Las estrellas novas o el eternal retorno
Por Máximo Ramírez, poeta popular de Santiago
En los cielos infinitos
del eterno retornar,
todo se hace y se deshace
y se vuelve a reintegrar.
Acontece que la vida
está en perenne fluir,
en movimiento incesante
de perpetuo devenir
Las oleadas transitorias
de existencias que aparecen
en el mar de la materia
bien pronto se desvanecen
¿Qué es la ola, Una expresión
del propio mar que ha surgido.
En su gran seno eternal
queda todo contenido.
¿Qué son las formas corpóreas?
Vértices de energía,
que a su causa tornarán
a ser de nuevo absorbidas.
Los elementos que instruyen
los fenómenos cambiantes
Se reabsorben en sus bases
en sus ciclos renovantes
Lo más grande y lo pequeño
sea un sol o simple ión
estarán expuestos a cambio
y eternal renovación.
Puede que dure un segundo
o casi una eternidad
la duración de los cielos
en su relatividad.
Más el eterno retorno
jamás se puede eludir,
todo cuanto tiene forma
tendrá pues que sucumbir.
¿Qué es nuestro sol? Una estrella.
Claro está la más cercana
y su calor, su energía,
de sus rayos siempre emana.
Todo el mundo se mueve
por la energía solar
la que se expresa y desplaza
ya en la tierra o en el mar.
De una sutil nubolosa
nuestro sol se originó
y es el centro de ella misma
que en núcleo se condensó.
La tierra y demás planetas
son las partes disgregadas
de esa enorme nebulosa
que en el éter gravitaba.
De dos muy opuestas fuerzas
consta la gravitación
la que atrae y centraliza,
y la de la repulsión.
Por la centrípeta ley
el núcleo se originó
y a través de un gran proceso
en el sol se convirtió.
Las lunas y los planetas
son las partes repelidas
de esa inicial nebulosa
gaseosa, inmensa, fluída.
Nuestro sol hijo del cielo,
sólo ayer casi nacido
aún le queda por brillar
todo un tiempo indefinido.
Miles de millones de años
nuestro sol puede tener
y otros miles de millones
habrá de irradiar y arder.
Cuando el sol culmine en nova
estallará la explosión
de ese centro planetario
y su total extinción.
Al explotar como bomba
nuestro gigante astro rey
finalizará su cielo
al ritmo de eterna ley.
En energía radiante
el sol se convertirá
abrazando a sus planetas
a los que calcinará.
Cuarenta novas por año
más o menos se registran
en las galaxias lejanas
que desde la tierra se avistan.
Se ven crecer en sus brillos
para después decrecer,
cataclismos son lejanos
de eternal acontecer.
Cuando tales hecatombes
de la tierra son captados
en razón a sus distancias
ya son soles apagados.
Es el fin de un gran sistema
cuyo núcleo ya explotó
y que su luz nos revela
ese fin que aconteció.
Así termina el gran día
de su manifestación
y la noche milenaria
será su obscura mansión.
En el espacio infinito
de energía material
millones de soles mueren
y se vuelven a formar.
Son los cielos renovantes
de las formas de energías
que van muriendo y naciendo
en sus noches y en sus días.
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