El futbolista rosquero
Por Mauro González, poeta popular de La Serena.
En la LIRA a tallar
sin permiso me presento
y de algo he de hablar
cuando sea el momento.
Futbolista yo me creo
de los buenos, sí señor:
en las pichangas guapeo
aunque sea inferior.
Mas aburrido hoy me hallo
y adolorido un montón
pues por dármelas de gallo
tuve feroz encontrón.
El dos de enero jugué
en el puesto acostumbrado
y por mal genio dejé
a mi club avergonzado.
Sonó el pito y de inmediato
arrancaron por mi abuela.
Me enredaron los zapatos
y adiós la media suela.
Cobró el réferi ligero
una mano en la dieciocho,
reclamamos pendencieros
y ahí se armó el cocho.
En el medio me encontraba
discutiendo de frentón
y tanto lo que alegaba
que me llegó un bofetón.
Me defendí como macho
pateando sin compasión
y repartiendo coscachos
pa repeler la agresión.
Ahí terminó el partido
sin goles y sin pelea,
con el árbitro aturdido
y la sangre que gotea.
Esto que aquí yo les cuento
ocurre muy a menudo
por ofuscarse al momento
y también por macanudo.
Al despedirme les ruego
serenidá y corrección
en este hermosos juego
y aprovechen la lección.
Una costilla quebrada
y un brazo en cabestrillo,
me dan lugar, camaradas,
para hacer estos versillos.