Canto a los mineros del carbón
por Victaliano Nova, poeta popular de Santiago
Aquí le canto al minero,
y es mi canto doloroso,
porque conozco yo el pozo
donde labora este obrero;
donde muere el jornalero,
aplastado por las toscas:
también se paran las moscas,
en el cuerpo destrozado
de este minero esforzado,
que es fuerte como una roca.
Cuando pienso en el Chiflón
es la trampa permanente,
veo la espantosa muerte
que le reserva el Carbón;
si antes ‘e llegar al filón
se descuelga un carro en banda,
ni a un santo haciéndole manda,
se escapa de muerte atroz,
porque en carrera veloz
el carro lo pilla en pampa.
Y en macabro hacinamiento
de carnes despedazadas,
con las piernas destrozadas
hay un hombre en cruel tormento;
y en doloroso lamento
por falta ‘e seguridá
muere esta pobre gallá,
como perro en el desierto
y un amargo juramento
en su boca ensangrentá.
Recuerdo horrorizao
cuando bajo de un planchón,
lo mismo que un vil ratón,
quedó un minero aplastao;
completamente tapao
con el tremendo toscón,
conteniendo su dolor,
–no miento y aquí repito–
que pedía a todo grito
que lo mataran mejor.
Y por la mente me pasa
el maldito gas grisú,
que sin decir ni Jesús,
explota, quema y abrasa;
y al arder como una grasa
aquellos desnudos brazos,
yo vi la carne a pedazos
cayéndose de quemada
y entre rojas llamaradas
cantó el Diablo su esquinazo.
DESPEDIDA
Termino el canto sincero
que dedico a mis hermanos
ya que estuve entre sus manos
cuando fui su curandero
sufriendo turnos enteros
y atenuando sus tormentos
con venda, algodón y ungüento
que daba la compañía
con valerosa porfía,
calmaba sus sufrimientos