Dime que no

Dime que no
Por Luis Polanco, poeta popular de Conchali

Cuando yo diga que sí,
mi prenda dime que no.
¡Ay! qué sería de mí,
diciendo que si tú y yo.

Si dices mucho que bueno,
se morirá la ilusión,
en el mundo sí, hay veneno
que adormece la emoción.

Quién riega mucho la flor,
terminará por secarla,
que en los rocíos de amor
las hebras no son muy largas.

Por ir al sol persiguiendo
está pálida la luna
mientras su amado está riendo
ella llora en la laguna.

Mi prenda si bien me quieres
no digas mucho que sí,
no quiero que hayan mujeres
muriendo dentro de mí.

Cuando tú digas que sí
mi prenda yo diré no,
¡Ay!, que sería de ti
Si siempre digo si, yo.

Más cuando vibra el violín
y sea nuestro el cantar
a la sombra del jazmín
digamos que sí a la par.

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Por qué está el sauce llorando

Por qué está el sauce llorando
Por Luis Polanco

Al borde de un pajonal
junto a un puquio cristalino
hay un rancho campesino
como guardia de un batral;
de ahí se oye al aclarar
el cantar de los pidenes,
la vida es allí sin vaivenes
y el panorama es tranquilo,
vive en él un inquilino
y junto a él, dos mujeres.

Una es su compañera
cordial como campo abierto,
la otra, es sol del desierto
en canción de primavera;
paloma altiva en la sierra
y en su rancho un madrigal,
no hay cazador que apuntar
se atreva a su corazón,
es la hija del labrador
Y es la Diosa del lugar

Los suaves amaneceres
tendidos en los trigales,
son cantares de cantares
sobre el rancho y los verjeles;
seguro es que no hay pinceles
que den la justa visión,
de la pureza y primor
que dentro del rancho se esconde,
y con sus ojos responde
a las caricias del sol

“De igual a igual nos miramos”
parece que el sol dijera
y frente a la luna llena
son sus ojos como dardos;
oasis de caminos largos
para cualquier amador
son sus mejillas de flor
y sus labios entreabiertos,
armonía hecha concierto
rimando en su corazón

En el río a la distancia,
se lava el pelo y la cara
y se arremolina el agua
haciendo ronda a su gracia;
el sauce con su prestancia
de varón de las riveras
echa al viento la melena
en señal de reverencia,
como diciendo “Excelencia”,
le tiende alfombras de arena.

Y se cree su galán
el viejo sauce llorón
y se busca el corazón
para podérselo dar ;
ella se suele acostar
a su sombra y sonreírle
entonces el varón se rinde
hasta besarle los pies
triste se queda después…
…al besarla y despedirle.

Y estira sus dedos largos
cuando ella se echa al camino
triste amador que el destino,
condenó a vivir llorando;
quien pase lo oirá trinando
melancolías al viento,
y siempre de amor sediento
inclinado en los esteros
sin mirar nunca hacia el cielo
porque su amado no ha vuelto.

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Recordando a Recabarren

Recordando a Recabarren
por Luis Polanco, de Conchalí.

El nombre de Recabarren
entrega a la clase obrera
recuerdo de mil banderas
en el desierto y la calle;
es muy difícil que se halle
un hombre de más firmeza
pa defender con nobleza
a los pobres y a la patria
por eso es que se dilata
imborrable su grandeza.

Yo le vi por vez primera
y fué la ocasión un paro
del personal de tranviarios
contra el hambre y la miseria;
esto fué en la primavera
de mil novecientos nueve
enseñando como puede
a clase obrera a vencer
si para poder comer
a pedir algo se atreve.

Más tarde le vi en la pampa
con libros y su bandera
y es allí en la salitrera
donde el hombre se agiganta;
trás él el pampino canta
la fe que se va adentrando
mientras él va predicando
su credo de redención
y dejando en la canción
la esperanza palpitando.

La cárcel de Tocopilla
me dió el informe mejor
del fiel permanente amor
que el sembró con su semilla;
en conversación sencilla
cuando lo fuí a visitar
me dijo para explicar
la ausencia del vigilante:
“lo obligan a estar distante
temen se vaya a infectar”.

