Una carta de amor para la patria
Por Juan, poeta popular de Cogotí.
Voy a dejar el martillo,
voy a sacudir mis penas,
voy a abandonar la siena
para tomar, decidido,
una pluma y en el libro
en blanco de mi alegria,
escribirte, ¡patria mía!,
una carta en verso loco
como lo hacemos nosotros
en la sombra de la vida.
Yo vine al mundo llorando
sobre tu verde cintura
corrí sobre tu hermosura
niño y pastos, entonando;
una toná y te iba amando
con cariño y sin medida
a donde iba te veía
sencilla, grande y hermosa
y eran tuyas mis cosas,
y tu a la vez eras mía.
Era mi amiga la pala,
y yo cavé tus entrañas,
y yo maté la cizaña
y vía por Dios, la paga;
que, ¡patria mÍa!, le dabas
a mis ojos deslumbrantes,
y a cada hora e instante
veía tu inmensidá,
que hasta una flor deshojá
de tu belleza era parte.
Los años fueron pasando
y ya no fué por los campos
que yo te daba mis cantos
fue, ¡patria mÍa!, fué cuando
ardiente estaba pintando
mi mente en la luz y saber;
yo también te soñé ver
tan inmensa como el aire
pura cual l’ agua esos mares
que suave besa tus pies.
Hoy te cubren las cadenas,
oprimen tu noble sangre,
estas enferma, con hambre,
mi amada patria chilena;
Hay en tu cara morena
dos ojos que lloran lentos
hay un sollozo en tu aliento
un gemido en tu garganta,
mas también un sol que canta
Patria sobre la tormenta.
DESPEDIDA:
Finalizaré esta carta
volveré a mis herramientas
otra vez la oscura puerta
ante mi, fiel, se levanta;
el dolor que me quebranta
ha llegado a su aposento
bien lo llevo y también siento
que me voy acostumbrando
asÍ vivo trabajando
la esperanza es mi sustento.