Amor verdadero

Amor verdadero
por Tristán, poeta popular de Santiago

CUARTETA

Ese amor que nació al verte
y en mi pecho lo sentía
matar lo que hiciste un día.
No se lo llevó la muerte

GLOSA:

Tú mi camino cruzaste
cuando a mí me preocupaba
sólo posar la mirada
en algo quizá distante;
Al verte a tí en ese instante
a mi lado, sin moverte
la emoción de allí tenerte
enorme fué soy sincero
Más, hoy recordar no quiero
ese amor que nació al verte.

Explicarme aún no puedo
si antes no te conocí
como pronto a tí me uní
en ese beso… no puedo.
te repito que no puedo
como tampoco podría
explicar, si no sabía
qué era lo que me robabas
porque un hueco en mi dejabas
y en mi pecho lo sentía.

Cuántas veces tu recuerdo
me persiguió por las noches.
Cuantas veces por las noches
con un despertar acerbo
mis labios con fuerza muerdo
y el llanto que ya salía
lo ahogaba, vida mía,
cuando tú con golpe recio
mi corazón, con desprecio
matarlo quisiste un día.

Mas no todo destruiste
pués siendo hijo de esta tierra
mi corazón ahora encierra
un amor que no me diste;
Amor que cuando partiste
supo encontrarlo mi suerte.
Con él volví a hacerme fuerte
y a mi corazón herido
por el golpe recibido
no se lo llevó a la muerte.

DESPEDIDA

Al fin yo cuenta no he dado
que el amor tiene cabida,
sólo allí donde la vida
ha puesto de nuestro lado
seres que siempre han luchado
por justas aspiraciones;
que haya paz entre naciones
de la Humanidad entera.
Ese es el amor que lleva
mi corazón, en canciones

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Respondo al Diablo Cojuelo

Respondo al Diablo Cojuelo
por Tristán, poeta popular de Santiago.

Si te quieres transformar
en cometa, pavo o bola
por diablo ya tienes cola,
madera no ha de faltar;
con hilo te has de elevar,
procura llegar al cielo,
y serás tú mi Cojuelo
quien medirá la distancia
y sacarás de ganancia
un seguro matasuelo.

Los colores de un tirón
si quieres que te los diga
sin incluir el de hormiga
los principales tres son;
el resto es combinación
para completar la gama;
son los árboles con ramas
setecientos mil millones
si crees que tengo errores
cuéntalos si te dan ganas.

Por el Jordán, esto hace años
desde que anduvo el primero,
seguro no fue tercero
porque tenía pies planos;
muy tomados de la mano
salieron Adán y Eva,
a pata pelá y con leva
detrás de ellos salió el sapo,
el último de un porrazo
ni de su nombre se acuerda.

Mi imaginación fecunda
en respuesta no se cierra
si el engaño pierde guerra
será la primera zumba;
y no hay prima sin segunda
que luego tercera viene
y saberlo le conviene
que en contestar no me engaño
los cambios que tiene el año
los mismos que el tiempo tiene.

Si tú no has averiguado
el espesor de la tierra,
dime pues si no le yerras
¿cuanto de ella se ha gastado?;
Te responderé acertado
lo del problema vecino,
si en vez de agua fuera vino
que cae de un aguacero
te diría un bodeguero
cuántas gotas han caído.

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El

El
Por Tristán, poeta popular de Santiago

CUARTETA

A cuestas con su organillo
caminando sobre el barro
hieren sus pies los guijarros
con mil filos de cuchillos.

GLOSA

La penumbra lentamente
ha oscurecido la calle
y aquel bullicioso valle
duerme ya plácidamente;
se escucha muy suavemente
el rumor del vientecillo;
de hambre llora un chiquillo
en una casa cualquiera
mientras él va por la acera
a cuestas con su organillo.

Muy cansando, sudoroso,
pese a ese frío glacial
va camino de su hogar
después de andar fatigoso;
le brinda un dulce reposo,
desde el fondo de un cacharro
saca para sí un cigarro
que encontrara el otro día,
cuando a su casa volvía
caminando sobre el barro.

El es joven todavía,
pero no tiene trabajo,
recuerda cuando a destajo
entregaba su energía,
trabajando noche y día
destrozándose las manos,
al empujar esos carros
cargados del mineral,
no importa si al caminar
hieren sus pies los guijarros.

Isabel, mujer amada,
a la que un día se unió,
la muerte la separó
de su lado una mañana;
su moribunda mirada
la fijó sobre el anillo
las estrellas son su brillo
entre las latas del techo
van y caen sobre el lecho
con mil filos de cuchillo.

DESPEDIDA

Del organillo el cantar
por el valle ya no se oye,
sólo el viento silba y corre,
silba y corre sin cesar;
y comienza a lloviznar,
las gotitas de agua pura
acarician con dulzura
la tierra y los verdes prados
mientras el siente a su lado
que cavan su sepultura.

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