Lo que allí había pasado
él me lo explicó sonriendo:
“por ahí se anda diciendo
que yo los he federado
por eso es que me han dejado
sin guardias en la prisión
y tal vez tengan razón
de proceder de ese modo
los hice inscribir a todos
en nuestra federación”.

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El cantar de una fea y el poeta

El cantar de una fea y el poeta
Por Luis Polanco, poeta popular de Conchalí.

GLOSA

Soy fea, ya me lo han dicho,
de cuando niña y después,
y yo lo digo esta vez
que no rechazo el bautizo;
no soy fea, por capricho
más, lo soy, a pesar mío,
pues, yo hubiera preferido
ser bonita y agradar
a tener que soportar
mi dolor incomprendido.

Me pasan cosas tan raras
que a veces no las entiendo
en el alma las retengo
sin que asomen a la cara;
siento como si gritara
dentro de mí, con terror,
un tan amargo dolor
que no se atreve a aflorar,
lo suelo a veces curar
con un canto o una flor.

Evito cuanto más puedo
el espejo y la mirada
y en la celeste alborada
mis pensamientos recreo;
y es el mejor galanteo
que desde niña he sentido;
el del jardín florecido,
el de la vertiente clara
el trino que al aire enviara
el ave tejiendo el nido.

Al espejo he ensayado
dulce sonrisa ensayar
sólo he podido lograr
ver mi dolor reflejado;
el dolor de haber amado
y de no ser comprendida;
de no hallar para mi vida
sino triste soledad,
sentir de amor ebriedad
para beberlo a escondidas.

DESPEDIDA

A través del ventanal
pupilas al cielo estiro,
le envío al alba un suspiro,
y ella me viene a encontrar;
me pide en dulce arrullar
que no escatime el amor,
que lo entregue en el rumor
de la brisa y la vertiente,
y lo fecunde en la fuente
que tengo en el corazón.

RESPUESTA DEL POETA

¡Qué linda, qué linda fea …
¡qué linda que yo te encuentro!,
no, si te miro por fuera,
sí , si te miro por dentro.

Echa tu alma en el agua,
tiende tu voz en el viento,
hazte llama de la fragua
que templa los sentimientos.

Dadle al ensueño de sol
transparentado en el lirio,
ya que es azul tu ilusión
que cante la flor tu idilio.

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Lo que tengo yo en mi estancia

Lo que tengo yo en mi estancia
por Luis Polanco, poeta popular de Conchalí.

CUARTETA

Yo tengo un plantel de rosas
y un remanso de cristal,
una mujer para amar
y un trebolar de 4 hojas.

GLOSA

Tengo aromada vertiente
para bañar mi emoción,
y en medio del corazón
dos luceritos celestes;
y tengo un lago silente
con estrellas jubilosas
y cascadas rumorosas
tendiendo iris en la arena
y para envolver mi pena
yo tengo un plantel de rosas.

Dormitando en la laguna
tengo un copito de nieve
sobre el balanceo breve
de una tajada de luna;
una brillante fortuna
de conjunción sideral
y el inquieto parpadear
de luceros rutilantes,
amaneceres fragantes
y un remanso de cristal.

Tengo de sangre arrogante
un clavel rojo en el pecho,
semilleros en barbecho
entre la aurora distante:
en el alba fulgurante
encendido un ideal
un bullente manantial
entre el brezal florecido
y en el erial redimido
una mujer para amar.

Por los regueros del prado
tengo el agüita corriendo,
a su caricia está abriendo
el botón en el sembrado;
entre el espigal dorado
corren mis canciones rojas
para atenuar las congojas
de las amargas vigilias,
tengo oro en las gavillas
y un trebolar de 4 hojas.

DESPEDIDA

Con rojos claveles tiernos
con cantares del verjel,
con anchas venas de miel
corriendo por entre el yermo:
con esperanzas sonriendo
al fondo del sentimiento,
con detenidos momentos
de espirituales dulzuras
y ansias de grandes venturas
estoy construyendo un puerto.

