El desquite
Por Manuel Urbano, poeta popular de Puente Alto
Con Jaramillo y ‘on José
por un terreno se odiaban
pues los dos aseguraban
ser dueños de todo el lote.
Hacerse mal inventaban
sin reparar en el trato
temblaban hasta los gatos
pues nada seguro estaba.
El segundo del relato
era rencoroso y pillo
y sustrajo a Jaramillo
tres caballos por un rato.
Un rato según decía;
pero puedo asegurarlo
sin comer sin darles algo
los tuvo hasta cinco días.
Los pingos ya se caían
del hambre que los mataba;
alguno ni paso daba
de la sé que los roía.
Los soltó pa los deslindes
y sin piedad palo a palo;
si este cobarde era malo
era pior el del desquite.
Cuando ya el sol se iba
acostando en la montaña,
un bramido, las entrañas
les halaba a quien lo¹
Desgarrador y terrible
yo nunca más lo oyera
un toro loco cual fiera
destruía lo indecible.
Los animales huían
las casas no eran refugio,
lo digo sin artilugio
los cerros se estremecían.
La bestia loca rumbeaba
pa la casa ‘e don José
por instinto o no se qué
pa’l lao ‘el amo buscaba.
El viejo se santiguaba
en el campo hubo estampía
de mieo, una perra mía
la cola se le erizaba.
Al filo ‘e la luz primera
se acabó la algarabía
en una ladera umbría
halló su tumba la fiera.
Escribir yo no pudiera
pa describir el retrato
del pobre toro, el maltrato
que en los guijarros se diera.
Se charquió la cara entera
se aportilló los ijares
y se tajeó en los alambres
toita la pelambrera.
El hallazgo lo hizo un peón
con xxxlina¹ larga de oveja
le amarraron una oreja
lo mismo que un capuchón.
Dentro había un moscardón
que tocaba y runruneaba.
Era desquite y llegaba
a partir el corazón.
A enfrentarse esos canallas
nunca jamás osarían
en pobres brutos se herían
con criminal estocada.
Nunca la rabia es coraje.
El que su ira desata
y al indefenso maltrata
hay que escupirle ¡Cobarde!
La tremenda picardía
les dejó esta ganancia:
hecha pedazos la estancia
más rencor, menos hombría.
1 No se entiende en nuestro ejemplar.