Contrastes
Por Pedro María Tejo1, de Valparaíso
Ancho rutilar de estrellas
sobre el polvo del camino,
largo mensaje de pinos
tendido en las carreteras;
esplendor de primavera
con toldo multicolor,
con aromos de oro en flor
desplegados en la estancia,
exhalación de fragancia
como un cántico de amor.
Ebria de luz se resbala
la noche en la oscuridad
donde una triste verdad
en triste lenguaje le habla;
allí jamás entró el alba
para cantar alegrías,
siempre fué negra la vida
y helado el anochecer,
de sangre, sudor y hiel
la tierra está humedecida.
Allí floreció la herida
cuando se parió el dolor,
allí se mató el amor
apenas nació la vida;
sobre jergón extendida
la caricia se hizo amarga
y la garra se hizo larga
en la injusticia y la pena,
se hizo hiriente la cadena
sobre la carne y el alma.
Noche de pobres llorando
bajo la suntuosidad,
dolor que en la oscuridad
rasga los cielos gritando;
dolor de estar amasando
para otros felicidad,
en tanto que sin piedad
se ensaña la explotación,
semillero de rencor
que un día habrá de estallar.
Voz de tumbas milenarias
requebrajando la tierra,
negra voz de la miseria
que quiere ser luminaria;
pasado que se desgarra
en clamor desesperado
que fué mil veces burlado
por los amos prepotentes,
augurio rojo, estridente
resurgiendo del pasado.
Quejido en el cielo abierto
que se quebró en el vacío
dejando cansancio y frío
sobre el antiguo tormento;
quejido que en este tiempo
se va haciendo clarinada,
furia que durmió enterrada
largo tiempo fermentando
y que hoy está repuntando para2
hacerse llamarada.
1 En otras liras se lo nombra “Tejos”.
2 La última palabra de esta línea debería ir al inicio de la siguiente.