Canto inolvidable
Por Luis Polanco, poeta popular de Santiago.
Haré un canto en a piedra
que no me lo lleve el viento,
que no me lo barra el tiempo,
que se oiga cuando yo muera;
que viva en la primavera
de los tiempos venideros,
que sea fresco venero
para la vida del hombre…
¿ Dónde está la piedra, dónde,
para este canto que quiero?
Quiero hallar el corazón
del camino más andado,
Para alojar a su lado
el alma de mi canción;
quiero que lo oiga el terrón
que esconde el sudor amargo,
que despierte los letargos
de milenarios dolores
que dé esperanza de amores
a los calvarios más largos.
Quiero que vibre en las huellas
mi canto, yendo al trigal,
quiero que en el despertar
del pobre se haga estrellas;
en medio de sus tragedias
sea fe, puesta en la frente,
que en el ir de la corriente
del estero se haga grito,
y que vaya al infinito
venciendo el mal y la muerte.
Un canto de árboles verdes
para sombra del camino,
que le entregue al peregrino
harina del trigo y mieles;
canto de pan y manteles
tendido en manos fraternas
hacia las rutas eternas
de solidaria hermandad,
plenos de “luz de verdad”
ancho, como luna llena.
Con tinta de los dolores,
con quejas que no se oyeron,
con ansias que no surgieron,
con la hiel de mil rencores,
con los trágicos rumores
que despeñó la risquera,
con voz de la sementera
que al pueblo negó su grano,
con mi odio a los tiranos
haré mi canto en la piedra.