Boda entre dos flores
Por Rafael Pérez Cabello, poeta popular de Graneros
La Dalia con el Clavel
recién ayer se casaron,
y en avión luego embarcaron
en feliz luna de miel:
bendito idilio tan fiel,
un Cardenal sonrosado;
siendo muy bien ayudado
por un blanco Tulipán,
que ofició de sacristán
con mucho tino y cuidado.
El altar era exquisito
su arreglo, todo era gala;
estaban allí Las Calas
en unión con Farolitos,
Amapolas vi al ladito
de La Estrella de Belén,
que sostenían muy bien
dos cirios con mucha fe;
los sueños de San José
tenían otros también.
La novia con galanura,
lució corona de Azahar,
y un esplendoroso ajuar
de Ilusión muy blanca y pura
La cola larga, finura
la formó el Manzanillón;
teniendo de incrustación
los Copihues Blanco y Rojo,
sostenida de un manojo
de Lirios, con mucha unción.
Con sus modales, muy finas,
la Rosa con la Violeta
estaban las dos coquetas
sirviendo allí de madrinas;
Al lado de ésas divinas,
había un lindo Clarín,
con un precioso Jazmín
apadrinando orgullosos,
aquel idilio amoroso
que tuvo tan dulce fin.
Fragantes damas de honor
vestían muy exquisitas;
Diez jóvenes Margaritas
con diez Magnolias de albor.
Creció la boda en primor
cuando con pericia tal,
cantó la Marcha Nupcial
la Azucena entre un gran coro
de Camelias, con voz de oro,
y con dulzor celestial.
Repleto el templo se hallaba
con flores de Primavera;
Vimos a la Enredadera
que su esplendor resaltaba;
Un Junco con ella estaba
muy rebosante y feliz;
Manojos de Flor de Lis
flirteaban con una esquiva
maceta de Siemprevivas
de muy variado matiz.
Detrás de las dos madrinas,
estaba la Oreja de Oso,
con los Cartuchos piadosos
que oraban con un China.
Seguían las Clavelinas,
el Nardo, servil y atento
con los Suspiros, contentos
tras la Espuela de Galán;
que con la Hortensia allí están,
sonriéndole a un Pensamiento.
Al final, tumulto atroz,
se formó con barullo,
cuando allí la Flor del Yuyo
tiró a los novios arroz;
Flor de Cardo alzó su voz
con gran altivez y tino,
junto con la flor de espino
el tumulto disolvieron,
luego felices salieron
los novios a su destino.
Las pintadas Mariposas
con sus alas les formaron
un carruaje, e invitaron
subiera el novio y su esposa;
La deliciosa carroza
con majestad transportaron;
Cantando allí la escoltaron
un millón de Ruiseñores,
y otros pájaros cantores
hasta que al hogar llegaron.