El picaflor y la libertad

El picaflor y la libertad
Por Eusebio Lillo

Picaflor, cuando entregado
A los rigores del hielo,
de una rama aprisionado
paras atrevido el vuelo
luchando con tu martirio
sin fuerza y sin voluntad
¿cuál es tu único delirio?
–Tener aire y libertad.

Y cuando la primavera
vuelve al campo su verdor
cuando viste la pradera
y da aromas a la flor;
cuando las aves felices
ostentan su agilidad,
picaflor ¿a quién bendices?
–A la dulce libertad.

Si alguna hermosa detiene,
picaflor, tu raudo vuelo
y en prisiones te detiene
llena de afán y de anhelo:
cuando detrás de las rejas
lloras tu cautividad,
¿qué es lo que piden tus quejas?
–Volver a mi libertad.

Feliz en el valle ameno
volando de flor en flor,
te entregas libre y sereno
a los placeres de amor;
si entonces tu voz levantas
del bosque en la soledad
¿quién te inspira cuando cantas?
–Me inspira la libertad.

¡Cuán lúcido es tu plumaje,
ya verde, ya purpurino
y ese vuelo de celaje
y ese melodioso trino.
¿Acaso tus gracias leves
te dio una divinidad?
Picaflor ¿a quién le debes?
–Las debo a la libertad.

Aunque es tu vida un suspiro,
siempre alegre te resbalas;
cuando entre flores te miro,
batiendo las sueltas alas,
tus horas tan hechiceras
llenas de felicidad,
dime, ¿por quién las perdieras?
–Sólo por la libertad.

¿Luego más que a tu existencia
a tu libertad procuras?
–Por ella me dan esencia
del jardín la flores puras
por ellas luzco mis galas
y es mucha felicidad
soltar al viento las alas
gozando de libertad.
¡Cuán dichoso me pareces!

Libre como yo es el hombre
La libertad muchas veces
para él es tan sólo un nombre.
Tú y yo que libre la amamos,
hoy con mutua voluntad
los dos, picaflor, hagamos
votos por la libertad.

Volver