranquilo
De la toldilla observaba
Los menores movimientos.
Del monitor, se prepara
Para esquivar aquel choque,
Al mismo tiempo en su alma
Cruza la idea terrible
I a la vez desesperada,
De saltar al abordaje
Con su jente preparada,
Tomando, si era posible,
Con aquel golpo de audacia
Posesion de aquel blindado
Que hácia ellos fiero avanza;
Mas esta idea a los suyos
No puede comunicarla;
Pues apénas concebia
Esta empresa temeraria
El Huáscar con rapidez
Puso proa a la Esmeralda
I su espolon vino a herirla
Junto al palo de mesana,
Al costado de babor,
I al mismo tiempo descarga
Los cañones de su torre,
Que casi a boca de jarra
Causan terribles estragos
Con mortiferas granadas.
Pero la ocasion suprema
Que Prat tranquilo esperaba
Al juntarse las dos naves
Creyó ya era llegada,
I con voz de trueno grita
Blandiendo en la mano el hacha:
“¡Muchachos, al abordaje!
I como el rayo se lanza
Sobre la férrea cubierta
Desafiando con su espada
Las iras del enemigo
Que impertérrito buscaba
Para batirse con él
Cuerpo a cuerpo i sin ventaja;
Mas, los cobardes peruanos
Que traidoramente asaltan,
Huyen a favorecerse
Tras de coraza acerada.
Solo el teniende Velarde
Que junto a la torre estaba,
Es el único que encuentra
I en el instante lo mata;
I sigue buscando airado,
Centellante la mirada,
Con el semblante zañudo
I la melena erizada,
Arrogantes enemigos
Con quienes medir su espada,
I… ¡ai! del Huáscar si al jigante
De los suyos le acompañan
Treinta soldados siquiera!…
Pero quiso la desgracia
Que su voz no fuera oida,
I que con él abordaran
Solo Aldea i otro mas
Que mas cerca se encontraban.

       VII.

Repuestos los enemigos
Del terror que les causara
Aquel arrojo increible
Que por cierto no soñaban;
I viendo por otra parte
Que los que lo provocaban
Solo eran tres… al instante
En tropel todos disparan
Sobre los héroes que caen
Muertos con esta descarga.
El primero que sucumbe
  En la cubierta del Huáscar,
Es el bravo de los bravos,
El héroe augusto i sin tacha,
Que ni aun despues de muerto
Queria rendir su espada;
Para poder obtenerla.
Fué necesario arrancarla,
Abriendo dedo por dedo
Aquella mano crispada!……………

       VIII.

  De la Esmeralda esta escena
Asombrados presenciaban,
I con profunda emocion
Todos a la vez juraban
Vengar a Prat, o morir
Como héroes en la jornada
I en efecto, aquel combate
Que ya tres horas duraba,
Se hizo mas terrible aun
A medida que aumentaba
La efervescencia en la sangre,
La emulación en el alma:
Todos a la vez querian
Ser héroes, i se lanzaban
A disparar los cañones
Cuando artilleros faltaban.
Entre tanto el enemigo
Airado se preparaba
Para acabar de una vez
De sumerjir en el agua
Aquel puñado de leones
Cuyo valor le irritaba;
Desde unos seiscientos metros
Mas o ménos de distancia
Arremetió con su ariete
A la débil Esmeralda:
Aunque el capitan Uribe
Que el buque entónces mandaba,
Quiso evitar aquel choque,
Como el buque ya no andaba
Por la amura de estribor
Recibió la otra pechada.
Fué entónces cuando Serrano
Que en el castillo se hallaba,
Con doce soldados mas.
Saltó a la proa del Huáscar;
Mas el heróico teniente
I sus compañeros de armas
Perecieron prontamente
Por mortiferas metrallas
Que de la torre i la popa
Sin interrupcion lanzaban.
En esos mismos instantes
El buque estaba haciendo agua
Inundando prontamente
La terrible Santa Bárbara;
La máquina al mismo tiempo,
Estaba toda anegada,
Sus calderos apagados,
I por fin…… no funcionaba.
Era ya el buque una boya
Que sobre el agua flotaba
Al capricho de las olas,
I sin embargo….. tronaban
Todavía los cañones
Que los cabos disparaban.
I batiéndose seguian,
I los instantes pasaban,
I la sangrienta hecatombe
Hora por hora aumentaba;
I los mismos enemigos,
Que desde tierra miraban
Aquella lucha imposible,
Se asegura que esclamaban
“¡Qué hombres estos, ¡oiga Ud!
Que jamas rinden su espada!”

       IX.

  Ya, por fin, la hora suprema
Por instantes se acercaba
I aquel sangriento combate
Que cuatro horas duraba
Debia pronto concluir;
Porque la nave atacada
Casi estaba totalmente
Por completo destrozada:
Un último espolonazo
I.. ¡adios querida Esmeralda!
Así sucedió, en efecto,
Pues el coloso se lanza
Sobre la débil barquilla
Que a resistir ya no alcanza
La fuerza de su espolon,
I… en el mar es sepultada.
Pero entónces, todavía
Sus héroes viven, i exhalan
Un último ¡Viva Chile!
I al mismo tiempo dispara
El denodado Riquelme
Una postrimera salva,
Cuyos ecos repercuten
Las montañas mas cercanas,
I que son los funerales
Que a la nave capitana
El audaz guardia marina
Le hace, fija la mirada
En el tricolor hermoso
Que, en el palo de mesana,
Es el último en hundirse
En las ondas azuladas.

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