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Mujeres del 900

Mujeres del 900
por Luis Polanco, poeta popular de Conchalí

Yo quiero hacerte canción
mujer aurora y jazmín
mejilla seda y carmín
romanticismo y canción,
ingenuidad y esplendor
bajo la sutil sombrilla
labios de guinda y frutilla
que la brisa te besaba
y que al varón le negabas
virtuosa mujer sencilla.

Mujer de hechizo y misterio
la del corset y gustán
del blusón de tafetán
cimbreante junco de ensueño,
hembra para un solo dueño
núbil capullo en letargo
manojo de azahar y nardo
camino a la comunión
princesita del rubor
de pelo y vestido largo.

Mujer a quien vió el trigal
cantándole a las espigas
a quien vieron las vendimias
guitarras y arpas trinar;
mujer que en cada aclarar
se hizo escultura en el prado
madre que tejió bordado
con amor pañal de niño
y para él bajo el corpiño
guardó el surtidor rosado.

Mujer de mil primaveras
romance que nunca muere
divina fuente de mieles
la de las rutas serenas;
rumor de tallos y gemas
aflorando en las mañanas
voz de cascada y campana
vibrando sobre el camino
quietud de lago divino
en pulpa de rosa y grana.

Mujer de la trenza suelta
galopando en las llamadas
temblor de pulpas rosadas
bajo el ropón de choletas
heroína, te transparentas
en el albor de mi patria
que de las cumbres más altas
mirabas ponerse el sol,
mujer cantando al amor
con unción de diosa y santa.

Estampa que llevó el alba
a descolgarse en el río
y que en ventanal florido
mostrará su efigie de agua;
girasol que se burlaba
del sol y no lo seguía
pero que al sol retenía
entre los bucles sedeños
canción de los ribereños
donde la ilusión dormía.

Dulce ensoñación de estrellas
tendida sobre la parva
senos de rosa y malva
embriaguez de Noche Buena;
princesa de real diadema
aureola de los tus valles
tonada con que las calles
de alborozo palpitaron
los claveles se trenzaron
para ceñirse a tu talle.

Cuando niña mariposa
y cuando moza ilusión
y cuando madre primor
y enredadera de rosas;
de novia, virgen y diosa
castidad, luna y aurora
rocío, vertiente y flora
de apasionados quereres
luz azul de amaneceres
eternizando tu gloria.

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La rubia de “El Patagual”

La rubia de “El Patagual”
Por Luis Polanco, poeta popular de Conchalí

¡Buen dar con la guasa linda!
si es pa comérsela crúa,
labios guinda y ojos de uva
le dicen la “Rubia Chinda”;
ella se llama Celinda
y es del fundo “El Patagual”
es bella como un sendal
de aurora cordillerana
la conocí onde una hermana
que tengo en el Romeral.

Las doce estaban tocando
cuando llegué a la estación
ella bajó el quitasol
allí me estaba esperando;
me dijo como cantando
retorciendo la pollera
“le tengo al laito afuera
la mula en que va a viajar
pa que la haga galopiar
tiene que ponerse espuelas”

Partimo a trote tendío
orillando río y cerro
y por esquivar un perro
la mula me tiró al río;
mojao y medio aturdio
me juí haciendo río afuera
mientras Chinda la pollera
y la blusa se sacaba
y riendo me las pasaba
pa que yo me las pusiera.

Yo estaba todo turbao
y no sabía qué hacer
si vestirme de mujer
o seguir viaje mojao;
como mirando a otro lao
me dijo: “vístase altiro,
sin vergüenza, yo no lo miro,
y si miro ¿qué más da?
vístase luego no más
y sigamos el camino”

DESPEDIDA

Por fin, con blusa y pollera
arranqué como un demonio
de esto tiene testimonio
la Chinda y su parentela;
no quedó quién no se riera
de mí en la forma más cruel
al verme en el traje aquel
sin sombrero y con espuelas
sin darse cuenta siquiera
si yo era hombre o mujer.

