Canción esperanzada
Por Rafael Pérez Cabello, poeta popular de Graneros
Siento un rumor de esperanza
leve, cubierto de aromas,
como arrullar de palomas
que a pasos lentos avanza
hacia mí, cual la bonanza
de noche tempestuosa.
La espera mi alma animosa
porque viene allí anidar
de nuevo, para entonar
canciones con voz airosa.
Los temas de esos cantares
lo serán siempre variados
al mar inmenso encrespado,
o al que murió de pesares;
Al perfume de azahares,
al pie descalzo de un niño
que no ha tenido el cariño
de madre en su desamparo,
Y a ella que es luz de faro
y abrigo tenaz de armiño.
Al arco iris del cielo
que vemos en majestad,
como fin de tempestad
del invierno. Y a sus hielos;
Y también al dulce anhelo
con que el ave cuida al hijo,
A todo esto le elijo
para que vuelva a cantar
y al Dios que está en el altar
con sus tristes ojos fijos.
A las fuentes cantarinas
al ruiseñor y a las flores
al valle con sus verdores,
al rosal con sus espinas;
A ti mujer que caminas
con tu fardo de dolor,
que tiene tu corazón
por haberse muerto un hijo,
y hoy postrada al crucifijo
ruegas por el con unción.
Al verano, a las gavillas
de trigo y a los pinares,
a las selvas seculares
y a las hojas amarillas
con el otoño que en orillas
del camino va esparciendo
al agua que va corriendo
por el río cuesta abajo,
regando flores del bajo
que estaban de sed muriendo.
¡Canto mío! Siempre avanza
por el camino escabroso.
Sigue sin darse reposo
con mucha fe y esperanza:
Al canto honrado no alcanza
a herir la espina en su hodor
la hiel no te cause horror
no tampoco sobresalto
que al fin llegarás muy alto
como un viril vencedor.