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Stalin universal

Stalin universal
Por Luis Polanco, poeta popular de Conchalí

Gran redentor de los pueblos,
Jefe y constructor genial,
tu muerte abrió el lagrimal
del Moscú de tus desvelos:
por Vos es fecundo el suelo
de las estepas desiertas,
por Vos las regiones muertas
tienen luz, vida y aliento,
por Vos cesó el sufrimiento
y el amor abrió sus puertas.

Stalin está en la sal
de cinco mares unidos,
en los canales y ríos,
en la espiga y en el pan;
él está en cada aclarar,
sobre la brisa que pasa,
en la nieve y en la brasa
del Cáucaso y la Siberia,
en la sangre y en la arteria
del Socialismo que avanza.

Stalin: punto de mira
en el fusil combatiente
del guerrillero de Oriente
que a la Victoria camina;
de Corea en las colinas
es el bravo Capitán,
él es quien manda avanzar,
quien ordena: ¡apunten… fuego!,
él es quien envuelve el cielo
en llamas de Libertad.

En dinamita de Asturias
Stalin es llamarada,
en la España ensangrentada
grita Stalin en la altura;
para él canta Extremadura
la canción de las verbenas,
Málaga ardiente y serena
da más rojo el cardenal,
por él el puquio es cristal
y es estandarte la sierra.

En las noches siberianas
está brillando el Lucero
de luz de bronce y acero
de la Era Staliniana;
ya lloraron las campanas
de Smolensk y Stalingrado,
el dolor se ha disipado,
surge de nuevo el cantar,
los pueblos van a marchar
el futuro señalado.

CUARTETAS

En su casa familiar
de Georgia lo lloraron
las flores de los jardines
que de joven lo miraron.

Se estremeció el corazón
de los muros que lo vieron
siempre cargado de ensueños
qué dulces frutos se hicieron.

Los aleros centenarios
de la virtuosa casona
se hacen torre y campanario
echando a volar palomas.

En todas partes del mundo
las palomas de la PAZ
van escribiendo en el cielo
¡STALIN!… ¡ETERNIDAD!

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Cosas de amor

Cosas de amor
por Luis Polanco, poeta popular de Conchalí.

Te entrego amada en un ramo
tiernas rimas temblorosas
en que el amor muchas cosas
le dé de ofrenda a tus manos;
donde el infinito arcano
te entregue en sus melodías,
trayectorias de armonías
con la hechizante ternura
que en las auroras más puras
haya guardado la vida.

Feliz estoy de quererte
y sentirte en mi emoción
y de guardar el calor
de tu lámpara celeste;
del viejo paisaje agreste
sólo recuerdo un camino:
el que me unió a tu destino
donde mi luz no se apaga
y que me entrega en su llama
un rumbo, brújula y tino.

No te apartes de mi vera
quiero viajar junto a ti,
llevarte dentro de mi
hasta el instante que muera
fuiste mi flor, yo tu tierra,
fuiste aroma de mi huerto,
el preludio en el concierto
de armonía en mi sendero,
fuiste luz en mi lucero,
alma, fe y sentimiento.

Sin que lo hayas querido
y también sin yo quererlo
te prendiste en mi recuerdo
como un lucero encendido
es algo que hubo escondido
y floreció de repente
y que no tiene saliente,
como en la fe la virtud
así con mi alma estas tú,
se te vas me das la muerte.

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Una tragedia entre miles

Una tragedia entre miles
Por Luis Polanco, poeta popular de Valparaíso.

Bajo la luna de enero
y sauces a media luz
está Juan Carlos Romero
como riendo al cielo azul.

Los labios tiene entreabiertos
los ojos como un cristal
parece que está despierto
y que algo quisiera hablar.

Los puños tiene apretados
y los brazos extendidos
es como un crucificado
que se revela al martirio.

Bajo la larga melena
tiene ramos de tabaco
bajo el cuerpo sólo arena
y sobre los pies un saco.

Y a su costado un cerro alto
como custodiando el valle
al otro tiene el barranco
donde se afirma la calle.

Galopando calle arriba
pasan hombres altaneros
que se hacen los que no miran
al hombre que está en el suelo.

Así estuvo entre un enjambre
de moscas Carlos Romero,
el hombre que murió de hambre
hecho una cruz frente al cielo.

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